Luego, imagina por un par de minutos que tienes un árbol dentro de ti. Este árbol solo tiene tres ramas; los nombres de estas ramas son amor, devoción y entrega. Te sentarás en la rama llamada amor, y allí tú y Dios sois absolutamente uno.
Después te sentarás en la rama llamada devoción. Mientras estás sentado en la rama-devoción, debes sentir que Dios y tú no solo sois uno, sino que hay un tremendo afecto íntimo y un sentimiento de unidad inseparable entre tú y Dios. Dios consagra Su Luz infinita para tu plenitud y tú consagras tu máxima capacidad, cualquier capacidad que tengas, al cumplimiento de la Voluntad de Dios. En la rama de la devoción tu unidad se vuelve más sólida e intensa.A continuación viene la rama de la entrega. Cuando te sientas en la rama de la entrega, tienes que sentir que la unidad que había en la rama del amor, y la intimidad que sentías en la rama de la devoción vinieron a ti únicamente en virtud de tu entrega implícita a la Voluntad de Dios. Tenías la aspiración de llegar a ser uno con Dios, pero no fue tu aspiración lo que te hizo uno con Él. Dentro de la aspiración tenías la luz de la entrega. «Dios, estoy aspirando, pero me he entregado a Ti y depende de Ti satisfacer mi aspiración o dejarme donde estoy». Esta era tu oración.
Cuando te sientas en la rama de la entrega, debes sentir que tu unidad en la rama del amor y tu unidad íntima en la rama de la devoción vinieron debido a la entrega implícita e incondicional que tenías dentro de tu ardiente, ascendente aspiración.From:Sri Chinmoy,Más allá-dentro (Una filosofía para la vida interior)., Agni Press, 1975
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