Capítulo V: La renuncia

La comparación estaba a la orden del día. Aún lo está. Quizá seguirá siendo así siempre, especialmente en el campo de la manifestación. La renuncia y la acción desinteresada son ahora comparadas. Esta es la petición de Arjuna.

«A ambas ensalzas, oh Krishna, a la renuncia y a la acción desinteresada. Dime decisivamente de una vez por todas, ¿cuál es la mejor de las dos?».

La respuesta inmediata de Sri Krishna es: «Ambas conducen a la Dicha Suprema, pero la acción es más fácil, la acción es superior».

El Divino Maestro aclara, sin embargo, que la renuncia no puede conseguirse en un abrir y cerrar de ojos y que conseguir el fruto de la renuncia sin la acción desinteresada es casi imposible.

Yoga es acción liberada de separatividad. La conciencia de un sentimiento separado es la muerte de la renuncia. La acción ejecutada con un sentimiento de unidad universal es el nacimiento glorioso de la renuncia.

Hay dos escuelas. Una enseña la renuncia a cualquier clase de trabajo. La otra enseña la ejecución de la acción, de la acción correcta. Una escuela dice: «Deja de actuar». La otra dice: «Comienza a actuar». ¡Ay! Como el mensaje del Gita no ha sido verdaderamente comprendido en la India, en ese país abundan tanto los rígidos ascetas, como los hombres de acción carentes de luz.

De la acción surge la acción. La acción, como tal, nunca puede poner fin a la acción. La acción es continua. La acción es perpetua. No importa cuán dura y largamente trabajemos, la mera acción nunca puede mostrarnos la Faz del Supremo. Quien trabaja para el Supremo y solamente para el Supremo es un verdadero karma yogi. De hecho, el karma yogi es también el gran renunciante, pues nada busca, nada rechaza. Las preferencias y las aversiones tienen la misma importancia para él. Bajo su alto dominio se encuentran todos los pares de opuestos, que existen para afirmarlo, para colmarlo, para coronarlo con la victoria, interna y externa.

Las enseñanzas de Krishna apuntan a una Meta: la Dicha suprema. Los temperamentos humanos tienen que diferir. Los seres humanos tienen tendencias e inclinaciones diversas. Siendo así, es difícil para Arjuna determinar el camino más inmediato y más directo.

La acción y la renuncia son idénticas. La acción es el árbol. La renuncia es su fruto. Una no puede ser más grande que otra. El árbol y el fruto crecen en el seno del Infinito, para ser amados por la Eternidad y abrazados por la Inmortalidad.

From:Sri Chinmoy,Comentario del Bhagavad Gita: el Canto del Alma trascendental, Rudolf Steiner Publications, Blauvelt, New York, 1971
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