2.5 - El alma

¿Qué necesita tu alma?

El alma entra en el nacimiento para la experiencia. Y su experiencia será completa cuando haga descender en la materia toda la perfección de lo Divino.

Cada alma necesita involución y evolución. Cuando el alma desciende, es su involución; cuando el alma asciende, es su evolución. El alma penetra en los más bajos abismos de la inconsciencia. Entonces evoluciona de nuevo hasta Satchidananda —Existencia-Conciencia-Dicha—, la triple Conciencia.

El alma entra en la inconsciencia. Durante millones de años permanece allí, profundamente dormida. De pronto, un día su ojo es abierto por una chispa de conciencia del siempre trascendente Más Allá, y entonces llega la hora de la autoindagación. «¿Quién soy yo?» —se pregunta—. La respuesta es Tat twam asi: Tú eres Eso. El alma se estremece; entonces, de nuevo, queda profundamente dormida. Una vez más entra en el autoolvido. Más preguntas surgen después de algún tiempo: «¿De quién soy?». Soy de Eso. «¿De dónde he venido?». De Eso. «¿Hacia Quién estoy regresando?». Hacia Eso. «¿Para Quién estoy aquí en la tierra?». Para Eso.

Entonces el alma está satisfecha. El alma está ahora plenamente preparada para su viaje ascendente a lo alto, lo más alto, lo altísimo. Ahora se inicia propiamente la evolución del alma. Desde la vida mineral el alma entra en la vida vegetal; de la vida vegetal va a la vida animal; de la vida animal a la vida humana y de la vida humana a la vida divina. Estando en la vida humana, el alma hace descender la Paz, la Luz y la Dicha de lo alto. Primero le ofrece estas cualidades divinas al corazón, luego a la mente, luego al vital, luego al denso físico. Cuando se produce la iluminación, lo vemos en el corazón, en la mente, en el vital y en el cuerpo físico.

¿Qué necesita el alma? Tu alma necesita plenitud absoluta; quiere lograr esta plenitud absoluta, no en el Cielo sino aquí en la tierra. Si lo crees imposible, puedes continuar durmiendo durante unos cuantos siglos. No hay nada malo en ello. Pero si sientes que la vida divina es posible, entonces el alma susurra en tu oído: «¡Levanta, despierta!». Y si sientes que es tan posible como practicable, entonces el alma te dice sonriente: «Camina, marcha, corre». Finalmente, si sientes que la absoluta plenitud de la vida divina no solo es posible y practicable sino también inevitable, solo entonces la Inmortalidad te atraerá. Tuya es la Meta, tuyo es el Reino de la Verdad y el Deleite.

Basado en tu conocimiento presente, me dices que el alma no existe. Si hubiera un alma, ¿cómo es que a lo largo de toda tu vida jamás has llegado a vislumbrarla? Humildemente te digo que tu experiencia no es prueba alguna contra la existencia del alma. ¿Podemos ver un microbio a simple vista? No, jamás. Hasta que no tenemos un microscopio, la existencia del microbio es pura imaginación. Pero el microscopio nos fuerza a revisar nuestra orgullosa opinión. En un instante hace añicos nuestra firme convicción e ilumina nuestra apagada ignorancia. De manera similar, mientras no tengamos una conciencia iluminada o el poder de la visión espiritual, la existencia del alma puede parecer una enorme alucinación mental.

Quizá te preguntes si el alma es una porción de tu corazón. No, no lo es. ¿Una porción de tu mente? Ridículo. ¿Una porción de tus órganos sensoriales? Absurdo. ¿Una porción no visible de nuestro cuerpo físico? Imposible. ¿Qué es entonces? ¿Qué es tu alma, a fin de cuentas?

Es la mensajera autoradiante de Dios dentro de ti. No conoce nacimiento, decadencia, ni muerte alguna. Es eterna. Es inmortal.

Tu alma es única. Dios quiere manifestarse y colmarse dentro de ti de un modo sin precedentes. Dios tiene una Misión divina en particular que cumplir únicamente a través de tu alma. Y para cumplir esa Misión Suya en particular, utilizará tu alma, y no otra, como Su instrumento.

¿Quieres que tu vida esté al servicio de Dios de manera que puedas cumplir Su Misión? Si es así, entonces, aquí y ahora, devuelve al alma su trono. Has alejado al alma y has colocado al ego en el trono de tu vida. Dale una cordial bienvenida al alma y únete a ella. En ese momento, el temor te abandona, la ignorancia te abandona y, finalmente, la muerte te abandona. La Eternidad te da la bienvenida. La Infinidad te da la bienvenida y, finalmente, la Inmortalidad te da la bienvenida.

From:Sri Chinmoy,Más allá-dentro (Una filosofía para la vida interior), Agni Press, 1975
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