II. ¿Es la muerte el final?

¿Es la muerte el final? 1

La muerte no es el final. La muerte nunca puede ser el final.

La muerte es el camino. La vida es el viajero. El alma es el guía.

Cuando el viajero está cansado y agotado, el guía le instruye para que se tome un descanso más o menos largo, y después su viaje comienza otra vez.

En la vida ordinaria, la verdadera victoria de la muerte ocurre cuando la persona sin aspiración disfruta en el lodazal de la ignorancia. En la vida espiritual, cuando el aspirante no implora por una luz, dicha y poder más elevados, ese es el nacimiento de su muerte.

¿Qué podemos aprender de la vida interior, la vida que desea la extinción de la muerte? La vida interior nos enseña que la vida es conmovedoramente preciosa, que el tiempo es fructíferamente precioso. La vida sin la aspiración del tiempo está desprovista de sentido. El tiempo sin la aspiración de la vida es inútil.

Nuestra mente piensa en la muerte. Nuestro corazón piensa en la vida. Nuestra alma piensa en la inmortalidad. La mente y la muerte pueden ser trascendidas; el corazón y la vida pueden ser expandidos; el alma y la inmortalidad pueden ser colmadas.

Cuando la mente y la muerte sean trascendidas, el hombre tendrá un nuevo hogar: la Luz, la Luz del Más Allá. Cuando el alma y la inmortalidad sean colmadas, el hombre tendrá una nueva meta: el Deleite, el Deleite trascendental.

Hoy, el hombre piensa que la muerte es una necesidad inevitable. Mañana, sentirá que la inmortalidad es una realidad inequívoca.

Por desgracia, la mayoría albergamos concepciones equivocadas sobre la muerte. Pensamos que la muerte es algo extraño, algo destructor. Pero debemos saber que, ahora mismo, es algo natural, normal y, hasta cierto punto, inevitable. El Señor Krishna le dijo a Arjuna: «Oh Arjuna, segura es la muerte para el que ha nacido, y seguro el nacimiento para el que ha muerto. Por consiguiente, lo que es inevitable no debería ser una causa para tu tristeza».

El Chandogya Upanishad nos enseña algo significativo: «¿Qué debemos hacer cuando se acerque la hora de la muerte? Debemos refugiarnos en tres pensamientos sublimes: somos indestructibles; nunca podemos ser quebrantados; somos la esencia misma de la vida». Cuando la hora de la muerte se acerque, si sentimos que jamás podremos ser destruidos, que nada puede quebrantarnos y que somos la esencia misma de la vida, ¿dónde está entonces la tristeza, dónde el miedo, dónde la muerte? No hay muerte.

Sarada Devi, la consorte de Sri Ramakrishna, dijo algo muy significativo: «La diferencia entre la persona espiritual y la persona común es muy sencilla, fácilmente distinguible. Una persona común llora y vierte amargas lágrimas cuando la muerte se le aproxima; por el contrario, una persona verdaderamente espiritual reirá abiertamente a su llegada, porque para él la muerte es una diversión, nada más».

Aquí tenemos que decir que la persona espiritual entra en el juego cósmico; deviene en un instrumento consciente del juego cósmico. Por eso sabe que la muerte no es una extinción, sino sólo un descanso más o menos largo.

Una y otra vez tendremos que regresar al mundo. Tenemos que trabajar para Dios aquí en la tierra. No hay escapatoria. Tenemos que colmar a lo Altísimo en la tierra. Dios no nos permitirá malgastar y dilapidar las facultades y posibilidades del alma. Imposible.

Las palabras inmortales de Kipling proclaman:

> Regresarán, regresarán de nuevo,

> mientras la roja Tierra dé vueltas.

> Él nunca ha malgastado una hoja o un árbol.

> ¿Creen que desperdiciaría almas?

Cada encarnación nos está conduciendo a una vida más elevada, a una vida mejor. Todos nos encontramos en un proceso de evolución; cada encarnación constituye un peldaño en la escalera de la evolución. El hombre está progresando consciente e inconscientemente; pero si progresa conscientemente en cada encarnación, está acelerando su evolución espiritual. La realización se producirá mucho antes para él que para quienes están progresando inconscientemente.

Sabemos que nuestro viaje comenzó en la vida mineral y luego entró en la vida vegetal. Después en el reino animal. Desde allí hemos llegado al mundo humano; pero éste no es el final: todavía tenemos que transformarnos en seres divinos. Mientras no nos hayamos transformado y divinizado, Dios no estará satisfecho con nosotros. Él sólo puede manifestarse en nosotros y a través de nosotros cuando estamos totalmente transformados e iluminados. Por ello, cuando pensamos en nuestra evolución, interior y exterior, deberíamos experimentar abundante alegría. No perdemos nada, absolutamente nada, en esta denominada muerte.

Jalalu’d-din Rumi nos habla de la evolución en palabras hermosas y conmovedoras:

> Como piedra morí y resurgí de nuevo como planta.

> Como planta morí y me levanté como animal.

> Animal morí y nací como humano.

> ¿Qué debería temer? ¿Qué he perdido con la muerte?

¿Qué es la muerte después de todo? La muerte es un niño dormido. ¿Y qué es la vida? La vida es un niño que juega, canta y danza en todo momento ante el Padre. La muerte es el niño dormido dentro del corazón del Piloto Interno. La vida es inspiración. La vida es aspiración. La vida no es la mente intelectual. La vida no es un juego de frustración. ¡No! La vida es el mensaje del la divinidad en la tierra. La vida es el canal consciente de Dios para colmar la divinidad en la humanidad sobre la tierra.

Hay mucha verdad en estas palabras de Confucio: «No conocemos la vida, ¿cómo podemos conocer la muerte?» Pero me gustaría decir que podemos conocer la vida. Si realizamos que la vida es la plasmación de la Verdad, la Luz, la Paz y la Dicha de Dios, sabremos lo que la vida verdaderamente es y podremos reconocer la muerte como un mero descanso, necesario en nuestro estado actual de evolución.

Llegará un día en que el descanso no será necesario en absoluto. Únicamente la Vida reinará suprema -- la Vida del Más Allá, la Vida del siempre trascendente Más Allá. Esta vida no es ni puede ser el monopolio de un sólo individuo. Cada ser humano ha de estar rebosante de esta Vida del Más Allá siempre trascendente, porque es en esta Vida Divina donde Dios se manifestará sin reservas, aquí, aquí en la tierra.


DR 24. El 9 de noviembre de 1970, durante su primera gira de conferencias en Europa, Sri Chinmoy dio esta charla en la Universidad de Kent, Canterbury, Inglaterra.

From:Sri Chinmoy,Muerte y reencarnación: El viaje de la Eternidad, 1973
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