¿Cuál es el propósito de la vida?

El propósito de la vida es llegar a ser conscientes de la Realidad Suprema. El propósito de la vida es ser la expresión consciente del Ser Eterno.

La vida es evolución. La evolución es un desplegarse desde dentro. Cada vida es un mundo en sí misma. De hecho, cada vida es un microcosmo. Todo lo que palpita en el vasto universo, palpita también en cada vida individual.

Existen dos vidas: la interna y la externa. La vida externa habla acerca de sus principios y luego intenta actuar. Predica en todo momento pero practica muy poco lo que predica. La vida interna no habla; actúa. Su acción espontánea es la manifestación consciente de Dios.

Nuestra vida tiene dos realidades: la exotérica y la esotérica. La realidad exotérica trata con el mundo externo. La realidad externa intenta satisfacerse alimentando los deseos y estimulando las pasiones. La realidad interna o esotérica encuentra la plenitud en el control de las pasiones y la conquista de los deseos, nadando en el vasto mar de la Liberación.

La vida es existencia. La existencia ordinaria proviene de una Existencia más profunda. La existencia no puede venir de la no existencia. La vida proviene de Dios. La vida es Dios. Debemos hacer dos cosas: debemos estudiar la vida muy devotamente y vivir la vida muy divinamente.

Dos cosas debemos tener: imaginación e inspiración. Una vida sin imaginación es una vida de reclusión. Con las alas de la imaginación debemos intentar volar en el Más Allá. Una vida sin inspiración es una vida de estancamiento. Con el dinamismo de la inspiración incesante daremos un nuevo significado a la vida e inmortalizaremos la vida.

El propósito de la vida es realizar a Dios. La realización nunca puede llegar al individuo inactivo. Tenemos que desear la Realización. Tenemos que pagar el precio por ello. No hay alternativa. Una cosa es de capital importancia: diciendo a los demás que tú eres un alma realizada, puede que los convenzas, puede que incluso engañes a tu propio corazón, pero no puedes engañar a Dios.

Para la Realización de Dios, el primer requisito es la Paz. La paz está basada en el amor: el amor a la humanidad y el amor a Dios. La paz está basada también en el desapego: Ni sed de ganancia ni temor a la pérdida; ¡he aquí! la paz es tuya. La paz está basada también en la renuncia. Esta no es la renuncia a las posesiones mundanas sino a las limitaciones y a la ignorancia. Esa paz es la Paz verdadera que no es afectada por el ruido del mundo, externo o interno.

Cuando tienes esa Paz divina, la Realización no puede dejar de llamar a la puerta de tu corazón. Para ser más exactos, el Loto de la Realización comenzará a florecer en tu corazón, pétalo a pétalo. Para la Realización de Dios no son obligatorios los templos, iglesias o sinagogas. Ni tampoco se requiere el tapiz de escrituras y sermones. Lo que es imperativo es la meditación. Esta meditación te hará realizar a Dios el Infinito dentro de tu alma, tu corazón, tu mente y tu cuerpo.

El propósito de la vida es vivir una vida divina. Estamos viviendo en este mundo. Sabemos que el hombre no vive sólo de pan. Necesita del alma para vivir en el mundo de la Realidad de Dios. El alma sola posee la capacidad de ver y sentir lo conocido y lo Desconocido, lo existente y lo no existente, el sueño del pasado, la hazaña del presente y la esperanza del futuro.

Aceptemos la vida interna, la vida espiritual. Los errores en nuestro viaje son inevitables. El éxito sin empeño es la imposibilidad misma. Sin trabajo no hay progreso. Debemos dar la bienvenida a la experiencia puesto que no podemos aprender nada sin ella. La experiencia puede ser alentadora o desalentadora. Pero es la experiencia lo que hace de nosotros seres reales, lo que nos muestra el verdadero significado de nuestra existencia misma.

Seamos todos verdaderamente espirituales. Realicemos a Dios a través de nuestra comunión constante con Él. No necesitamos tener un tiempo o un lugar en particular para nuestra meditación. Debemos trascender la necesidad del tiempo y el espacio. Cuando profundizamos en nuestro interior, sentimos que un instante no puede ser separado de otro, un lugar no puede ser separado de otro. Aspiremos a vivir en el Eterno Ahora de la Realización de Dios, en el Eterno Ahora del Sueño y la Realidad de Dios. Este Sueño es el Sueño de la Trascendencia siempre excelente. Esta Realidad es la Realidad de la Revelación siempre floreciente.

From:Sri Chinmoy,Yoga y vida espiritual. El viaje del alma de la India., Agni Press
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