La vida es una realidad en continuo progreso. Esta es la firme convicción de la ambición.
La ambición es un conato de autoexpresión y autoextensión. Cuando está basada en la extensión del ego, la llamamos autoengrandecimiento. Cuando está basada en la iluminación del alma, deja de ser ambición y se convierte en una misión divina.
Si desechas tu ambición cuando todavía estás en la vida no aspirante, ¡mira!, te conviertes en un príncipe del letargo.
Si abrazas la ambición en tu vida aspirante, ¡mira!, te conviertes en un convicto condenado. Nunca puedes salir de lo finito.
En tu vida externa, la ambición es la cumbre más elevada. En tu vida interna, la ambición es la noche más oscura. En tu vida externa, cuanto más te acercas a la tierra de la ambición saciante, más poderosa es tu prometedora seguridad. En tu vida interna, cuanto más te alejas de la ribera de la ambición, mayor es la fuerza de la Protección de Dios para ti.
Antes de devenir un aspirante, la ambición es tu objetivo más elevado. Una vez que has devenido un aspirante, la ambición no solo es un objetivo bajo, sino una seria caída.
Ten la seguridad de que la ambición no es aspiración. La ambición quiere dirigir el mundo. La aspiración implora por servir al Creador en Su creación.
La ambición es una pasión humana, que nunca estará satisfecha. La aspiración es una glorificación divina, que siempre estará satisfecha.
La ambición es el final de la realización humana. La aspiración es el comienzo de la realización divina.
La ambición es la hija elegida del hombre. La aspiración es la hija elegida de Dios.From:Sri Chinmoy,Más allá-dentro (Una filosofía para la vida interior)., Agni Press, 1975
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