11.2 - La devoción

Devoción a Dios

La devoción es la sumisión completa de la voluntad individual a la Voluntad divina. La devoción es adoración. La adoración es el deleite espontáneo que brota desde el corazón. ¿Quién puede ser el objeto de nuestra adoración? Dios. ¿Cómo podemos adorarle? Mediante la entrega de uno mismo.

El hombre ama. Espera amor a cambio. El devoto ama. Pero ama a los seres humanos por amor a su dulce Señor que habita en todo. Su amor respira en la humildad, la alegría espontánea y el servicio desinteresado.

La devoción es el aspecto femenino del amor. Es dulce, energizadora y completa.

Un devoto ve un círculo que es Dios. Entra en él con el clamor de su alma. Entonces, silenciosamente viene y se coloca en el centro del círculo y se convierte en un árbol de éxtasis.

A un niño no le importa saber lo que su madre es; tan solo quiere tener la constante presencia de amor de su madre ante él. Similar es el sentimiento del devoto por su Señor. Muchos se presentan para ayudarle en el viaje de su vida; pero a él no le interesa su ayuda. La Gracia de Dios es su única ayuda y su único refugio. Las torturas del infierno son demasiado débiles para atormentarlo cuando él está con su Señor. Su vida en el infierno es una vida de bienaventuranza perfecta. Sus sufrimientos y tribulaciones en el Cielo no conocen límites si él está allí sin su Señor a su lado.

La devoción es una emoción que conmueve el alma. Permea dinámicamente toda la conciencia del devoto. La devoción es acción. Esta acción está siempre inspirada por el ser interno del devoto.

La devoción da paso al renunciamiento. El verdadero renunciamiento nunca es una vida de aislamiento. El renunciamiento es una completa aversión por la vida animal de la carne. Es también una ausencia total del ego. Una vida de verdadero renunciamiento es una vida que vive en el mundo pero que no obtiene sus valores del mundo.

La devoción es dedicación. La dedicación le da a un devoto su autoplenitud. La autoplenitud es la Infinitud de Dios.

A diferencia de otros, un devoto siente sinceramente que no tiene nada en su posesión excepto su deseo de Dios. Su deseo es su joya. La Gracia de Dios es Su joya. Ofreciendo a Dios su joya, el devoto liga a Dios. Dando a Su devoto Su joya, Dios libera y colma a Su devoto.

La devoción es nuestra dulzura interna. La devoción es nuestra intensidad divina. La devoción es nuestro dinamismo supremo. Dios ama nuestra dulzura blanca como la nieve. Dios aprecia nuestra intensidad divina. Dios admira nuestro dinamismo supremo.

Un corazón de devoción es más puro que la más pura llama. Un corazón de devoción es más veloz que el más rápido ciervo. Un corazón de devoción es más sabio que el más docto sabio.

La profunda permanencia de la Pureza vive en la devoción. La veraz certidumbre de la Velocidad vive en la devoción. La fructífera iluminación de la Sabiduría vive en la devoción.

From:Sri Chinmoy,Más allá-dentro (Una filosofía para la vida interior), Agni Press, 1975
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