Esta vida es una oportunidad dorada que nos ha dado el Supremo, pero la oportunidad es una cosa y el logro es otra. Nuestra evolución espiritual, nuestro progreso interno, es muy firme, muy lento y, al mismo tiempo, sumamente significativo. Naturalmente, hay personas que durante cientos o miles de encarnaciones seguirán un ciclo normal, natural, de nacimiento y muerte. Hasta que un día en la Eternidad de Dios, ellas realizarán a Dios. Pero hay algunos aspirantes sinceros, genuinos, que hacen la fervorosa promesa de que, en esta encarnación, aquí y ahora, realizarán a Dios. Lo dicen, a pesar de saber que esta no es su primera ni su última vida. No quieren esperar a una encarnación futura; sienten que es inútil vivir sin la realización de Dios y quieren tenerla tan pronto como sea posible. En tales casos, si viene la muerte y todavía no tienen la realización, la muerte es una obstrucción. Si alguien que está destinado a morir a los cincuenta años está aspirando con toda su alma y, con la aprobación del Supremo, puede retrasar su muerte otros veinte o treinta años, ¿qué va a hacer durante ese período? Va a continuar su aspiración sincera, su más profunda meditación, su más elevada contemplación. Será como un corredor que avanza veloz hacia la Meta sin obstrucción alguna. Durante estos veinte o treinta años adicionales, puede que alcance el punto más lejano, donde se halla su Meta.
Pero si la muerte interfiere, entonces no realiza a Dios en esta vida. En la encarnación siguiente, son muy pocas las almas que pueden retomar el hilo de su aspiración pasada inmediatamente. En cuanto uno entra en el mundo, las fuerzas cósmicas no-divinas vienen y le atacan, y la ignorancia, las limitaciones e imperfecciones del mundo intentan cubrir al alma. En los años formativos de la infancia, uno no recuerda nada. Un niño es inocente, ignorante e indefenso. Entonces, después de algunos años, su mente comienza a funcionar; cuando tiene entre ocho y doce años, la mente lo complica todo. Por tanto, durante los primeros once, doce o trece años de la encarnación siguiente, casi todas las almas, a pesar ser muy grandes y espirituales, olvidan sus logros pasados y su profunda súplica interna.
Hay Maestros espirituales o grandes buscadores que tienen algunas experiencias elevadas en su infancia, o que comienzan a pensar en Dios o a cantar sus alabanzas a una edad muy temprana, pero generalmente no hay un fuerte lazo de conexión entre los logros del alma en su pasada encarnación en la tierra y estos años de infancia de la presente encarnación. Hay un enlace, un enlace muy sutil, pero no funciona de forma significativa durante los primeros doce o trece años.
Algunas almas no vuelven a recuperar la aspiración de su pasada encarnación hasta la edad de cincuenta o sesenta años. Desde el punto de vista espiritual, estos cincuenta o sesenta años en la encarnación siguiente son una absoluta pérdida de tiempo. Por tanto, si uno pierde cincuenta años en esta encarnación, y en la encarnación pasada ha perdido veinte o treinta años, tenemos entonces ochenta años malgastados. En este caso, digo que la muerte es una verdadera obstrucción. Tenemos que apartar esa obstrucción con nuestra aspiración, nuestra aspiración inquebrantable. La aspiración debería ser como una bala, debería atravesar el muro de la muerte.
Pero, aunque pueda llevar cierto tiempo, antes o después, el ser interno aflorará conscientemente y la persona, en su nueva encarnación, comenzará a rezar y a meditar en Dios con la mayor fuerza y sinceridad. En ese momento, verá que nada de su pasado se ha perdido realmente. Todo ha sido guardado en la conciencia de la Madre Tierra, que es el banco común para todos. El alma sabrá cuánto ha logrado en la tierra, y todo eso está guardado y seguro en el banco de conciencia de la tierra. Si depositas dinero en el banco aquí, puedes irte a otro país y después de seis años o más regresar y retirar tu dinero. El alma hace lo mismo después de haber abandonado la tierra por diez o veinte años. Todos los logros del alma están guardados intactos en la conciencia de la Madre Tierra. La Madre Tierra los devuelve de nuevo cuando el alma regresa a trabajar por Dios en la tierra.
Nada se pierde excepto el tiempo. Pero es mejor realizar a Dios lo antes posible, de modo que no perdamos nuestra aspiración consciente otra vez en ese período transitorio. Si podemos continuar en la tierra cincuenta o cien años con tremenda y sincera aspiración, podemos conseguir mucho. Si obtenemos ayuda real de un Maestro espiritual, es posible realizar a Dios en una encarnación, o en dos o tres. Si no hay un verdadero Maestro, o no hay aspiración sincera, entonces lleva cientos y cientos de encarnaciones.From:Sri Chinmoy,Más allá-dentro (Una filosofía para la vida interior)., Agni Press, 1975
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