La canción del ego

Adelphi University, Garden City, Nueva York
15 de abril de 1970

Mi ego necesita.
Mi alma tiene.
Mi ego intenta.
Mi alma hace.
Mi ego conoce el problema que hay.
Mi alma se convierte en la respuesta que hay.
No estoy solo.
Dentro de mi ser sin luz:
mi ego, mi muerte desnuda.
No estoy solo.
Dentro de mi corazón blanco-nieve:
mi alma, y la llama de mi espíritu.

El ego es el ladrón de ladrones. Por no hablar de las experiencias comunes y corrientes, incluso las realizaciones le tienen miedo a este intruso.

Sentir la ausencia de ego es tan difícil como ver la presencia constante de Dios en uno mismo.

El ego ayuda a que la esclavitud crezca. La esclavitud, a cambio, ayuda a que el ego florezca y corra frenéticamente.

La auto-pena, la auto-indulgencia y los llantos emocionales egoístas no son sino un mismo defecto con diferentes nombres.

Oh pequeño ego, oh gran ego, no os preocupéis. Ambos tenéis la Compasión de Dios a vuestra disposición. Así como no hay diferencia entre un arroyo y un río cuando entran en el mar, tampoco hay diferencia entre una persona corriente y una persona importante cuando se sumergen en el Mar de la Compasión de Dios.

El ego es la diversidad en la acción no satisfactoria. La entrega es la unidad en la acción satisfecha, la manifestación satisfecha y la perfección satisfecha.

La auto-publicidad no puede ni siquiera tocar los pies de la realización de Dios. La realización de Dios no puede rebajarse para tocar ni siquiera la cabeza de la auto-publicidad.

Creerse uno mismo siempre grande es creer que la lucha y la pericia son innecesarias.

No cabe duda, el hombre es infinitamente superior a una bestia salvaje. Pero siempre bebe de dos botellas de veneno: una botella es el ego y otra es la duda. Hasta que no haya eliminado estas dos botellas, el hombre no es más que un animal superior.

Esforzarse por hacer algo único es bueno indudablemente, pero es mejor saber si esa cosa única es lo que Dios quiere que hagas.

La diferencia entre Dios y el hombre es esta: el hombre es el ‘yo’ determinante. Dios es el ‘Nosotros’ categórico.

Feliz es el que ha superado todo egoísmo. Bienaventurado es el que ve a Dios emerger desde el mar de su ego.

Desde el momento en que apartamos de nuestros ojos el espejo de la auto-adulación y sostenemos ante nosotros el espejo de la Verdad, vemos un medio-animal saltando dentro y fuera de nosotros.

No te destruyas con tu oscuro y salvaje ego. El suicidio es la peor barrera posible para alcanzar la meta de la autorrealización. Si te destruyes, en vez de comenzar tu próxima vida desde donde te marchaste en ésta, tendrás que retroceder a un punto muy anterior.

Hay una derrota que nos proporciona un triunfo mayor incluso que el de la victoria. ¿De qué derrota se trata? La derrota de tu ego por tu alma.