Espiritualidad

La espiritualidad es el anhelo consciente del hombre por Dios. La espiritualidad nos dice que Dios, hoy incognoscible, será mañana conocible, y pasado mañana llegará a ser totalmente conocido.

Debemos necesitar a Dios por Dios mismo. Dios puede colmarnos a nuestra manera, pero nosotros somos quienes no estaremos verdaderamente satisfechos cuando Dios nos complazca a nuestra propia manera. Nuestro corazón que clama, nuestro corazón aspirante, nuestro corazón iluminado, nunca estará satisfecho, a menos que esté complaciendo a Dios a la Manera propia de Dios.

Un principio sin comienzo nos dice que la espiritualidad es una planta de aspiración. Esta planta crece y crece; crece eternamente. Un final sin fin nos dice que la espiritualidad es un árbol de entrega. Este árbol rinde frutos divinos, y estos frutos nos llegan en virtud de nuestra unidad constante, consciente y entregada, con nuestro Amado Supremo.

La verdadera espiritualidad es nuestra aceptación consciente de la vida, y no la anulación, ni la negación, ni la aniquilación de la vida. Necesariamente tenemos que aceptar la vida y cambiar radicalmente el rostro de la vida en la imagen misma de nuestro Amado Supremo.

La espiritualidad le dice al corazón: “Oh corazón, ¿por qué permaneces inseguro? ¿No sientes que dentro de ti habita el Todopoderoso, el Señor Supremo? No debes sentirte inseguro, puesto que tú eres quien puede proclamar al mundo entero que dentro de ti vive la Presencia del Amado Supremo. Entre todas las partes del ser, has sido tú elegido como el primero y el más digno de los instrumentos para guiar a la mente, al vital y al cuerpo hacia el alma. Finalmente el alma los traerá hasta mí”.

La espiritualidad le dice a la mente: “Oh mente, no pienses más. Tu poder de pensamiento no es más que confusión. Confundes a los demás miembros de tu familia –el cuerpo, el vital y el corazón– y, al mismo tiempo, tú misma estás confundida cuando te abandonas al mundo del pensamiento. Sé sabia y permanece callada”.

La espiritualidad le dice al vital: “Oh vital, no supliques; ya que por más que poseas las cosas que suplicas, esas posesiones no te van a satisfacer. Dentro de esas posesiones mismas habrá un llanto por tener más posesiones. Si suplicas, serás siempre como un mendigo. Por más que consigas, seguirás insatisfecho e incompleto. Así que no andes por ese camino. Tu súplica debe acabar”.

Finalmente, la espiritualidad le dice al cuerpo: “Oh cuerpo, ¿cuánto tiempo vas a dormir? ¿No sabes que has estado durmiendo desde tiempo inmemorial? A causa de tu sueño de ignorancia, el resto de los miembros de tu familia no son capaces de alcanzar la Ribera Dorada, la Meta destinada. Oh cuerpo, ¡no duermas! La Meta sólo es para quienes están despiertos. ¡Despierta! ¡Levanta! El resto de los miembros de tu familia correrán a la máxima velocidad en cuanto tú te vuelvas activo y dinámico y deseches los grilletes del sueño de la ignorancia”.

La espiritualidad le dice al buscador que no viva en el antiguo pasado, que no viva en el remoto futuro, sino en la inmediación del día de hoy, en el eterno Ahora. Este eterno Ahora abarca al hombre –la semilla que aspira–, y a Dios –el Fruto que todo lo nutre.

22:00

11 de julio, 1977

Capilla de San Pablo

Columbia University Nueva York, Nueva York

From:Sri Chinmoy,Aspiración-Everest. Vol.1, Agni Press, 1977
Obtenido de https://es.srichinmoylibrary.com/ea_1