Determinación y voluntad

Si queremos desarrollar la determinación, no debemos pensar en el vital inferior o emocional, sino en el vital dinámico y energético. No debemos pensar en nosotros como el vital agresivo, que disfruta con suma alegría de la depresión y de la frustración, sino como el vital que está lleno de determinación. Si el vital quiere conseguir algo a toda costa, se trata entonces del vital no-divino. Pero este vital no-divino tan solo destruye nuestras posibilidades y nuestro potencial. Adoptando medios inapropiados, malempleando nuestra determinación, no podemos conseguir nada. Pero si el vital quiere trabajar devotamente y con tremenda sinceridad, es decir, si necesita la verdad y no va a descansar hasta conseguirla, ese es el vital divino. El vital divino anhela todo lo positivo. Necesita Luz. Sin la Luz no estará satisfecho. Necesita Poder divino: el Poder que construye, no el poder que destruye. Necesita Amor divino: el amor que expande, no el amor humano que acaba en frustración.

Supongamos que un niño ha comenzado a estudiar en la escuela primaria y dice: «Tengo la determinación de conseguir un doctorado; no abandonaré los estudios hasta que lo logre». Si su determinación es muy sincera, el niño alcanzará algún día su objetivo. Del mismo modo, en la vida espiritual, si el vital hace la promesa de traer la Paz, la Luz y la Dicha de lo alto en medida infinita, está destinado a hacer descender la Paz, la Luz y la Dicha finalmente.

Pero la determinación del vital no es suficiente; necesitamos también la voluntad del alma. La determinación, en última instancia, viene desde el alma. Cuando empleamos este poder en el plano físico, vital o mental —es decir, en el plano externo— lo llamamos determinación. Pero cuando lo empleamos en el plano interno o psíquico, lo llamamos fuerza de voluntad, la luz del alma. La fuerza de voluntad es el término espiritual que utilizamos para la determinación. Cuando la luz del alma penetra en el vital, podemos tener una determinación unidireccional; esta determinación intensa y unidireccional es la determinación divina, la auténtica fuerza de voluntad.

En la vida ordinaria, cuando tenemos la determinación de hacer algo, mantenemos nuestra determinación por cinco minutos y luego desaparece por completo. Si tratamos de lograr determinación por nuestra cuenta, esta no va a perdurar; pero, una vez que conocemos lo que es la fuerza de voluntad del alma, vemos que se mantiene por muchos años, incluso toda la vida.

La determinación divina viene automáticamente, si meditamos en el corazón, en la luz del corazón. Cada buscador puede desarrollar la capacidad de hacer aflorar la luz. Si meditamos en algún lugar distinto del corazón, puede suceder que nuestra determinación fluctúe. Supongamos que tenemos la determinación de levantarnos por la mañana a las cinco en punto. Tal vez mañana nos levantemos a las cinco en punto con gran dificultad. Pero pasado mañana, sencillamente nos olvidamos de salir de la cama. No hemos hecho una promesa firme y por tanto nos levantamos a las ocho o a las diez. ¿Por qué? Porque no hemos cargado nuestra batería. Si obtenemos luz divina de nuestra alma durante la meditación y rezamos sinceramente al alma para que nos despierte a las cinco en punto, el alma se sentirá complacida. Incluso si nos hemos acostado a las dos de la mañana, seremos capaces de levantarnos a las cinco; el alma nos despertará. El alma puede tomar la responsabilidad de hacer lo necesario por nosotros. Los buscadores de la Verdad y la Luz procurarán tener siempre acceso libre a la voluntad del alma. Solo si hacemos un esfuerzo consciente para identificarnos con la voluntad de nuestra alma y con la determinación de nuestro ser interno, pueden nuestros esfuerzos tener poder.

From:Sri Chinmoy,Más allá-dentro (Una filosofía para la vida interior), Agni Press, 1975
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