Gorakshanath se sintió miserable, pero tenía que escuchar el mandato de su Maestro. Así que abandonó a Matsyendranath y permaneció alejado durante seis años. Al cabo de esos seis años regresó al lugar donde había partido de su Maestro. Cuando llegó allí, preguntó a sus hermanos discípulos y a la gente que se encontraba en el vecindario si sabían dónde estaba su Maestro. Todos dijeron, “No podemos decirte dónde se encuentra tu Maestro”. Gorakshanath trató de convencerlos diciendo que no había visto a su Maestro en seis años y que era el discípulo más querido de Matsyendranath, pero todos dijeron, “¡No!, no eres su discípulo más querido. Sólo estás dándote importancia. Y si eres su discípulo más querido, deberías entonces escuchar su mandato. Nos dijo que a nadie se le debería dejar saber dónde se encuentra”.
Finalmente, Gorakshanath se puso furioso. “¡Ahora os maldeciré! –dijo–, durante doce años no vais a tener lluvia en absoluto. Eso significa que no habrá cosechas, ni comida, ni agua para beber. Todos moriréis de hambre si seguís aquí. Sólo bajo la condición de que mi Maestro regrese aquí, se levantará esta maldición antes de que transcurran doce años”.
La sequía comenzó de inmediato. Cuando las condiciones se agravaron, el Rey de esa área en particular fue a suplicarle a Gorakshanath que levantase su maldición, pero Gorakshanath rehusó. La sequía continúo durante dos años y medio. Cuando las noticias de la maldición de Gorakshanath llegaron finalmente a oídos de Matsyendranath, este regresó al área inmediatamente. Entonces comenzó a llover. Matsyendranath llegó ante Gorakshanath y dijo, “Estoy muy contento de verte de nuevo”.
Gorakshanath reconoció de inmediato su estupidez. “Perdóname, Maestro”, dijo. “Estoy avergonzado por lo que he hecho a estas personas”.
Pero Matsyendranath le dijo a su discípulo favorito, “No has hecho nada malo. Estas personas estaban todas corruptas. Merecían este tipo de castigo. Esto les ayudará a llevar una vida mejor”.
Gorakshanath dijo, “Pero yo no sabía eso. Yo quería meramente castigarlos. Estaba enfadado. Mi acción fue mala porque mi motivo era malo”.
“No estoy ofreciendo ninguna falsa justificación”, dijo Matsyendranath. “Tu alma sabía que ellos merecían un castigo. Lo que has hecho es correcto”.
Cuando el Maestro usa su poder-compasión, lo usa para proteger a sus discípulos así como para corregir sus errores. El Maestro desea en última instancia la perfección de sus discípulos. La Compasión es el medio. La Perfección es el fin.
El mismo Maestro y el mismo discípulo tuvieron otra experiencia significativa. Gorakshanath tenía un tremendo orgullo ya que había realizado la Verdad y obtenido poder oculto, así que Matsyendranath quiso mostrarle que el uso del poder oculto puede ser extremadamente peligroso.
En una ocasión, un yogui se acercó a Gorakshanath y comenzó a insultarlo a él y a su Maestro Matsyendranath. Gorakshanath le dijo, “¡No te atrevas a hablar así de mi Maestro! ¡Tengo tremendo poder oculto!”
El yogui lo desafió, “¡Demuéstrame tu poder oculto!”
“He aquí un cuchillo. Aunque intentes clavármelo en cualquier parte de mi cuerpo, no podrás herirme en absoluto. Éste es mi poder.”
El yogui comenzó a apuñalar a Gorakshanath, pero ni siquiera un pelo de su cuerpo fue destruido. Entonces el yogui le dijo, “Muy bien. Cada vez que te golpeé se produjo un sonido. Aunque no fuiste herido, mis puñaladas produjeron un sonido. Pero si tú me atacas con el mismo cuchillo, no sólo no podrás herirme, sino que tampoco podrás producir sonido alguno”.
Gorakshanath comenzó a atacar al yogui con el cuchillo, y la afirmación del yogui probó ser verdadera. No hubo ni un sólo sonido. El yogui dijo entonces a Gorakshanath, “Si uno se identifica con el Infinito, entonces ningún sonido se producirá por un golpe. Esto prueba que soy superior a ti en materia de poder oculto”. Complacido con su victoria, el yogui se marchó.
Matsyendranath se hallaba en algún otro lugar cuando todo esto ocurrió, pero Gorakshanath se concentró profundamente en él a fin de hablarle sobre su experiencia. Su visión le informó que Matsyendranath se encontraba en un ashram en Mayapuri, la Ciudad de la Ilusión. Para su enorme sorpresa, vio a su Maestro rodeado de muchas doncellas hermosas. Bailaban a su alrededor y él disfrutaba de la vida vital emocional. Gorakshanath se dijo, “¿Cómo puede ser?, mi Maestro es del más alto orden. Tal vez mi visión es errónea”. Nuevamente Gorakshanath se concentró y vio la misma escena. Esta vez estaba seguro de que su Maestro se encontraba allí. “¡Mi Maestro ha caído!”, pensó. “Rodeado de tantas hermosas doncellas, todas cantando y bailando. Está disfrutando de la vida vital. Debo salvarlo”.
Así que Gorakshanath abrió su centro del corazón y se transportó ocultamente hasta el ashram en Mayapuri. En la entrada, preguntó por su Guru. El guardia de la puerta le dijo, “¿Matsyendranath? ¿Tu Guru? Él ha caído. ¡Quién le ha visto y quién le ve! ¡Ha caído hasta tal punto que cuesta creerlo!”
Gorakshanath inmediatamente quiso ir y rescatar a su Guru, pero las mujeres no le permitían acercarse a Matsyendranath. Gorakshanath tuvo que usar su poder oculto para convertirse en una mujer hermosa y unirse al canto y al baile. Cuando llegó cerca de Matsyendranath bajo lo apariencia de una bailarina, Matsyendranath no pudo reconocer a su discípulo. Entonces Gorakshanath tuvo que usar su poder oculto para hablar con el Maestro.
“¿Maestro, qué estás haciendo aquí?”, gritó. “¿Qué clase de vida estás llevando? Eres un alma que ha realizado a Dios. ¿Qué haces aquí disfrutando de la vida vital?”
Matsyendranath inmediatamente dijo, “Oh, he caído. ¡He caído tan bajo! Ahora sálvame”. Así que Gorakshanath usó su poder oculto y se llevó a Matsyendranath de Mayapuri. Cuando se habían alejado seis o siete millas, Matsyendranath salió de maya, la ilusión, y quedó libre. El discípulo y el Maestro viajaron dos mil millas hasta que llegaron al ashram de Matsyendranath en el norte de la India. Allí, Gorakshanath vio que Matsyendranath tenía dos cuerpos espirituales. Un cuerpo había volado con él mediante el poder oculto, y el otro estaba justo delante de él en el lugar de destino. En cuestión de minutos, el Maestro que había volado con él entró en el otro Maestro que estaba enfrente de él. De pronto, Gorakshanath vio que muchos de los discípulos de su Maestro estaban a su alrededor. Le preguntó a un discípulo, “¿Ha estado el Maestro ausente unos cuantos años?”
“No”, respondió el discípulo, “Durante los últimos años el Maestro ha estado aquí y todos hemos estado con él”.
Entonces Gorakshanath dijo, “¿Cómo puede ser? Maestro, por favor explícame esta experiencia que acabo de tener. No puedo sondear el misterio de lo que ha ocurrido en realidad”.
Matsyendranath respondió, “Tuve que hacer todo esto tan sólo por ti. Tenías todo tipo de poder oculto, pero tu orgullo era demasiado grande. Eras muy austero y rígido en tu vida espiritual. Despreciabas a las mujeres. En repetidas ocasiones te dije que despreciando a las mujeres no podrías perfeccionar y transformar tu vida. No te preocupaba la liberación de las mujeres de la ignorancia. Sentías que las mujeres son una puerta abierta hacia el infierno y que son ellas quienes crean todos los problemas, especialmente los problemas vitales, en la vida de los hombres. Pero esto no es verdad. Son las propias imperfecciones de los hombres las que crean los problemas. Los hombres tienen debilidades; y cuando proyectan estas debilidades sobre las mujeres, sienten que las mujeres son la causa de todos sus problemas. Tanto hombres como mujeres son creaciones de Dios, y ambos tienen que conquistar los movimientos vitales inferiores. Desde el comienzo te he estado diciendo que las mujeres no deben ser rehuidas. Tienen que ser ayudadas, liberadas del lodazal de la ignorancia.
“Eres mi mejor discípulo. Te di todo tipo de poder oculto, pero fuiste derrotado por aquel yogui a causa a tu orgullo. Ahora que tu orgullo ha sido destrozado, deseo decirte algo. Aunque eres mi estudiante y aunque perdiste ante aquel yogui, en no mucho tiempo nos superaras tanto a él como a mí. Hoy eres mi estudiante, pero mañana quizás sea yo tu estudiante. Puesto que hoy has conquistado tu orgullo, puesto que hoy estás viendo la verdad de una manera divina, tu tremendo potencial podrá ahora emerger. Estás destinado a superarnos. Además, cuando te convertiste en una mujer con objeto de acercarte a mí, a fin de poder ayudarme, aprendiste a no esquivar a las mujeres. Llegaste a comprender que hombres y mujeres deben avanzar juntos hacia la Meta trascendental. Ahora que has aprendido de mí esta verdad, no hay nada más que yo pueda enseñarte. Todo lo que tengo te lo he dado, y por la Gracia de Señor Supremo me has superado”. Entonces Matsyendranath juntó sus manos y se inclinó ante su discípulo.From:Sri Chinmoy,Kundalini: el Poder-Madre, Aum Press, 1973
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