Gracia y Compasión

Nos volvemos hacia el Señor buscando Su Gracia; Él nos mira buscando nuestra sinceridad.

Una débil plegaria hace descender la Gracia omnipotente de Dios. Tal es la magnanimidad de la Compasión de Dios.

Para un corazón sincero, la Gracia de Dios es más veloz que la lanzadera de un tejedor. Para un corazón insincero, es más lenta que la pereza misma.

Dios puede ser poco amable para quienes piensan, pero Él es todo Amabilidad para quienes sienten.

Aunque el hombre pierde frecuentemente la fe en Dios, Dios nunca pierde Su Paciencia, puesto que sabe bien que Su Gracia está destinada a salvar a la humanidad de los tentáculos de su propia miseria.

Nuestras lágrimas a Dios son nuestra mayor fuerza para hacer descender Su inquebrantable Protección.

Si uno quiere ser iluminado por una palabra de los labios de Dios, esa palabra es Compasión.

Aunque somos responsables ante Dios de todas nuestras acciones, ya sean conscientes o inconscientes, Dios, siendo el Padre, no encuentra modo mejor de tratar con nosotros que aceptar, con Su benigna Compasión, nuestros interminables errores.

Quizá no veamos a Dios personalmente, pero poder darnos cuenta de la relación entre Su Gracia y Su Poder, es tan bueno como verle.

Nosotros ofrecemos nuestro rendido desamparo a Dios desde abajo, Él vierte sobre nosotros bendiciones desde arriba.

La Gracia de Dios y la Justicia de Dios han sido rivales desde el nacimiento mismo de la creación. Pero huelga decir que Su Justicia nunca puede ir al mismo paso que Su Gracia.

A tiempo y destiempo hacemos bromas pesadas y Dios simplemente sonríe. Pero, si alguna vez Dios gasta una broma —y no hace falta decir que lo hace con un propósito establecido y con la más benévola intención— enseguida lloramos amargas lágrimas o nos enojamos violentamente.

Si pensamos en la Justicia de Dios antes de pensar en Su Compasión, nuestros corazones estarán confundidos. Su Justicia quiere que el hombre sea completamente expuesto, pero Su Compasión quiere correr un velo sobre las locuras y las fechorías del hombre.

El universo no es lo suficientemente vasto como para enterrar la Gracia de Dios. Por consiguiente, nunca desaparecerá.

Nuestra enemiga es la ira. La enemiga de la ira es la paciencia. La paciencia tiene también un enemigo llamado ignorancia. Por cierto, la ciega ignorancia también tiene un enemigo, aunque parezca increíble. ¿Cuál es? La Gracia de Dios.

La Compasión de Dios es eso que llega a todos, estando completamente fuera del alcance de la maldad humana.

La Gracia descendente de Dios y el deleite ascendente del hombre son parte integral de la conciencia evolutiva de la tierra.

From:Sri Chinmoy,Más allá-dentro (Una filosofía para la vida interior)., Agni Press, 1975
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