Cuando meditamos, no pensamos en absoluto. El objetivo de la meditación es liberarnos de todo pensamiento. Al principio, si pensamientos no divinos u hostiles entran en nosotros, los rechazamos. Gradualmente llegará un momento en que sólo los pensamientos divinos, las ideas divinas se escribirán en la tabla de nuestro corazón. Pero cuando meditamos debemos rechazar el pensamiento tanto como sea posible. El pensamiento es como un punto en la pizarra. Ya sea bueno o malo, está ahí. Sólo si no hay ningún pensamiento podemos crecer hacia la Realidad. En la meditación verdaderamente más elevada, no habrá pensamientos en absoluto. La mente está calma, tranquila, silenciosa. En la meditación profunda, en la meditación intensa, los pensamientos pueden entrar, pero no en la meditación más elevada y más profunda. En ese momento no hay forma, no hay mente en absoluto.
Pensar no tiene nada que ver con la vida espiritual o la meditación. Tenemos que ir más allá del pensamiento. ¿Cómo vamos más allá del pensamiento? A través de la aspiración y la meditación. En el momento en que empezamos a pensar, jugamos con la limitación y la esclavitud. Nuestros pensamientos, por muy dulces o deliciosos que sean en el momento, a la larga son dolorosos, venenosos y destructivos porque nos limitan y nos atan. En la mente pensante no hay realidad. En cada momento estamos construyendo un castillo y al momento siguiente lo estamos derribando. Cuando vamos más allá del pensamiento con la ayuda de nuestra aspiración y meditación, podemos ver y disfrutar de la Realidad de Dios y de la Visión de Dios juntas.From:Sri Chinmoy,Mente de confusión y corazón de iluminación, vol. 2, Agni Press, 1974
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