¿Qué más puede hacer nuestra fuerza de voluntad? Esta fuerza de voluntad, que es la luz del alma, puede entrar en la realidad antes que ninguna otra cosa. Nosotros llamamos a la puerta de la realidad con nuestra sinceridad, nuestra pureza, nuestra aspiración, nuestra dedicación y nuestra devoción. Llamamos a la puerta de la realidad, pero tal vez transcurren días o meses antes de que esta puerta se abre efectivamente para nosotros. Pero cuando la determinación divina, la fuerza de voluntad divina, llama a la puerta de la realidad, esta se abre inmediatamente de par en par. ¿Por qué? ¿Tiene la realidad miedo a la determinación del hombre? ¡No! La realidad abre enseguida sus puertas a la fuerza de voluntad porque ve dos cosas al mismo tiempo: ve que la fuerza de voluntad tiene la capacidad de encarnar la realidad, mientras que otras cualidades tal vez no tengan la fuerza necesaria para encarnar de inmediato la realidad cuando ésta se impone sobre ellas. Y además, la realidad ve que cuando quiere manifestarse en la tierra, es la fuerza de voluntad humana, transformada en fuerza de voluntad divina, quien asume el desafío de ayudar. Las otras cualidades divinas del hombre vacilan; cuando la realidad quiere manifestarse a través de ellas, sienten que aún no ha llegado el momento adecuado. Dicen: «Nos estamos preparando. Por favor, danos un poco más de tiempo». Pero, cuando la realidad acude a la fuerza de voluntad, la realidad siente tremenda alegría y tremendo deleite porque ve que la fuerza de voluntad humana está dispuesta a sentarla sobre sus hombros y llevarla a todas partes.
Si Dios viene y se para justo delante de nosotros, con nuestra pureza diremos: «Oh Dios, estoy sumamente agradecido de que me hayas dado pureza». Con nuestra humildad diremos: «Oh Dios, estoy sumamente agradecido de que me hayas dado humildad». Con nuestra paz diremos: «Oh Dios, estoy sumamente agradecido que me hayas dado paz». Ofreceremos gratitud, pero sentiremos todavía alguna vacilación en cuanto a usar estas cualidades. Sentiremos que quizás no somos lo suficientemente humildes, que quizás no tenemos la suficiente paz. En lugar de eso, ya sea externa o internamente, deberíamos decir: «Oh Dios, tengo esta cualidad; ahora, utilízame». Pero cuando tenemos fuerza de voluntad, inmediatamente decimos: «Oh Dios, Tú me has dado pureza, paz y otras cualidades divinas. Ahora estoy listo para servirte. Dime, por favor, qué puedo hacer».
Por muy débil que sea la fuerza de voluntad humana en comparación con la firme Fuerza de Voluntad de Dios, ella dirá: «Dios, estoy preparada para colmarte. Dime lo que debería hacer, por favor. Quiero ser Tu instrumento. Quiero ser Tu héroe y Tu guerrero dinámico. Mi poder puede ser limitado, pero estoy dispuesto a usar esta cualidad limitada. ¿Quieres sentarte sobre mis hombros? Entonces siéntate. ¿Quieres que corra para Ti? Pues correré. Si quieres darme algo que hacer, lo haré. Aunque pueda romperme las piernas en el camino, haré lo mejor que pueda para Ti». Esta determinación, esta fuerza de voluntad nunca jamás tiene miedo de hacer o decir nada. Sabe que su fortaleza surge desde el alma y que el alma tiene a Dios como su propiedad.From:Sri Chinmoy,Más allá-dentro (Una filosofía para la vida interior), Agni Press, 1975
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