Si el Supremo desea apartar a alguien de nuestra vida, debemos aceptarlo. «Que se haga Tu Voluntad». Si ésta es nuestra actitud, sentiremos la mayor alegría. Y esta alegría rinde el mayor servicio al que va a partir. Cuando nos sometemos totalmente al Supremo, esta sumisión deviene en una fuerza y una energía suplementarias para el alma que se dispone a partir y que está sufriendo aquí, en la esclavitud. De este modo, si sometemos verdaderamente nuestra voluntad a la Voluntad del Supremo, esta sumisión verdaderamente proporcionará paz, paz duradera, al alma que se dispone a abandonar la escena terrestre.
Los que han empezado a meditar y a concentrarse tienen vislumbres momentáneos de sus encarnaciones pasadas. Si creemos que hemos tenido un pasado y sabemos que tenemos un presente, podemos también sentir que tendremos un futuro. Sabiendo esto, debemos estar siempre conscientes de esta verdad: que no existe la muerte. En el Bhagavad-Gita se dice: «Al igual que una persona desecha su vieja ropa y se pone otra nueva, el alma se deshace de su cuerpo físico y toma uno nuevo». Cuando sabemos que la persona que va a morir tan sólo está dejando su viejo cuerpo antes de aceptar otro nuevo, y la persona moribunda tiene el mismo conocimiento, ¿cómo puede haber miedo alguno?
No sabemos lo que es realmente la muerte; por ello, deseamos permanecer en la tierra el mayor tiempo posible. Pero la verdadera muerte no es la disolución del cuerpo físico. La verdadera muerte, la muerte espiritual, es otra cosa.From:Sri Chinmoy,Muerte y reencarnación: El viaje de la Eternidad, Agni Press, 1973
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