Miedo a la vida interna2

Extraño es este mundo nuestro. Más extraño es nuestro entendimiento humano. Extrañísimo es nuestro miedo a la vida interna.

La mayoría no sabemos lo que es la vida interna. ¿Qué es la vida interna? Es la vida que vive para crecer y crece para vivir. Crece en la visión ilimitada del alma. Vive en la muy sublime plenitud del alma. Esta vida interna actúa siempre conforme a la luz transformadora y colmadora del alma. Si no conoces tu alma, en el mundo de la sabiduría divina serás acusado de ignorancia absoluta. Cuando conoces tu alma, inmediatamente estás familiarizado con Dios.

Por favor no olvides tu gran promesa a Dios. Antes de venir al mundo, antes de ponerte la vestimenta humana, Le dijiste a Dios, tu dulce Señor, con toda tu sinceridad disponible, que participarías en su Lila (Drama) divino. Él te dijo: «Hijo Mío, cólmame y cólmate tú al mismo tiempo en la Tierra.» Estabas divinamente estremecido, tu alegría no tenía límites. «Padre, lo haré», dijiste. «Que mi fervorosa promesa sea merecedora de Tu compasivo Mandato.»

Como lo quiso el infortunio, has olvidado ahora por completo tu promesa. Aquí en la Tierra no quieres colmar a Dios, sino a ti mismo. Tu mente apagada te induce a traicionar a Dios, y así lo haces. Sientes que la satisfacción de Dios debe venir solamente a través de tu propia satisfacción. Si no ocurre de esta manera, no estás preparado para sacrificar ni un ápice de tu aliento de vida para complacer a Dios aquí en la Tierra. Tu promesa divina vierte amargas lágrimas de fracaso. Huelga decirlo, tratar de colmarte a ti mismo antes de haber colmado a Dios es poner la carroza delante del caballo. Es el colmo del absurdo.

Quizá a estas alturas ya sepas lo que te ha hecho fracasar en tu más sincera promesa a Dios. Es tu miedo. Si te pregunto cuántos enemigos tienes, me dirás: «bastantes.» Pero debo decir que estás equivocado. Tienes tan sólo un enemigo, eso es todo, aunque parezca un ejército por sí mismo. Este único enemigo tuyo es el miedo, tu miedo inconscientemente atesorado.

Tienes miedo de la vida interna. Sientes que en cuanto te lances a la vida interna estarás perdido, completamente perdido, como un bebé en el bosque. Tal vez pienses también que al aceptar la vida interna estás construyendo castillos en el aire. Finalmente, tal vez sientas que aceptar la vida interna es como arrojar tu muy preciada vida en la boca de un león rugiente que devorará por completo a ti y a tu vida externa.

Tienes innumerables y dulces sueños. Quieres transformarlos en realidad. En todos tus sueños quieres disfrutar del mundo o quieres ofrecer tu decisiva contribución al mundo en general; pero sientes que si te embarcas en la vida interna, serás privado de todos estos logros inestimables. Así que ahora es el momento en que el miedo hace su aparición, y naturalmente comienzas a apartarte de la vida interna. El miedo comienza a torturarte; trata de limitarte y atarte.

Desafortunadamente, tu vida flaquea ante este deplorable error. Pero si una vez, tan sólo una vez, con la ayuda de tu meditación todo-energizante, pudieras llevar hasta el mundo interno el miedo que tan largamente has atesorado, verías que allí el miedo pierde su existencia misma. En un abrir y cerrar de ojos se vuelve uno con la fortaleza dinámica de tu vida interna.

Si verdaderamente quieres poseer el mundo externo, tienes que poseer primero el mundo interno, y no al contrario. Si verdaderamente quieres disfrutar del mundo externo, primero debes disfrutar del mundo interno, y no al revés. Si tu corazón anhela servir a la humanidad, primero tienes que servir a la divinidad interna. Infalible es esta verdad.


EL 2. Universidad de las Indias Occidentales, Kingston, Jamaica, 12 de enero de 1968

From:Sri Chinmoy,Luz oriental para la mente occidental, Agni Press, 1973
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