La mente humana, física, ligada a la tierra, está ahora mismo a nuestra disposición; pero la mente superior, la sobremente, la mente intuitiva y la supermente, no se hallan a nuestra disposición. En nuestra vida cotidiana usamos la mente física ligada a la tierra, la cual está contradiciéndose a sí misma constantemente. Por desgracia, rara vez usamos el corazón que es todo amor, todo simpatía, todo diligencia, todo pureza, todo armonía, todo unidad.
¿Por qué digo que se preste mayor atención al corazón y menos a la mente? Porque el corazón se expande. El alma representa nuestra iluminación; y es dentro del corazón donde habita el alma. En la vida espiritual nuestro tesoro es el alma. Únicamente con la ayuda del alma podemos hacer el progreso más rápido en la vida interna y únicamente meditando en nuestro corazón podemos contactar con el alma. Todos los caminos conducen a la Meta, pero hay un camino en especial que nos llevará más rápido que los otros. Ese camino es el corazón. Es más rápido, más confiable y más seguro que cualquier otro camino.
Poseemos dos habitaciones: una es conocida como la habitación-corazón, la otra es conocida como la habitación-mente. Ahora mismo, la habitación-mente está oscura, apagada, impura y reacia a abrirse a la luz. Por tanto, hemos de permanecer en la habitación-corazón, la habitación de la luz, tanto como podamos. Cuando sentimos que nuestro ser entero está cargado de la luz interna que allí se encuentra, entonces podemos penetrar en la habitación-mente e iluminarla. Pero si entramos en la habitación-mente, que está toda oscura, sin luz suficiente, estaremos atrapados allí y nos volveremos víctimas de las ignorantes, no-divinas y recelosas fuerzas de la mente. Esta es la razón por la cual digo a mis estudiantes que fortalezcan primero su ser interno meditando en el corazón.
La luz del alma está disponible en el corazón. Si nos concentramos en el corazón, antes o después, inevitablemente, aflorará la luz del alma. En ese momento sabremos que estamos en posesión de la luz interna y podremos usarla a nuestra dulce voluntad. Entonces podemos penetrar en la habitación-mente para iluminarla. Pero muy a menudo cometemos el error garrafal de entrar en la habitación-mente tan solo porque vemos que está toda llena de confusión y oscuridad. Debemos saber primero si tenemos a nuestra disposición la luz necesaria para iluminar dicha oscuridad. Si no tenemos la luz necesaria, solo debemos entrar en la habitación-corazón. Allí podemos meditar y recibir la luz interna del alma hasta que seamos fuertes internamente. Así pues, no debemos entrar en la habitación-mente al comienzo mismo de nuestro viaje espiritual; para entrar sin riesgo en esa habitación, necesitamos la confianza interna, luz interna y seguridad interna, que provienen del Supremo.From:Sri Chinmoy,Más allá-dentro (Una filosofía para la vida interior)., Agni Press, 1975
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