Nadie puede negar el hecho de que cada paso de progreso que el mundo ha dado ha provenido tanto de las sonrisas de la prosperidad como de las lágrimas de la adversidad.
La adversidad, como la pobreza, no es un pecado. Un mérito que nadie puede negarle a la adversidad es que nos ayuda a ser más fuertes interiormente. Cuanto más fuertes somos dentro, más brillantes somos fuera.
«Sin sufrimiento, no hay salvación», le dice la maestra adversidad a su estudiante, el hombre.
«Sin deleite del alma, no hay salvación», le dice la maestra prosperidad a su estudiante, el hombre.
El que tiene miedo a estudiar en la escuela de la adversidad, jamás puede esperar una educación perfecta en la vida.
El infortunio amenaza a la prosperidad; la esperanza ignora la adversidad.
¡Cuán a menudo nuestra aspiración es forzada a entrar en acción por la terrible adversidad! Pero en la gloriosa prosperidad, rara vez se asoma.
Sin caída no hay subida. Así como un luchador sostiene el trofeo sólo después de haber sufrido numerosas caídas, también ha de experimentarse el infierno antes de ganar el Cielo.
¿Qué es el fracaso sino una importante porción, no reconocida, en la configuración de nuestro fructuoso éxito completo?
El fracaso puede tener una medicina reconfortante para aliviar sus pesares, y esa medicina es el consuelo. El fracaso puede tener una medicina vigorizante para aliviar sus pesares, y esa medicina es la fuerza de voluntad.
El mundo está salpicado de dificultades. En cierto sentido, está lleno de espinas, pero si te calzas unos zapatos puedes caminar sobre las espinas. ¿De qué están hechos estos zapatos? Están hechos de la Gracia de Dios.From:Sri Chinmoy,Más allá-dentro (Una filosofía para la vida interior), Agni Press, 1975
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