Pero no puede realizarse a Dios de la noche a la mañana. ¡Es imposible! No se consigue un máster en un día, ni siquiera en un año; tal vez se necesiten veinte años de estudio para alcanzarlo. Y la realización de Dios es algo mucho más difícil ya que se requieren numerosas encarnaciones de aspiración y disciplina espiritual para que alguien llegue a realizar a Dios. En cada vida, la posibilidad de tu realización de Dios depende tanto de tu aspiración actual como de tu vida espiritual previa.
Si le dices a un principiante que deberá abandonar de golpe su vida vital inferior, su vida sexual, dirá: «¡Imposible! ¿Cómo voy a hacerlo?». Si debe hacerlo de golpe, jamás entrará en la vida espiritual. Pero, lenta y firmemente, puede ir progresando hacia su objetivo. Si trata de correr demasiado rápido sin tener la suficiente capacidad, sencillamente se caerá al suelo. Perderá cualquier limitada aspiración que posea.
La transformación de la propia vida sexual es como abandonar un mal hábito, pero a veces es más difícil y lleva más tiempo. Supongamos que alguien bebe mucho; si bebe seis o siete veces al día, deja que primero comprenda que eso es un perjuicio para su realización de Dios. Entonces deja que intente beber menos. Si bebe seis veces al día, que cambie a cinco. Mas adelante, que beba cuatro veces por día. Pasado un tiempo más largo, deja que beba tres veces al día. Déjale ir disminuyendo gradualmente su deseo de alcohol.
En nuestra vida humana ordinaria tenemos muchas debilidades; si tratamos de conquistarlas todas de golpe, el cuerpo se resistirá y se romperá. El cuerpo se sublevará y quedaremos hechos pedazos. Debemos tener una voluntad interna real, la voluntad del alma, para conquistar nuestros deseos de manera paulatina y firme. Hemos de disminuir gradualmente nuestras necesidades de sexo en virtud de nuestra aspiración. Habrá una lucha crítica entre la aspiración y el tosco deseo físico, y poco a poco nuestra naturaleza será purificada.
En virtud de nuestro impulso interno, hemos de correr hacia la Luz; veremos entonces que hay una gran diferencia entre el placer y la alegría. Al placer le sigue siempre la frustración, y a la frustración le sigue inevitablemente la destrucción. Pero la alegría va seguida de mayor alegría y de alegría abundante, y en la alegría obtenemos auténtica plenitud.
Si uno entra en la vida espiritual diciendo: «Hoy conquistaré todas mis propensiones inferiores», solo se está engañando a sí mismo. Mañana, su mente física lo torturará con las dudas; su vital impuro y cruel intentará castigarle de todas las maneras posibles. Se sentirá frustrado y dentro de su frustración se cernirá su propia destrucción. La vida del vital inferior debe ser transformada completamente antes de que pueda ocurrir la realización de Dios, pero yo aconsejo a mis estudiantes hacerlo progresivamente y con una determinación sincera.From:Sri Chinmoy,Más allá-dentro (Una filosofía para la vida interior)., Agni Press, 1975
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