La ofrenda-alma de la India1

La ofrenda-alma de la India es la luz perenne de los Upanishads. Los Upanishads le ofrecen al mundo en toda su extensión, el logro supremo de la vida Hindú despierta e iluminada.

Los Vedas representan la vaca. Los Upanishads representan la leche. Necesitamos la vaca para que nos dé leche, y necesitamos la leche para alimentarnos.

Los Upanishads son también llamados el Vedanta. El significado literario de Vedanta es “el fin de los Vedas”. Pero el significado espiritual de Vedanta es “la crema de los Vedas, lo más selecto del saber interno, el objetivo, la meta de la vida interna”. El Muktika Upanishad nos dice algo bastante significativo:

Tilesu tailavad vede vedantah supratisthitah

Como el aceite en la semilla de sésamo, el Vedanta está establecido esencialmente en cada parte de los Vedas.

Los Upanishads nos dicen que hay dos tipos de conocimiento: un Conocimiento Superior y un conocimiento inferior. Paravidya es el Conocimiento Superior, y aparavidya es el conocimiento inferior. El Conocimiento Superior es el descubrimiento del alma. El conocimiento inferior es el cumplimiento de las incontables demandas del cuerpo.

De acuerdo a nuestra tradición India, en algún momento hubo mil ciento ochenta y ocho Upanishads. Cada uno provenía de una rama, shakha, de los Vedas. De éstos, doscientos Upanishads hicieron su propia aparición, y de estos doscientos, ciento ocho Upanishads son ahora rastreables. Si un buscador quiere obtener algún vislumbre de la Verdad, la Luz, la Paz, la Dicha, debe entonces estudiar asiduamente estos ciento ocho Upanishads. Si un buscador real, un buscador genuino, quiere obtener luz abundante de los Upanishads, debe entonces estudiar trece Upanishads principales. Si estudia los principales Upanishads, y al mismo tiempo quiere vivir la Verdad que estos Upanishads encarnan, entonces podrá ver el rostro de la Divinidad y el corazón de la Realidad.

Los trece Upanishads principales son: Isa, Katha, Kena, Prasna, Mundako, Mandukya, Chandogya, Brhadaranyaka, Taittiriya, Aitareya, Svetasvatara, Kaivalya, y Maitri.

Tad ejati tan naijati tad dure tad vad antike…

Eso se mueve, y Eso no se mueve. Eso está lejos, y Eso mismo está cerca. Eso se halla dentro de todo esto; Eso se halla también fuera de todo esto.

El Isa Upanishad contiene este mensaje especial para nosotros. Para la mente deseosa, este mensaje es insulso, nebuloso, desconcertante y confuso. Para el corazón aspirante, este mensaje es inspirador e iluminador. Para el alma reveladora, este mensaje es colmador e inmortalizador. Brahman, Dios, en Su aspecto absoluto, es inmutable; pero en Su aspecto condicionado, Él está en constante cambio, constante transformación, constante evolución, constante revelación, constante manifestación y constante plenitud.

Además, el Isa Upanishad reconcilia el trabajo y el conocimiento, el Uno y lo Múltiple, el Dios impersonal y el Dios personal, de una manera asombrosa. El trabajo hecho de manera desapegada es conocimiento real. Cuando intentamos ver a Dios conscientemente en todo y en todos, nos ofrecemos fervorosamente a la acción dedicada. Este conocimiento es acción. El Uno y lo Múltiple: necesitamos al Uno para nuestra auto-realización; necesitamos lo Múltiple para nuestra auto-manifestación. El Dios impersonal y el Dios personal: cuando vivimos en el Dios impersonal, vemos la Verdad en su Visión iluminadora; y cuando vivimos en el Dios personal, vemos la Verdad en su Realidad reveladora.

El Hijo de Dios declaró: “Yo y mi Padre somos Uno”. El Chandogya Upanishad hace una audaz afirmación, hasta cierto punto más atrevida, y al mismo tiempo más convincente:

Tat twam asi.

Tú eres Eso.

¿Qué significa? Significa que tú no eres otra cosa que Dios. ¿Quién más es Dios, sino tú?

Un amante de Dios llamó a la Puerta-Corazón de Dios. Dios, desde dentro, dijo, “¿Quién es?”

El amante de Dios dijo, “Soy yo”. La puerta siguió cerrada. El hombre llamó y llamó. Finalmente se marchó.

Al cabo de una hora regresó. Llamó a la Puerta-Corazón de Dios. Dios, desde dentro, dijo, “¿Quién es?”

El amante de Dios dijo, “Soy yo”. La puerta permaneció cerrada. El hombre llamó y llamó a la puerta en vano. Finalmente se marchó.

Al cabo de otra hora, regresó nuevamente y llamó a la Puerta-Corazón de Dios. Desde dentro, Dios dijo, “¿Quién es?”

El amante de Dios dijo, “Mi eterno Amado, soy Vos”. Dios abrió inmediatamente su Puerta-Corazón.

Cuando un buscador siente este tipo de unidad íntima e inseparable con Dios, Dios le abre Su Puerta-Corazón y le ofrece Su Trono mismo.

Los videntes upanishádicos no sintieron necesidad de acudir a algún centro espiritual, ninguna necesidad de ir a un templo, ninguna necesidad de escuchar una charla o un sermón o incluso de estudiar libros. Dios era su único libro externo, y Dios era su único profesor interno. La realización de Dios era su única necesidad, y la manifestación de Dios era su única realidad.

El gran filósofo alemán Schopenhauer exclamó, “En el mundo entero no existe un estudio más beneficioso y más elevador que el de los Upanishads. Ha sido el consuelo de mi vida; será el consuelo de mi muerte. Son el producto de la más elevada sabiduría”.

Los Upanishads nos ofrecen tres lecciones. La primera lección es Brahman. La segunda lección es atman. La tercera lección es jagat. Brahman es Dios, atman es el alma, y jagat es el mundo. Cuando meditamos en Brahman, nuestra vida crece en la Dicha inmortalizadora. Cuando meditamos en el alma, nuestra vida deviene una evolución veloz y consciente. Cuando no rechazamos al mundo, nuestra vida se convierte en manifestación colmadora.

Si estudias los Upanishads, no de una manera superficial o rutinaria, sino con la claridad de la mente, entonces verás que tú y Dios, Dios y tú, sois eternos. Y si estudias los Upanishads con la receptividad de tu corazón, verás que tú y Dios sois iguales. Y finalmente, si estudias los Upanishads con la luz de tu alma, llegarás a descubrir que allá en el Cielo tú eres el Dios esotérico y realizado, y acá en la tierra tú eres el Dios exotérico y manifestado.

Nayam atma balahinena labhyo.

El alma no puede ser conquistada por el débil.

La fuerza interna destrona al ídolo que había sido instalado por el temor y la duda. Cuando tu fuerza interna aflore, el cobarde, el dudador en ti, será transformado en la refulgente luz del alma.

Los Upanishads son el anverso de la moneda cuyo reverso es la conciencia. Existen tres estados de conciencia ordinaria: jagrti, svapna y sushupti. Jagrti es el estado de vigilia, svapna es el estado de sueño, sushupti es el estado de sueño profundo. Existe otro estado de conciencia que se llama turiya, la conciencia pura del Más Allá Trascendental.

El Mandukya Upanishad nos ofrece un regalo sumamente significativo. Nos habla acerca del Alma Universal. El Alma Universal tiene dos aspectos: vaisvanara y virat. El aspecto microcósmico se llama vaisvanara_; el aspecto macrocósmico se llama _virat. Jagrti, el estado de vigilia; vaisvanara, la condición física; y la letra ‘A’ de Aum, el símbolo sonoro de Prakrti, la energía primordial, forman la primera parte de la Realidad. Svapna, el estado de sueño; taijasa, las brillantes impresiones intelectuales; y la ‘U’ de Aum forman la segunda parte de la Realidad. Sushupti, el estado de sueño profundo; prajna, el conocimiento intuitivo; y la ‘M’ de Aum forman la tercera parte de la Realidad. Turiya, el cuarto estado de conciencia, a la vez encarna y trasciende estos tres estados de conciencia. Por un lado, constituye una de las cuatro partes; por otro lado, es el todo culminante, el fin, la Meta misma. Turiya es la Realidad eterna, más allá de todo fenómeno. Turiya es el Brahman Trascendental. Turiya es Sactchidananda –Existencia, Conciencia y Deleite. Es aquí, en turiya, donde un buscador altamente avanzado en la vida espiritual o un Maestro espiritual pueden realmente escuchar el sonido silente, Aum, el secreto supremo del Creador.

La riqueza suprema de los Upanishads es el Ser:

Yato vaco nivartante aprapya manasa saha…

De dónde las palabras, el poder del discurso, regresan con la mente desconcertada, la meta inalcanzada.

Este Ser no puede ser alcanzado por la brillantez mental. Sólo puede ser alcanzado con un corazón aspirante y una vida dedicada.

Este Ser Trascendental está cubierto aquí en el mundo de la relatividad por cinco envolturas distintas: annamaya kosha, la envoltura del físico denso; pranamaya kosha, la envoltura de la fuerza vital; manomaya kosha, la envoltura mental; vijnanamaya kosha, la envoltura del conocimiento avanzado y desarrollado; y anandamaya kosha, la envoltura de la Dicha. Hay tres tipos de cuerpos que corresponden a estas cinco envolturas. Estos cuerpos se llaman sthula sharira, suksma sharira, y karana sharira. Sthula significa ‘físico denso’, y sharira significa ‘cuerpo’. Suksma significa sutil, y karana significa ‘causal’. El cuerpo físico, sthula sharira, contiene annamaya kosha, la sustancia material. Suksma sharira, el cuerpo sutil, contiene pranamaya kosha, manomaya kosha, y vijnanamaya kosha. Karana sharira, el cuerpo causal, contiene anandamaya kosha, el campo de la Dicha.

En una noche oscura y tenebrosa aparecen las luciérnagas. Ofrecen su luz y sienten que son ellas quienes han ahuyentado la oscuridad. Después de un rato, las estrellas comienzan a brillar, y las luciérnagas se dan cuenta de su capacidad insuficiente. Después de un rato aparece la luna. Cuando la luna aparece, las estrellas ven y sienten cuán tenue e insignificante es su luz en comparación con la luz de la luna. Al cabo de unas horas, aparece el sol. Cuando el sol aparece, la alegría y el orgullo de la luna también son destrozados. La luz del sol ahuyenta toda oscuridad, y la luz de las luciérnagas, las estrellas y la luna, palidecen en insignificancia.

Este es el astro sol. Pero cada uno de nosotros tiene un sol interno. Este sol interno es infinitamente más poderoso, más hermoso, más luminoso que el astro sol. Cuando este sol aparece y brilla, destruye la oscuridad de milenios. Este sol brilla a través de la Eternidad. Este sol interno se llama el Ser, el Ser Trascendental.


UPA 1. Universidad de Princeton, Princeton, NJ, 22 octubre 1971