Ahora mismo, la muerte nos ayuda, en cierto sentido; nos permite hacer un descanso. Así, cuando regresamos, llegamos con una nueva esperanza, una nueva luz y una nueva aspiración. Pero si tuviéramos una aspiración consciente, una llama ascendente ardiendo continuamente en nuestro corazón, veríamos que la muerte física puede ser conquistada fácilmente. Amanecerá un día en que la muerte no será necesaria; pero ahora mismo no tenemos esa capacidad; somos débiles. Los Maestros espirituales, las almas liberadas, sin embargo, poseen el dominio sobre la muerte; no obstante, abandonan su cuerpo cuando el Divino quiere que lo hagan.
Una persona común que haya llevado la carga de una familia entera a lo largo de veinte, treinta o cuarenta años, dirá: «Estoy cansada; ahora necesito parar». Para ella, la muerte tiene verdaderamente significado; el alma se dirige a la región del alma y disfruta de una breve tregua. Pero para un guerrero divino, para un buscador de la Verdad Última, la muerte no tiene sentido; él desea hacer su progreso continuado, sin detenerse. Así pues, procurará vivir en aspiración constante, eterna aspiración. Y con esa aspiración eterna intentará conquistar la muerte para poder ser una eterna manifestación exterior del Divino en él.From:Sri Chinmoy,Muerte y reencarnación: El viaje de la Eternidad, Agni Press, 1973
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