El mendigo de compasión y el héroe de justicia

La Compasión de Dios me dice que yo no puedo hacer nada sin Él. La Justicia de Dios me dice que Él me ha dado la capacidad necesaria para convertirme en lo que sincera y fervorosamente quiero llegar a ser. La Justicia de Dios no solo me dará lo que divinamente quiero tener, sino también la capacidad para llegar a ser tan perfecto como Dios Mismo.

El héroe en nosotros clama por la Justicia de Dios. El mendigo en nosotros clama por la Compasión de Dios. El héroe en nosotros sabe perfectamente bien que, si Dios ejerce Su Justicia, pronto podrá correr más rápido que lo más veloz y llegar a ser más sabio que el más sabio. Dios verterá abundantemente sobre él Su más excelente Altura de Cuidado y Deleite de Amor. Pero si no somos héroes, Dios está vertiendo constantemente Su Compasión sobre nosotros, a fin de hacernos grandes, buenos y divinos.

El mendigo en nosotros es también la holgazanería en persona. Mendiga, pero sólo por un rato; luego abandona por completo. No tiene la suficiente determinación para mendigar constantemente. El mendigo en nosotros quiere la Compasión de Dios sin condiciones. Dios puede dar Su Atención y Su Amor incondicionales al mendigo en nosotros, pero hay muchas posibilidades de que, una vez que lo hayamos conseguido, no lo apreciemos, porque nos fue dado sin condición alguna. Cuando Dios hace algo incondicionalmente y el hombre no hace nada para merecerlo, el hombre no lo valora. Por consiguiente, Dios siempre espera que hagamos algo –que lo intentemos, que imploremos– para que así valoremos Sus regalos. Dios puede darnos cualquier cosa que queramos, cualquier cosa que necesitemos, pero nosotros mismos no estaremos satisfechos, no estaremos complacidos, a menos que hayamos aportado nuestro grano de arena al Plan Cósmico de Dios.

Dios anhela fervientemente que algún día el mendigo en nosotros deje de mendigar y comience a elegir como un héroe divino, un héroe supremo que sabe lo que quiere y que, para conseguirlo, ofrece su cuerpo, vital, mente, corazón y alma como ardiente sacrificio. No debemos continuar siendo siempre como mendigos. Es nuestro deber ineludible el de llegar a ser héroes divinos y vivir la vida del supremo heroísmo. ¿Cuál es el supremo heroísmo? El supremo heroísmo es entregarnos sin cesar y sin condiciones, de manera que Dios pueda colmarse en y a través de nosotros a Su propia Manera. Cuando Él se colma a Su propia Manera, significa que está liberando, colmando e inmortalizando a Su dilatada y extensa Realidad Cósmica.

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18 de julio, 1977
En tránsito al Centro Sri Chinmoy en Connecticut