III. Un relato del Más Allá

Un relato del Más Allá 2

Quisiera decir algunas cosas sobre el fallecimiento de Buddy [VG]. El día en que abandonó su cuerpo, sus sobrinos pequeños me preguntaron: «¿Dónde está nuestro tío Buddy?». «Él está en el Cielo con Dios», les dije. Entonces preguntaron: «¿También podemos ir nosotros allí?». «Ciertamente», respondí, «podéis ir, pero sólo cuando vuestro Padre, vuestro Padre eterno, os invite. Cuando vuestro padre físico os pide acudir a él, vosotros vais corriendo; pero cuando él está en alguna otra habitación y no os llama, no vais. Igualmente, cuando Dios, el Padre eterno, llama a un hijo en particular, éste acude».

Entonces preguntaron: «¿Por qué no podemos ir?». «No podéis porque ese lugar está muy, muy, muy lejos y necesitáis un billete especial», les dije. «Cuando quieres ir de un sitio a otro, compras un billete y vas. Para ese lugar hay un billete especial y un dinero especial, entonces, cuando los tienes, puedes ir allí». «¿Está él pensando en nosotros?», preguntaron. «Él piensa en vosotros constantemente. Piensa en vosotros y os bendice, y su alma os ayudará y os guiará».

El primer día que Buddy tuvo el ataque fatal, su madre, Karuna, me telefoneó de madrugada. Me concentré en él y al momento descubrí que su muerte estaba tan sólo a unos minutos. De inmediato, entré en mi conciencia trascendental más elevada e invoqué al Supremo y a Su Gracia descendente. Después, esa tarde, sobre las seis en punto, el periodo crítico habría pasado y él se salvaría. A esa hora en concreto, mientras meditaba, vi a su alma entrando en mi habitación y me dijo: «Sálvame, sálvame». Le respondí: «Ya estás salvado. El Supremo te ha salvado».

«Fue salvado en ese momento, pero podéis preguntaros, ¿cómo es que ahora, un mes después, ha abandonado el cuerpo?». Mi respuesta es que hay un Plan cósmico y Dios tiene derecho a cambiar este Plan cósmico según Su Voluntad. Primero, el alma de Buddy estaba luchando con voluntad férrea por permanecer en la tierra, y nosotros nos identificamos con su alma. Con nuestra oración, nuestra concentración, con la fuerza que pusimos en el físico, con el clamor de nuestra alma, él permaneció en la tierra. Pero su alma vio que, después de haberse curado, su cuerpo físico no iba a ser capaz de completar la elevada misión que él estaba poniendo ante sí. Cuando su alma hizo emerger esta alta, altísima visión justo delante de su nariz, su cuerpo al principio estaba temeroso de aceptar esta visión y realidad. Pero el alma convenció al cuerpo de que, no con este cuerpo, sino con otra forma, con otro cuerpo, él se colmaría a sí mismo, a Dios y a la humanidad. Esa mañana, a las 10:15, el Supremo y su alma tomaron la decisión de que él abandonaría el cuerpo. Inmediatamente después, entré en el mundo oculto y lo galardoné con la bendición, el afecto de mi alma y todo mi amor y dulzura. Aproximadamente una hora después, su alma salió volando de la jaula.

Dos o tres días antes, su madre sintió que Buddy estaba despidiéndose. Lo sintió porque su cuerpo, mente corazón y alma estaban totalmente unidas con su hijo. La decisión fue tomada exactamente a las 10:15 de la mañana, pero el corazón de la madre vio la verdad antes incluso de que existiera. Debido a su unidad psíquica con Buddy, su sentimiento intuitivo se lo hizo saber antes incluso de que Dios tomara la decisión.

Si actúo como cualquier ser humano corriente que no se identifica con la Voluntad del Supremo, estoy preparado para decir, desde lo más profundo de mi corazón, que la muerte de Buddy fue una terrible derrota. Perdemos en el campo de batalla de la vida, donde cada segundo es una oportunidad para el alma de lograr, materializar y manifestar aquí en la tierra. Porque me identifiqué con él, lloré y lloré desde lo más profundo de mi corazón. Creedme, personalmente puedo estar en mi conciencia más elevada y también en la más baja. Cuando estoy en el físico, sufro. Lo primero que dije fue: «Es mi derrota, porque puse tanta concentración, tanta fuerza en él...». Pero, desde el punto de vista espiritual, esta pérdida, esta derrota, no fue tal. Cuando estamos identificados con la Voluntad del Supremo, sentimos que Su Voluntad es todo compasión y todo satisfacción. En el momento en que todos nos hubimos rendido a la Voluntad del Supremo, Buddy dejó el plano físico. Su madre, su hermana, él y yo, entramos todos en la Voluntad del Supremo y dijimos: «Que se haga Tu Voluntad».

Ahora, ¿por qué no nos rendimos al principio a la Voluntad del Supremo? En primer lugar, en este mundo estamos identificados con lo físico. Tratamos de poseer a nuestro ser querido tanto como podemos. Y en segundo lugar, sentimos que quizá la Voluntad de Dios sea que él viva, para que su alma pueda obtener más experiencias internas en el campo de la manifestación. Pero nuestro Ser más elevado es siempre uno con el Supremo, y desde allí vemos la Visión eterna y la Realidad eterna. Cuando somos uno con el Supremo, sentimos la eternidad como nuestra. Buddy estuvo en la tierra cuarenta y dos años, pero su nombre espiritual, Asim, significa vida eterna, ilimitada, infinita. Es la vida infinita la que el alma posee y atesora.

Cuando vi a Buddy en el hospital antes de morir, me dijo: «Ayúdame a salir del hospital vivo». Le dije que sin duda él iba a estar bien. No fue falsa compasión, sino mi sentimiento genuino, y ese sentimiento era mi visión. Dios es todo amor; Dios es todo sabiduría. Y aunque la decisión de Dios es definitiva, Él puede cambiar Su Voluntad y tomar otra decisión. Más tarde, unas tres horas después de abandonar el cuerpo, él me dijo: «Estoy más vivo que nunca».

¿Qué significa «vivo», en este caso? Para gente corriente, para quienes no creen en Dios, es absurdo. Se burlarán de mí. Pero aquellos que han entrado en la vida interna, sentirán que Buddy está viviendo ahora en la Vida eterna. Anteriormente estuvo en la vida ligada a la tierra por cuarenta y dos años. En ese tiempo tuvo muchas, muchas experiencias, pero en comparación con las experiencias que está teniendo ahora en un solo segundo fugaz, esas experiencias terrenales no son nada. En un fugaz segundo, él está teniendo miles y millones de experiencias en el mundo interno, y estas experiencias son de las que nos llenan dentro y fuera. Cuando Buddy murió, el alma de mi madre física descendió del mundo de las almas y llevó su alma hasta el mundo vital. Luego, mi amigo más cercano, mi mayor admirador, mi hermano espiritual Jyotish, que falleció hace tres años, vino y llevó a Buddy a descansar en un mundo muy elevado. Fui allí a visitarle. Está muy feliz. Me senté junto a él y ¿qué me dijo? Dijo que su cuerpo físico era chatarra. «¿Querías que me quedara con ese cuerpo?». ¿Y qué podía yo decirle? «¡Chatarra!», esa fue su palabra. Quiso que me quedara con él un rato y me hizo sentar. Entonces hicimos todo tipo de bromas divinas y me contó algunos secretos, que he compartido con los miembros de su familia. Puedo decir algunas cosas sobre su preocupación por sus seres queridos, pero no puedo decir los secretos más profundos. Dijo que los niños deben comer más en los próximos tres meses. Luego, anoche vino a mí y me dijo: «Oh, diles a mi madre y a mi hermana, que a partir de ahora no sólo estaré dentro de ellas, sino también para ellas, para ellas, para ellas».

Ayer, su sobrina Holly, me preguntó: «¿Toman comida en el Cielo?». «Desde luego que sí», le respondí. Ahora, estoy seguro de que todos sabéis que aquí en la tierra comemos. Pues bien, también lo hacemos en el Cielo y en el mundo vital. Es un alimento diferente del nuestro. Es como diminutas partículas de azúcar, que tienen un color muy grisáceo. Hace unos diecisiete años, una de mis hermanas, que me tenía mucho cariño, murió. La primera vez que entré en ese mundo vital, ella me dio esa comida. «No puedo comerla», le dije, «es todo hueso; no quiero comer hueso». Ella rió y rió, y me hizo comer. Justo anoche, Buddy me dio esta comida, y junto a él estaban mi madre, mi amigo y algunos amigos suyos. Estábamos todos sentados, cenando. Así pues, quienes creen en la vida interior, la vida espiritual, creerán inmediatamente que este mundo interior es un mundo de realidad. Allí hablamos, comemos, hacemos todo.

Más tarde, los niños preguntaron: «¿Cómo podemos hablar con él?». Les respondí: «Aquí en la tierra, aunque estemos muy lejos de una persona, podemos hablar con ella por teléfono. De un modo similar, hay otro tipo de teléfono para hablar con las personas en el Cielo». Este otro teléfono es la capacidad de la unidad del alma. Todos nosotros, no sólo en la tierra de los sueños o el mundo del espíritu, sino también en este mundo de realidad, podemos entrar en nuestros difuntos mientras meditamos, pero desafortunadamente no lo hacemos. Vivimos en lo físico y no vamos más allá de los límites de lo físico. Por esta razón, no sentimos a nuestros seres queridos, una vez que se han marchado. Pero si profundizamos en nuestra meditación, podremos verlos concretamente, justo delante de nuestros ojos.

Ahora mismo, el alma de Buddy está en el mundo de la luna, que es considerado una de las esferas más elevadas en el mundo espiritual. Hay gran cantidad de mundos, pero este mundo de la luna está lleno de purísima alegría, deleite y tranquilidad. Pronto Buddy estará con nosotros de nuevo. En pocos años lo veremos en un cuerpo diferente, y podré deciros que su alma ha encarnado en una forma diferente. Le dije que su madre, hermana, hermano, padre y todos sus seres queridos quieren verlo. Él dijo: «¿Verme? Me tendrán». De modo que lo tendrán en una forma diferente, un cuerpo diferente.


DR 25. En otoño de 1968, uno de los discípulos de Sri Chinmoy murió. Esta es una charla espontánea que Sri Chinmoy dio en el Centro de Nueva York poco después de la muerte de este discípulo.

From:Sri Chinmoy,Muerte y reencarnación: El viaje de la Eternidad, 1973
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