A pesar de ser real, el cuerpo siente que es irreal. Siempre intenta descubrir la realidad en alguna otra cosa, en alguna otra persona, en algún otro lugar. El cuerpo, siendo inconsciente, siente que carece de la Verdad, la Realidad y la Plenitud. Siempre siente que es un mendigo. Según el cuerpo, la Realidad es algo estático. Y sintiendo que no se halla en absoluto cerca de la Realidad eterna, el cuerpo busca algún otro tipo de realidad.
Tomemos el ejemplo de una muchacha hermosa. Todos saben que es sumamente hermosa. La belleza es una realidad en ella. Pero ella no está satisfecha con su belleza. Siente que alguna otra persona es más hermosa que ella, tal vez incluso alguien a quien los demás consideran fea. No importa cuantas veces sus más queridos le dicen: «La bella eres tú. Nadie más es tan bella como tú», ella no está satisfecha. Este es el caso, no sólo con la belleza física, sino con cualquier realidad que exista en el plano físico.
El físico no está ni puede estar satisfecho con sus propias posesiones. Siente que otros tienen verdad, luz, belleza y alegría, mientras que él no. La naturaleza misma del físico es sentir que es el mendigo eterno. Quiere algo de algún otro lugar, ya sea de los seres humanos o del Cielo. Siempre hay un sentido de descontento en el físico. El físico es de manera natural el asiento del descontento.
El caso del alma es distinto sin embargo. El alma siente constantemente que ya lo tiene todo de Dios en medida infinita, y que tiene el potencial de albergar la Infinitud. Está satisfecha con su realidad, porque sabe lo que tiene y en lo que puede convertirse. Sabe que tiene la capacidad de revelar lo Infinito, ya sea hoy o mañana. Está satisfecha con lo que tiene ahora mismo; y también está satisfecha con lo que tendrá, lo que hará y lo que revelará en lo Infinito y para lo Infinito. La naturaleza misma del alma es permanecer satisfecha; vive en la satisfacción divina. Muy a menudo el cuerpo obtiene alegría y aún sigue insatisfecho. Pero el alma vive en constante alegría porque ve la Realidad eterna.
El alma es consciente de la verdad de que la Realidad es tanto estática como dinámica. El alma está satisfecha porque ve la Realidad en su más alta, en su más profunda, en su todo penetrante conciencia. El cuerpo nunca ve la Realidad desde todos los ángulos, nunca ve la Realidad en su sentido último, de la manera en que debe ser vista, sentida y realizada.
El cuerpo quiere sentir la Realidad a su manera —es decir, separándola en trozos infinitesimales y viéndola de pizca en pizca. Pero el alma quiere ver la Realidad en todas sus fases, en todas sus actividades tanto dinámicas como estáticas, en todos los incidentes terrenales y las experiencias Celestiales. El alma no limita a la Realidad. Ve la Realidad en su infinitud, siente la Realidad como la expresión infinita de lo Absoluto, y siempre procura identificarse con la Realidad en sus infinitas formas de expresión y realización. Aunque el cuerpo está intentando obtener la Realidad más alta, que es tanto estática como dinámica, nunca puede mirar o sentir la Realidad a menos que se entregue totalmente y sin reservas a la sabiduría del alma.
El cuerpo humano ordinario es la imperfección personificada. Esta imperfección puede ser transformada en perfección sólo cuando el cuerpo se ofrece voluntariamente a la siempre creciente luz, sabiduría y dicha del alma. Un día va a amanecer en que el cuerpo hará esta ofrenda. Entonces el cuerpo y el alma correrán juntos para colmar la Misión del Supremo —la misión de la transformación de la naturaleza, la misión de la revelación, manifestación y cumplimiento de la Verdad más elevada aquí, sobre la tierra.
EL 23. Siliman University, Dumaguete City, Filipinas, 1 de noviembre de 1969↩
From:Sri Chinmoy,Luz oriental para la mente occidental, Agni Press, 1973
Obtenido de https://es.srichinmoylibrary.com/el