Comentario del Bhagavad Gita: el Canto del Alma trascendental

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Primera parte

Introducción

Leo el Gita. Porque es el Ojo de Dios. Canto el Gita. Porque es la Vida de Dios. Vivo el Gita. Porque es el Alma de Dios. El Gita es la Visión inmediata de Dios. El Gita es la Realidad directa de Dios.

Dicen que el Gita es un libro hindú, una escritura sumamente significativa. Yo digo que es la Luz de la Divinidad en la humanidad. Dicen que el Gita necesita una presentación. Yo digo que Dios verdaderamente quiere ser presentado por el Gita.

Arjuna es el alma humana que asciende. Krishna es el Alma divina que desciende. Finalmente se encuentran. El alma humana le dice al Alma divina: «Te necesito». El Alma divina le dice al alma humana: «Yo también te necesito. Yo te necesito para automanifestarme. Tú me necesitas para autorrealizarte». Arjuna dice: «Oh Krishna, eres mío, absolutamente mío». Krishna dice: «Oh Arjuna, no hay mío, no hay tuyo. Somos la unidad completa, interna y externamente».

El Gita es un episodio en el sexto libro del Mahabharata. «Mahabharata» significa «Gran India», India la Sublime. Esta epopeya inigualable es seis veces más extensa que La Ilíada y La Odisea juntas. Sorprendente en tamaño y admirable en pensamiento es El Mahabharata. La historia principal gira en torno a una gigantesca rivalidad entre dos facciones de primos. Su reino ancestral fue la manzana de la discordia. Esa rivalidad terminó al final de una gran batalla llamada la Batalla de Kurukshetra.

El árbol genealógico

Santanu tuvo dos esposas: Ganga y Satyavati. Bhishma nació de la unión de Santanu y Ganga; Chitrangada y Vichitravirya de la unión de Santanu y Satyavati. Las dos esposas de Vichitravirya fueron Ambika y Ambalika. Dhritarashtra fue el hijo de Ambika y Vichitravirya; Pandu, el de Ambalika y Vichitravirya. Los cien hijos de Dhritarashtra fueron los Kauravas; los cinco hijos de Pandu, los Pandavas.

Yudhisthira era el heredero legítimo del reino. Su padre, Pandu, había reinado numerosos años, dando la mayor satisfacción a sus súbditos. Finalmente, Pandu se retiró. Se retiró al bosque. Debía sucederle su hijo mayor, Yudhisthira. Y lo hizo con devoción y éxito. Dhritarashtra era el hermanastro mayor de Pandu. Dios le había negado la vista. Curiosamente, el afecto por sus cien hijos cegó también su corazón. Siendo ciego, naturalmente no estaba cualificado para heredar el trono. El hijo mayor de Dhritarashtra era Duryodhana. Le seguían noventa y nueve hermanos. A Yudhisthira, el hijo mayor de Pandu, le seguían solo cuatro hermanos más. Yudhisthira era el orgullo de la Verdad. Duryodhana era el orgullo de la Falsedad. Dios sonreía a través de los iluminados corazones de los cinco hijos de Pandu. El diablo sonreía a través de las mentes sin luz de los cien hijos de Dhritarashtra. El diablo a menudo consiguió abrazar al padre ciego también.

El padre invidente hizo repetidas peticiones, enérgicas y débiles, a Duryodhana, su hijo ciego moral, psíquica y espiritualmente, de que no fuese a la guerra. Vidura, el corazón puro, tío de Duryodhana, fracasó en iluminar la impenetrable mente de Duryodhana. Sanjaya, el prudente auriga de su padre, igualmente fracasó. Tampoco tuvo éxito Bhishma, el mayor y más sabio. Duryodhana sintió que su propio entendimiento era superior. Finalmente, Sri Krishna, el Señor del universo, intentó con sumo fervor evitar la dañina y cruel batalla. Pero la noche de ignorancia en Duryodhana no quiso rendirse de ninguna manera al sol de conocimiento en Sri Krishna.

Setecientos versos hay en el Gita. Cerca de seiscientos son los conmovedores enunciados de los divinos labios del Señor Krishna, y el resto son del implorante, aspirante Arjuna, del clarividente y clariaudiente Sanjaya, y del inquisitivo Dhritarashtra.

El sabio Vyasa inquirió a Dhritarashtra si deseaba ver los hechos y tener conocimiento directo de la batalla, desde el nacimiento hasta la muerte de la misma. El sabio se hallaba más que dispuesto a concederle la visión al ciego. Pero Dhritarashtra no quiso que sus ojos —los ojos que le habían fallado toda la vida— le obedecieran en esta hora terriblemente fatídica para su conciencia y para la vida de su reino, especialmente cuando sus propios hijos se encaminaban a la destrucción. Declinó la amable y generosa oferta del sabio. Su corazón era torturado sin piedad por el peligro inminente de sus parientes. Sin embargo, pidió al sabio conceder ese don a otra persona, de quien él pudiera obtener informes precisos de la batalla. Vyasa consintió. Confirió a Sanjaya el milagroso poder psíquico de la visión para ver los incidentes que estaban sucediendo a una distancia sorprendentemente grande. ¿Es el Gita una mera palabra? No. ¿Un discurso? No. ¿Un concepto? No. ¿Un modo de concentración? No. ¿Una forma de meditación? No. ¿Qué es, entonces? Es La Realización. El Gita es el Corazón de Dios y el aliento del hombre, la Afirmación de Dios y la promesa del hombre.

La inspiración del hinduismo es el interés-alma del Gita. La aspiración del hinduismo es el amanecer-bendición del Gita. La emancipación del hinduismo es la luz-compasión del Gita. Pero decretar que el Gita es monopolio único del hinduismo es absurdo. El Gita es propiedad común de la humanidad.

Occidente dice que tiene algo especial que ofrecer a Oriente: El Nuevo Testamento. Oriente acepta la oferta con profunda gratitud y ofrece a cambio su mayor orgullo: el Bhagavad Gita.

El Gita es único. Es la Escritura de las escrituras. ¿Por qué? Porque ha enseñado al mundo que la emoción pura, la devoción genuina puede fácilmente correr a la par que la filosofía sólida, el desapego dinámico.

Hay dieciocho capítulos en el Gita. Cada capítulo revela una enseñanza específica sobre una forma particular de yoga. Yoga es el lenguaje secreto entre el hombre y Dios. Yoga significa ‘unión’, la unión de lo finito con lo Infinito, la unión de la forma con lo Informe. El yoga revela el secreto supremo: el hombre es el Dios de mañana y Dios es el hombre de hoy. El yoga debe practicarse por amor a la Verdad. De lo contrario, el buscador se verá profundamente decepcionado. Igualmente, la Realización de Dios del hombre es por amor a Dios. De lo contrario, una indecible frustración será la inevitable recompensa del hombre.

El Gita nació en el año 600 a. de C. Su autoría se atribuye al sabio Veda Vyasa. Con una significativa pregunta de Dhritarashtra, comienza el Gita su viaje. Toda la narrativa del Bhagavad Gita es la respuesta de Sanjaya a esa única pregunta de Dhritarashtra. Sri Krishna habló. Mucho. Divinamente, desde el alma. Arjuna habló. Poco. Humanamente, desde el corazón. Dhritarashtra era el oyente. Sanjaya, el clarividente y clariaudiente mensajero de lo divino y lo humano. En muy raras ocasiones, Sanjaya aportó también sus propias y reflexivas observaciones.

Para el cuerpo de Arjuna, Sri Krishna era el pariente, para su corazón, la unión, para su alma, la liberación. Como Dios, iluminó a Arjuna con la Verdad Absoluta; como humano compasivo, iluminó a su amigo terrenal con verdades relativas.

Los filósofos entran en una lamentable controversia. Algunos se preguntan cómo tal discurso filosófico pudo darse al comienzo de una guerra. ¿Cómo era posible? Hay otros que sostienen con firmeza que este trascendental discurso no solo era posible, sino inevitable en esa hora, ya que era la ocasión divinamente apropiada para el aspirante hindú de descubrir el significado interno de la guerra y vivir conforme a los dictámenes de su alma, en vez de seguir el pobre y apagado conocimiento de la moralidad.

El Gita es el compendio de los Vedas. Es espontáneo. Está en una forma a la vez divinizada y humanizada. Es también la purísima leche extraída de las ubres de los más iluminadores Upanishad, para alimentar y nutrir el alma humana. El Gita demanda la aceptación de la vida por el hombre, y revela el modo de lograr la victoria del ser superior sobre el inferior por medio del arte espiritual de la transformación: física, vital, mental, psíquica y espiritual.

El Gita encarna la sabiduría del alma, el amor del corazón, el conocimiento de la mente, el dinamismo del ser vital y la acción del cuerpo.

Capítulo I: La aflicción de Arjuna

El Gita comienza con las palabras Dharmakshetre Kurukshetre. «En el santificado campo de Kurukshetra»… Esta es la traducción literal. Kshetra significa campo. Dharma es una palabra espiritual, extremadamente fértil en significado. Significa la regla interna de la vida; la ley moral, religiosa y espiritual; viva fe en la existencia de Dios y en la existencia propia; deber del alma, especialmente ordenado por las escrituras; observancia devota de cualquier casta o secta; voluntad de acogerse a los dictados del alma.

La raíz sánscrita de la palabra dharma es dhri, sostener. ¿Quién nos sostiene? Dios. ¿Qué nos sostiene? La Verdad. El dharma prevalece. Si no siempre, finalmente debe prevalecer, pues en el dharma está el respirar mismo de Dios.

Duryodhana fue a ver a Gandhari, su madre, en vísperas de la guerra, para recibir su bendición. De tal madre, tal hijo. He aquí una verdadera excepción. Ella bendijo a Duryodhana diciendo: «La victoria estará allí donde esté dharma».​ Ello significaba que Yudhisthira, el hijo del dharma, ganaría la guerra. ¡Ella poseía un corazón sumamente abnegado! Algo más. El mundo de hoy conmemora su singular dharma en su incomparable aceptación del destino de su esposo. Dios no le concedió visión a Dhritarashtra. Y Gandhari demostró su absoluta unidad con su marido ciego vendándose sus propios ojos. Abrazó la ceguera, un sacrificio digno de ser recordado y admirado por la humanidad. No veía el mundo exterior. Las más exquisitas bendiciones del mundo interior llovieron sobre Gandhari.

El dharma de nuestro cuerpo es el servicio, el dharma de nuestra mente es la iluminación, el dharma de nuestro corazón es la unidad y el dharma de nuestra alma es la liberación.

La gente tiende a afirmar que dharma significa religión. Si así es, ¿cuántas religiones hay? Solo una. Ciertamente no dos, ni mucho menos tres. ¿Y qué quiere decir religión? Quiere decir el descubrimiento del hombre y el descubrimiento de Dios, que son uno e idénticos.

Enfoquemos ahora nuestra atención en la palabra dharmakshetra (el campo del dharma_), ¿Por qué se le llama _dharmakshetra a Kurukshetra? Un campo de batalla puede ser cualquier cosa menos dharmakshetra. No. La batalla tuvo lugar en Kurukshetra, donde se practicaban incontables sacrificios religiosos. Y, además, Kurukshetra estaba situado entre dos ríos sagrados: el Yamuna y el Sarasvati, en la parte noroeste de la India. Un río es sagrado a perpetuidad. Un río alberga agua. Agua significa conciencia en el campo de la espiritualidad. Y esta conciencia es siempre pura, sin aleaciones, santificadora y vivificante. Ello nos hace comprender por qué Kurukshetra se llamó dharmakshetra y no de otra manera.

Considerar el primer capítulo una introducción y prestarle muy poca importancia, según hacen algunos eruditos, intérpretes y lectores, no es, en rigor, un acto de sabiduría. El primer capítulo tiene un significado especial propio. Trata del dolor de Arjuna, de su conflicto interno. Arjuna se hallaba dolorosamente dividido entre dos ideas igualmente formidables: debía ir a la guerra o no debía ir. Curiosamente, la madre de Arjuna, Kunti Devi, oraba al Señor Krishna para que la bendijera con una aflicción perpetua. ¿Por qué? Kunti Devi comprendió que si el dolor la abandonaba para siempre, seguramente ya no tendría la necesidad de invocar a Sri Krishna. Su mundo quería siempre pena, sufrimiento y tribulación, de modo que su corazón pudiese atesorar constantemente la todo-compasiva Presencia del Señor. En cierto modo, podemos recordar en el mismo estilo al Endimión de Keats: «…pero alegremente, alegremente ella \[la pena] me ama de verdad; es muy fiel a mí, y muy amable». En realidad, desde el más elevado punto de vista espiritual, no podemos aceptar la sabiduría de Kunti Devi. Sin embargo, sirvió a su propósito de forma muy efectiva. Una persona espiritual no debe abrazar el sufrimiento con la esperanza de conseguir la Merced de Dios. Tiene que aspirar. Su aspiración ha de revelar la presencia de Dios dentro de ella —el Amor, la Paz, la Bienaventuranza y el Poder de Dios—. Ella considera el sufrimiento como una experiencia en su vida. También sabe que es Dios quien tiene esa experiencia en y a través de ella.

El sufrimiento purifica nuestro corazón emocional, pero la Luz divina ejecuta esta tarea con un éxito infinitamente incomparable. Sin embargo, no debemos temer la llegada del sufrimiento a nuestra vida. En absoluto. El sufrimiento debe ser transformado en dicha imperecedera. ¿Cómo? Uniendo la aspiración ascendente de nuestro corazón con la inagotable Compasión de Dios. ¿Por qué? Porque Dios es todo-dicha, y lo que nosotros humanos queremos es ver, sentir, realizar y, finalmente, llegar a ser Dios, el lleno de Dicha.

Los principales guerreros se veían ya en ambos bandos. Algunos estaban ansiosos por combatir, a fin de desplegar su poderoso valor, mientras que otros guerreros incomparables, como Bhishma, Drona y Kripa, luchaban por obligación moral. En el mismo campo de batalla, justo antes de comenzar esta, Yudhisthira caminó descalzo hacia el ejército contrario, donde se hallaban Bhishma, Drona y otros, para recibir sus bendiciones. Bhishma, mientras bendecía a Yudhisthira, desde lo más profundo de su corazón, dijo, «Hijo, mi cuerpo luchará; pero mi corazón estará contigo y con tus hermanos. A vosotros está destinada la victoria». Drona exclamó, mientras bendecía a Yudhisthira, «Soy víctima del deber. Aunque luche a favor de los Kauravas, vuestra será la victoria. Así lo afirma mi corazón brahmín».​

Terminadas las bendiciones, Yudhisthira regresó. Resonaron innumerables trompetas, conchas, tambores de guerra y clarines. Los elefantes bramaron, los caballos relincharon. Se desató la más feroz tempestad. Las flechas volaron por el aire como meteoros.

El dulce afecto del pasado quedó olvidado. Los lazos de la sangre se rompieron. La muerte cantaba su canción mortal. En este punto, podemos recordar La carga de la brigada ligera de Tennyson:

Cañones a la derecha,
cañones a la izquierda,
cañones frente a ellos
descargaban y tronaban;

Abrumados con balas y metralla,
audaz y hábilmente cabalgaron,
hacia las fauces de la Muerte.

Sin duda, aún no había sido inventado el cañón en la época remota del Mahabharata; pero el escenario de muerte era el mismo, con flechas, espadas, mazas y proyectiles. Huelga decir que tenemos que identificamos con las flechas, mazas y rugidos leoninos de los héroes de Kurukshetra, y no con los grandiosos logros bélicos de hoy día. El gozo de conocer los logros del venerable pasado es, a la vez, irresistible e insondable.

Arjuna exclamó: «Por favor, Oh Krishna, sitúa mi carro entre las dos formaciones de batalla, para que pueda ver a quienes están sedientos de guerra». Revisó el escenario de la batalla. ¡Ay!, entre los mortales contrincantes, vio a aquellas almas humanas a las que había tenido siempre por amadas y allegadas. Abrumado con tenebrosa aflicción, Arjuna, por primera vez en su vida de incomparable heroísmo, dio inconcebible expresión a la pusilanimidad. «Mi cuerpo tiembla, mi boca está reseca, mis piernas ceden, el temor tortura todo mi ser, mi cabello se eriza, el arco cae de mi mano y mi mente se agita. Incluso me cuesta permanecer de pie». Krishna: no ambiciono vencer a mis presentes adversarios. Ellos fueron mi familia. Aún lo son. No busco conquistar un reino ni llevar una vida cómoda. Déjalos atacar; así lo quieren y así lo harán. Pero yo no lanzaré mi arma sobre ellos, ni siquiera por la soberanía suprema sobre los tres mundos, y mucho menos por la tierra».

Arjuna atacó a Sri Krishna con un argumento moral tras otro. Se proponía abandonar para siempre sus armas de guerra. Comenzó su exposición con la correcta previsión de la matanza de los suyos, la horrenda calamidad de la destrucción familiar. Enfatizó que, habiendo perdido la virtud, la familia quedaría firmemente atrapada en las garras del vicio. Todo como consecuencia de la carencia de ley. Cuando predomina la anarquía, las mujeres de la familia se corrompen; corrompidas las mujeres, surge la confusión de castas.

Un comentario sobre la confusión de castas. La India es aún ridiculizada sin piedad por aferrarse al sistema de castas. De hecho, la casta es la unidad en la diversidad. Cada casta es como un miembro del cuerpo. Las cuatro castas son: brahmín (el sacerdote), kshatriya (el guerrero), vaishya (el agricultor) y sudra (el obrero). El origen de las castas procede de los Vedas. El brahmín es la boca del Purusha, el Supremo personificado. El rajanya (kshatriya_) es los dos brazos del _Purusha_; _vaishya sus dos muslos; sudra, sus dos pies.

Con relación a la destrucción de las castas, Arjuna le dice también al Señor Krishna que todo está conduciendo hacia el peligroso pecado. Desafortunadamente, en el mundo occidental la palabra pecado parece predominar en todos los órdenes de la vida. Es algo más fatal que la perdición. Para ellos, les ruego me excusen, el pecado es parte integral de la vida. En Oriente, y especialmente en la India, la palabra pecado ofrece un significado diferente. Significa imperfección, nada más y nada menos. La conciencia humana se está dirigiendo desde la imperfección a la perfección. Los videntes de los Upanishad no dieron importancia al pecado. Enseñaron al mundo la serenidad, la santidad, la integridad y la divinidad del hombre.

Regresemos a las palabras del pobre Arjuna: «Deja que los hijos armados de Dhritarashtra pongan fin a mi vida, mientras permanezco desarmado, sin ofrecer resistencia. ¡Prefiero, con toda sinceridad, mi muerte a nuestra victoria!».

¡Ved a Arjuna, el héroe supremo! Abandonando su arco y sus flechas, acongojado, palpitante y profundamente conmovido, se hunde en la parte posterior de su carroza.

«Luchar no es para Arjuna. Krishna, no lucharé».

Capítulo II: El conocimiento

Este capítulo se titula sankhya-yoga —«El Yoga del Conocimiento»—. Los argumentos de Arjuna en contra de la guerra eran muy plausibles para nuestra comprensión humana. Sri Krishna leyó el corazón de Arjuna. La confusión se amotinaba en su mente. El acobardado sentimiento en su sangre de kshatriya, lo tomó como su amor a la humanidad. Pero Arjuna nunca careció de sinceridad. Su boca expresó lo que su corazón sentía. Por desgracia, su sinceridad albergaba, inconscientemente, ignorancia. Krishna deseaba iluminar a Arjuna. «Oh Arjuna, en tu discurso eres un filósofo, pero no en tu proceder. Un verdadero filósofo no llora ni por los vivos, ni por los muertos. Pero tú, Arjuna, te estás afligiendo y lamentando. Dime, ¿por qué lamentas la muerte previsible de estos hombres? Tú has existido, yo he existido, ellos también. Nunca dejaremos de existir».

Acabamos de mencionar la filosofía de Arjuna. A decir verdad, nosotros hubiéramos experimentado lo mismo en tal encrucijada. La verdadera filosofía es realmente difícil de estudiar, más difícil de aprender y aún mucho más difícil de vivir.

La palabra filosofía, en sánscrito, es darshan, que significa «ver, tener visión». El significativo comentario de Sri Ramakrishna dice: «En el pasado, la gente acostumbraba a tener visiones (darshan_); ¡ahora la gente estudia _darshan (filosofía)!».

Igualmente significativo es el mensaje del Antiguo Testamento: «Tus ancianos tendrán sueños, tus jóvenes tendrán visiones».

Por primera vez, Arjuna aprendió de Sri Krishna que su creencia humana respecto a la vida y a la muerte no se basada en la verdad. Sintió que se hallaba distraído por ilusiones. Rogó a Sri Krishna que le iluminara. «Soy tu humilde discípulo. Enséñame, dime qué es lo mejor para mí». Por primera vez, la palabra discípulo brotó de los labios de Arjuna.

Hasta entonces, Sri Krishna había sido su amigo y compañero. El discípulo aprendió que: «La Realidad que llena el universo es la Vida inmortal. El cuerpo es perecedero, el alma —lo real en el hombre, o el hombre real— es imperecedera, inmortal. El alma ni mata, ni puede ser matada. Más allá del nacimiento y la muerte, el alma es inalterable y eterna. El conocedor de esta verdad ni mata ni provoca matanza».

Arjuna tenía que luchar la batalla de la vida y no la llamada Batalla de Kurukshetra. Tenía fortaleza. Necesitaba sabiduría. Tenía la conciencia crepuscular de la mente física. Necesitaba la conciencia, radiante como el sol, de la divinidad del alma.

Sri Krishna empleó los términos nacimiento, vida y muerte.

El nacimiento

El nacimiento es el paso del alma de un cuerpo inferior a uno superior en el proceso de la evolución, a lo largo del camino de reencarnación del alma. El sistema sankhya afirma la identidad absoluta de causa y efecto. La causa es el efecto secreta y silenciosamente involucionado, el efecto es la causa activa y abiertamente evolucionada. La evolución, conforme a la filosofía sankhya, nunca puede venir a la existencia desde la nada, desde cero. La aparición de «es», solo puede venir de la existencia de «era». Llenemos nuestras mentes con la inmortal declaración de Wordsworth en Indicios de Inmortalidad:

«Nuestro nacimiento es tan solo un sueño y un olvido:
El Alma que surge con nosotros,
nuestra Estrella de vida,
ha tenido su fraguado en otra parte,
y viene de lejos:
No en completo olvido
y no en completa desnudez,
sino arrastrando nubes de gloria venimos
de Dios que es nuestro hogar».

Aquí, el poeta nos transporta al interior del misterio del viaje eterno del alma y nos recuerda la Fuente perenne.

La vida

¿Qué es la vida? Es la única oportunidad del alma para manifestar y colmar al Divino aquí en la tierra. Cuando la vida comienza su viaje, el Infinito le estrecha la mano. Cuando se halla a medio viaje, la Eternidad le estrecha la mano. Cuando el viaje de la vida acaba, la Inmortalidad le estrecha la mano. La vida experimenta la perfección cuando vive en la espiritualidad. Cuando vive en la espiritualidad, en el respirar de Dios, se sitúa muy por encima de los mandatos de la moral y las demandas del deber.

Dios le dice a la vida humana: «¡Levanta, despierta, aspira! Tuya es la meta». La vida humana le dice a Dios: «Espera, estoy descansando. Estoy durmiendo. Estoy soñando». De pronto, la vida se avergüenza de su conducta. Llorando, dice: «Padre, ya voy». Palpitando, dice: «Padre, estoy yendo». Sonriendo, dice: «Padre, he venido».

La vida —el problema— puede ser resuelto por el alma —la solución—; pero, para ello, primero hay que estar despierto desde dentro.

La muerte

Quien vive la vida interior sabe que la muerte es, verdaderamente, su sala de retiro. Para él, la muerte es todo menos extinción. Es una partida significativa. Cuando nuestra conciencia es transformada divinamente, la necesidad de la muerte no se plantea en absoluto. Para transformar la vida necesitamos Paz, Luz, Dicha y Poder. Nosotros imploramos estas cualidades divinas y ellas imploran nuestra aspiración. Están igualmente ansiando concedernos la vida imperecedera. Pero hasta que nuestro cuerpo, vital, mente, corazón y alma aspiren juntos, el Poder, la Luz, la Dicha y la Paz divina no pueden poseernos.

El cuerpo muere, pero no el alma. El cuerpo duerme, el alma vuela. Recordemos las conmovedoras palabras, en este capítulo del Gita, sobre la muerte y el alma: «Igual que el hombre cambia su ropa vieja por otra nueva, así la residente en el cuerpo, el alma, abandonando los cuerpos gastados, entra en cuerpos nuevos. El alma migra de cuerpo en cuerpo. Las armas no pueden traspasarla, ni el fuego consumirla, ni el agua mojarla, ni el viento secarla». Esto es el alma y esto es lo que significa la existencia del alma.

Ahora será prudente que analicemos la existencia de la muerte, si es que la hay, en las importantes palabras de Sri Aurobindo, el fundador del Yoga Integral. «La muerte», exclama, «no tiene una existencia propia separada; es solamente el resultado del principio de deterioro del cuerpo, y este principio se encuentra ya ahí; es parte de la naturaleza física. Al mismo tiempo, no es inevitable; si se pudiera tener la conciencia y la fuerza necesarias, el deterioro y la muerte no serían inevitables».

Lo que llamamos muerte no es más que ignorancia. Solo podemos resolver el problema de la muerte, cuando sabemos lo que es la vida. La vida es eterna. Existía antes del nacimiento y existirá después de la muerte. La vida existe también entre el nacimiento y la muerte. Está más allá del nacimiento y de la muerte. La vida es infinita. La vida es inmortal. Un buscador de la Verdad Infinita no puede aceptar la declaración de Schopenhauer: «Desear la inmortalidad es desear la perpetuación eterna de un gran error». No hay la más mínima duda de que el incesante buscador en el hombre es la vida de Inmortalidad, pues su propia existencia indica la Visión del Supremo, que ilumina el universo, y la Realidad del Supremo, que colma la creación.

Arjuna, el discípulo, aprendió además: «Haz tu deber. No vaciles. No desmayes. Eres un kshatriya. No puede haber invitación más atractiva para un kshatriya que una guerra justa».

El deber de un kshatriya (guerrero) no puede ser nunca el deber de un asceta. Tampoco un asceta debe desempeñar el deber de un kshatriya. Además, un kshatriya no debe seguir el camino del que renuncia al mundo. La imitación no es para a un buscador. «La imitación es suicidio», aprendemos de Emerson.

El deber de un guerrero es luchar, luchar por el establecimiento de la Verdad. «En su victoria, la tierra entera se vuelve suya; a su muerte, le dan la bienvenida las puertas del paraíso».

Sri Krishna expuso a Arjuna el camino de sankhya (conocimiento): «Arjuna, considera victoria y derrota, alegría y pesar, ganancia y pérdida como una misma cosa. No te preocupes por ellas. ¡Lucha! Luchando así no incurrirás en pecado alguno».

El Maestro reveló el camino del conocimiento (sankhya_). A continuación, deseaba enseñarle al discípulo el camino de la acción (_karma yoga_). Arjuna sorprendentemente aprendió que este camino, el camino de la acción, el segundo camino, era fructífero y le proporcionaría también la liberación. La verdad sublime es: «La acción es tu derecho de nacimiento, no así el resultado, no los frutos de la acción. No dejes que los frutos de la acción sean tu objetivo, ni tampoco te apegues a la inacción. Sé activo y dinámico, no busques recompensa alguna». Simultáneamente, podemos encender la llama de nuestra conciencia con la sabiduría del _Isha Upanishad: «La acción no se adhiere a un hombre».

Ya hemos usado el término yoga. ¿Qué es yoga? «Ecuanimidad, —dice Sri Krishna— es yoga».​ Dice, además: «Yoga es la diestra sabiduría en acción».

El progreso interno de Arjuna es sorprendente. En ese instante, siente la necesidad de liberarse de la vida de deseos. Sri Krishna le enseña cómo puede desprenderse totalmente de la esclavizadora vida de los sentidos, —como una tortuga que logra exitosamente replegar sus miembros extendidos en todas direcciones—. Retirarse de los sentidos, o retirarse de los objetos de los sentidos, no indica en modo alguno el final del viaje del hombre. «El mero retiro no puede poner fin al nacimiento del deseo. El deseo desaparece solamente cuando aparece el Supremo. En Su Presencia, la vida de deseos pierde su existencia, no antes».

Este segundo capítulo arroja considerable luz sobre el sankhya (conocimiento) y el karma yoga (acción). Sankhya y yoga nunca se oponen. El uno es conocimiento meditativo y desapegado, y el otro es acción dedicada y desinteresada. Ambos tienen el mismo objetivo. Tan solo siguen dos caminos diferentes para llegar al objetivo.

Volviendo a la vida de los sentidos. La vida de los sentidos no debe suspenderse, sino vivirse en el Divino y para el Divino. Lo que es imperativo es un retiro interno y no externo. Lo animal en el hombre tiene que entregarse a lo Divino en el hombre para su transformación total. La vida de placer animal tiene que disolver su aliento vital y ardiente en la vida plena de la Dicha divina.

El Katha Upanishad muestra los peldaños de la Escalera en continuo ascenso:

«Por encima de los sentidos están los objetos de los sentidos;
Por encima de los objetos de los sentidos está la mente;
Por encima de la mente está el intelecto;
Por encima del intelecto está el Ser;
Por encima del Ser está lo No-manifestado;
Por encima de lo No-manifestado está el Supremo personificado;
Por encima de todo está el Supremo, la Meta Última».

Hemos visto lo que sucede cuando ascendemos. Observemos lo que sucede cuando nos recreamos en los objetos de los sentidos. El Gita dice: «Obsesionarse con los objetos de los sentidos engendra el apego, el apego engendra el deseo. El deseo (insatisfecho) engendra la ira. De la ira, brota el delirio; del delirio, la confusión de la memoria. En la confusión de la memoria, se pierde la sabiduría razonadora. Cuando desaparece la sabiduría, impera la destrucción en todas partes: dentro, fuera, abajo, arriba».

Ha terminado la danza destructiva. Anhelemos la salvación. Solo el aspirante disciplinado, en pleno dominio de sí mismo, será bendecido con una plétora de paz. Finalmente, la Salvación, la Iluminación interna abrazará al aspirante.

Capítulo III: La acción

En virtud de nuestra identificación con el corazón de Arjuna, tendemos a sentir, al comienzo del tercer capítulo, que estamos arrojados a un mundo de despiadada confusión e inmensa duda. Arjuna quiere un alivio inmediato para su tensión mental; quiere escuchar una verdad decisiva. Su impaciencia le impide ver la verdad total en todos sus aspectos. En el capítulo anterior, su divino Maestro, Sri Krishna, expresó su profundo aprecio por el camino del conocimiento: pero, al mismo tiempo, le comunicó la gran necesidad de la acción. El Maestro, por supuesto, no tenía la menor intención de arrojar al estudiante al mar de la confusión. Lejos de ello. Lo que Arjuna requería era una visión más amplia de la Verdad y un significado más profundo de la Realidad. Cuando vemos a través de los ojos de Arjuna, vemos que el suyo es un mundo de ideas conflictivas. Pero cuando vemos a través de los ojos de Sri Krishna, vemos un mundo de facetas complementarias de la Verdad que todo lo sostiene y todo lo abarca.

El conocimiento y la acción, creía Arjuna, lo conducirían a la misma meta. ¿Por qué está entonces condenado o se espera de él, que, incitado por la acción, vadee el baño de sangre de la guerra?

Ciertamente, el cielo mental de Arjuna estaba cubierto de espesos nubarrones; pero su cielo psíquico anhelaba la verdadera iluminación. Su poderosa pregunta es: «Si consideras el conocimiento superior a la acción, ¿por qué me incitas a esta terrible acción?».

Ahora Sri Krishna le dice: «Dos caminos existen, Arjuna, como ya te he explicado: el camino del conocimiento y el camino de la acción. Por medio del arte divino de la contemplación, el aspirante sigue el camino del conocimiento. Por medio del impulso dinámico del trabajo desinteresado, el buscador sigue el camino de la acción».

El conocimiento siente que el mundo interior es el mundo real. La acción siente que el mundo exterior es el mundo real. El camino del conocimiento penetra en el interior desde el exterior, mientras que el camino de la acción se dirige al exterior desde el interior. Esta es la diferencia. Pero esta aparente dualidad nunca puede ser la verdad completa, la Verdad última.

Hay un proverbio árabe que dice:

«Existen cuatro tipos de hombres:
El que no sabe y no sabe que no sabe:
   ese es un tonto, evítalo;
El que no sabe y sabe que no sabe:
   ese es un ingenuo, enséñale;
El que sabe y no sabe que sabe:
   ese está dormido, despiértalo;
El que sabe y sabe que sabe:
   ese es un sabio, síguelo».

También Arjuna tuvo que pasar por estas cuatro etapas de evolución. Al final del primer capítulo, declaró: «Oh Krishna, no lucharé». No conocía lo que era la Verdad; pero ignoraba este hecho. Krishna, siendo la Compasión personificada, no podía evadir a su queridísimo Arjuna. «Dime, te lo ruego, ¿qué es mejor para mí?». Aquí la sencilla sinceridad de Arjuna alcanza la profundidad del corazón de Sri Krishna, y el Maestro comienza a instruir al aspirante.

Arjuna había sabido toda su vida que el heroísmo era el aliento mismo de un kshatriya como él; pero su mente eclipsó temporalmente este conocimiento interno. Se encontraba en el mundo del sueño engañoso; por consiguiente, Sri Krishna tuvo que despertarlo, diciendo: «¡Arjuna, lucha! En la victoria gozarás de la soberanía de la tierra; en la muerte, se abrirán totalmente las puertas del Paraíso».

Finalmente, Arjuna realizó que Sri Krishna no solo sabía la Verdad, sino que también era la Verdad. Así pues, quiso seguir a Sri Krishna. Exclamó: «Saranagata —tú eres mi refugio—. Estoy a tu disposición».

Quien sigue el camino de la Acción es sencillo por naturaleza, dice Krishna. Es sencillo, su acción es directa; el resultado es inmediato. Arjuna, sin embargo, quiere librarse de la acción, lo cual es nada menos que imposible. La acción no solo es hecha por el cuerpo, sino también en el cuerpo a través de la mente. La acción juega su papel también en los niveles conscientes y subconscientes de nuestro ser. La acción no puede morir. Nunca puede soñar con una evasión mientras estén vivos los impulsos de la naturaleza. La acción nos ata únicamente cuando nosotros atamos a la acción con nuestros gustos y aversiones. El árbol de la acción crece dentro de nosotros ya sea con sus frutas venenosas o ambrosíacas.

Según Shankara, se puede dudar de la existencia de Dios; pero es imposible dudar de la propia existencia. Un ser humano, si alberga sentido común, cree en su existencia presente. Si quiere avanzar un paso más, tiene que aceptar la innegable existencia del destino. Y ¿qué es el destino? El destino es la experiencia evolutiva de nuestra conciencia. Esta experiencia no es ni oscura ni incierta, sino la necesaria inevitabilidad de una ley cósmica que se esfuerza por su manifestación externa en perfecta Perfección.

La acción y la reacción son el anverso y el reverso de una misma moneda. A veces, pueden parecer dos funestas enemigas. Sin embargo, es innegable su idéntica capacidad. El Hijo de Dios hizo esta elevada observación: «Quienes tomen la espada perecerán por la espada».

La acción en sí no tiene poder para atar; tampoco lo necesita. El deseo subyacente en la acción es lo que tiene el poder de atarnos y decirnos que la libertad no es para los mortales. Pero si en la acción se advierte el sacrificio, o si la acción se lleva a cabo con espíritu de sacrificio, o si la acción es considerada como sacrificio, entonces la acción es perfección, la acción es iluminación y la acción es liberación.

Para quien vive en un cuerpo, la acción es una necesidad, la acción es una obligación. El hombre es el resultado de un sacrificio divino. Es el sacrificio lo que puede vislumbrar la verdad y colmar la existencia humana. Solo en el sacrificio vemos el vínculo que conecta y colma entre un individuo y otro. No hay duda de que el mundo está progresando y evolucionando. Sin embargo, en el mundo occidental, frecuentemente, el sacrificio es considerado como sinónimo de estupidez e ignorancia. Citando a William Q. Judge, uno de los primeros líderes teosóficos: «Aunque Moisés estableció sacrificios para los judíos, los sucesores cristianos los han abolido, tanto en espíritu como en letra, con una curiosa inconsistencia que les permite ignorar las palabras de Jesús: “Ni una jota ni una tilde de la ley debería desaparecer hasta que todas estas cosas se cumplieran”».

A decir verdad, el Oriente de hoy en día no es una excepción.

¿Qué es el sacrificio? Es el descubrimiento de la unidad universal. En el Rig Veda vemos el sacrificio supremo hecho por el sabio Brihaspati:

"Devebhyah kam avrinit mrtyam…​
  Por amor a los dioses, escogió la muerte. No escogió la inmortalidad, por amor a los mortales."

El sacrificio es el secreto del servicio consagrado. Fue el miedo algún otro motivo dudoso, lo que forzó a algunas mentes primitivas a abrazar el sacrificio. Pensaron que los ojos de los dioses cósmicos emitirían fuego, si no se les sacrificaba animales como ofrenda. Por lo menos eran lo suficientemente sabios para no sacrificar a niños, lo más cercano y querido. El Supremo quería, todavía quiere y siempre querrá, sacrificio tanto de los seres humanos como de los dioses para su beneficio recíproco. Es su mutuo sacrificio lo que convierte a ambas partes en una e indivisible. Los hombres ofrecerán su aspiración; los dioses su iluminación. Un hombre de verdadera satisfacción es un hombre de consagrado ofrecimiento. El pecado no puede aproximarse a él. La existencia de la humanidad como un todo es lo primero que demanda atención; la existencia individual después. El trabajo realizado con el espíritu de la más pura ofrenda conduce al aspirante a la morada de la perfecta bienaventuranza.

La posesión no es satisfacción, mientras el ego respire en nosotros. El gran rey Janaka lo sabía. No es extraño que Janaka fuera el más querido del sabio Yagñavalka. Sus discípulos brahmines sentían que Janaka tenía preferencia solo por ser rey. Es obvio que Dios no iba a permitir que el sabio Yagñavalka sufriera esta injusta crítica. ¿Qué sucedió, pues? Mithila, la capital de Janaka, comenzó a arder en llamas ascendentes y devoradoras. Los discípulos corrieron, abandonando a su preceptor se apresuraron a sus respectivas cabañas. ¿Para qué? Justamente para salvar sus taparrabos. Todos huyeron menos Janaka. Este ignoró sus riquezas y tesoros, que estaban quemándose en la ciudad. Janaka permaneció junto a su gurú Yagñavalka, escuchando las palabras ambrosíacas del sabio. «Mithilayam pradagdhayam namekincit pranasyati…». «Nada pierdo, aunque Mithila se convierta en cenizas». Entonces, los discípulos comprendieron por qué su gurú favorecía más a Janaka. Esta es la diferencia entre un sabio y un ignorante. Un ignorante sabe que lo que tiene es el cuerpo. Un sabio sabe que lo que tiene y lo que es, es el alma. Por lo tanto, para él las necesidades del alma son de primordial importancia.

Sri Krishna reveló a Arjuna el secreto de cómo Janaka obtuvo la autorrealización y la salvación. Janaka actuó con desapego. Actuó en pro de la humanidad, habiendo sido inundado con la luz y la sabiduría de lo Divino. Este es, ciertamente, el camino del noble. Krishna quería que Arjuna hollara este camino para que el mundo le siguiera. Quizás Arjuna no estaba completamente convencido. Con el fin de convencerlo totalmente y sin reservas, Krishna se puso Él mismo como ejemplo: «Nada tengo que hacer en los tres mundos, ni existe nada digno de alcanzar que no haya alcanzado; sin embargo trabajo perpetuamente, siempre está mi existencia en acción. Si no trabajase, los mundos perecerían».

Sri Krishna deseaba que Arjuna se liberara de los grilletes de la ignorancia. La única manera en que Arjuna podría hacerlo era actuando sin apego. Sri Krishna le reveló el supremo secreto: «Dedícame toda acción con la mente fija en Mí, el Ser que habita en todo».

Todos los seres tienen que seguir el mandato de su naturaleza. No hay escapatoria, ni puede haberla. ¿Qué puede hacer la restricción? El deber del hombre es la inigualable bendición del Cielo. Debemos saber cuál es nuestro deber. Una vez conocido el deber, ha de cumplirse hasta el final.

"«Dormí y soñé que la vida era Belleza;
  Desperté y encontré que la vida era Deber»."

""— Ellen S. Hooper, Beauty and Duty

El deber de la vida, realizado con un flujo espontáneo de autofrecimiento a la humanidad bajo la expresa guía del ser interno, puede solo transformar la vida en belleza: la belleza Celestial del mundo interno y la belleza terrenal del mundo externo.

El deber de Arjuna era luchar, puesto que era un kshatriya, un guerrero. No era una lucha por el poder, sino por el establecimiento de la verdad sobre la falsedad. Las muy alentadoras e inspiradoras palabras de Sri Krishna, con relación al deber individual, reclaman toda nuestra admiración: «Es siempre mejor el deber propio, por humilde que sea, que el deber ajeno, no importa cuán tentador. Incluso la muerte aporta bendición cuando uno cumple con su propio deber; condenado al riesgo estará si realiza el deber asignado a otro».

Arjuna tiene ahora otra pregunta, bastante pertinente, y es la última de este capítulo. «¿Impulsado por qué, oh Krishna, comete un hombre pecado a pesar suyo?». «Kama, krodha», responde Krishna, «el deseo y la ira. Estos son los hostiles enemigos del hombre».

El deseo es insaciable. Una vez nacido, no sabe cómo morir. La experiencia del rey Yayati con el deseo puede arrojarnos bastante luz. Citemos su experiencia sublime. El rey Yayati era uno de los ilustres antepasados de los Pandavas. Desconocía totalmente la derrota. Era muy versado en los Shastras (escrituras). Su amor hacia los súbditos de su reino era inmenso. Intensa su devoción a Dios. Sin embargo, su destino fue cruel. Su suegro, Sukracharya, el preceptor de los asuras (demonios), pronunció una maldición fatal sobre él y fue obligado a casarse con Sharmistha, además de con la hija de Sukracharya, Devayani. Sukracharya maldijo a Yayati con una vejez prematura, y la maldición tuvo un efecto inmediato. El orgullo inimitable de la hombría de Yayati fue cruelmente azotado por la vejez. En vano el rey suplicó perdón. Sin embargo, Sukracharya se calmó un poco. «Rey» —dijo— «voy a reducir la fuerza de mi maldición. Si algún ser humano accede a intercambiar la belleza y la gloria de su juventud contigo, con el deplorable estado de tu cuerpo, recuperarás el apogeo de tu juventud».

Yayati tenía cinco hijos. Imploró a sus hijos, los tentó con el trono de su reino, trató de persuadirlos de todas las maneras posibles, para que accedieran a un cambio de vida. Sus cuatro primeros hijos rehusaron suave y prudentemente. El más joven, el más devoto, Puru, aceptó con alegría la vejez de su padre. De inmediato, Yayati recuperó de nuevo la flor de su juventud. En poco tiempo, el deseo entró en su cuerpo y le ordenó que disfrutase de la vida hasta la última gota. Se enamoró desesperadamente de una apsara (ninfa) y pasó muchos años junto a ella. ¡Ay!, su deseo insaciable no podía ser calmado por sus excesos. Nunca. Al fin, realizó la Verdad. Afectuosamente le dijo a su más querido hijo Puru, «Hijo, oh hijo mío, imposible de saciar es el deseo sensual. Nunca puede ser apagado por la gratificación, igual que no puede apagarse un fuego vertiendo ghee (mantequilla clarificada) sobre él. Te devuelvo tu juventud. Te entrego mi reino como te prometí. Gobierna el reino devota y sabiamente». Yayati entró de nuevo en su vejez. Puru recobró su juventud y gobernó el reino. Yayati pasó el resto de su vida en el bosque practicando austeridades. Cuando llegó su hora, Yayati exhaló allí su último suspiro. El ave del alma regresó volando a su morada de Gozo.

Podemos citar la acertada observación de Bernard Shaw acerca del deseo, para mayor gloria de esta experiencia de Yayati:

"«Hay dos tragedias en la vida. Una es no obtener lo que desea tu corazón. La otra es obtenerlo»." — Hombre y superhombre.

El papel del deseo ha terminado. Saltemos ahora a la furia de la ira. El deseo insatisfecho engendra la ira. La ira es como un elefante loco en el hombre. Para nuestra gran sorpresa, la mayoría de los célebres sabios indios de la antigüedad encontraron casi imposible controlar la ira. Solían maldecir a los seres humanos a su antojo, a veces sin ton ni son. El sabio Durvasa del Mahabharata encabezó la lista de los sabios consumidos exitosamente por la ira. Él era, a la vez, la austeridad y la ira personificadas.

Al satisfacer el deseo, la vida se convierte en un lecho de espinas. Al conquistar el deseo, la vida se convierte en un lecho de rosas. Al transformar el deseo en aspiración, la vida vuela hasta la más alta liberación, la vida comulga con la salvación suprema.

Capítulo IV: El conocimiento, la acción y el sacrificio

En el segundo y tercer capítulo del Gita, Sri Krishna bendijo a Arjuna con algunos atisbos de luz yóguica. En el presente capítulo, bendice a Arjuna con un diluvio de luz espiritual. Amplia y abiertamente revela los secretos del Yoga. Difícil le resulta a Arjuna creer que Sri Krishna enseñase a Vivaswan (el Dios-Sol) este Yoga eterno. Vivaswan lo ofreció a su hijo Manu, y Manu lo impartió a su hijo lkshwaku; de él fue transmitido a los regios rishis. Vivaswan vio la luz del día mucho antes del nacimiento de Sri Krishna. Naturalmente, la declaración de Sri Krishna pondría a Arjuna en un mar de confusión.

El eterno misterio de la reencarnación es ahora revelado. Dice Krishna: «Arjuna, tú y yo hemos pasado por innumerables nacimientos. Yo los conozco todos, tu memoria te falla. Aunque no tengo nacimiento ni muerte y soy el Supremo Señor de todos los seres, me manifiesto en el universo físico a través de Mi propia Maya, manteniendo Mi Prakriti (Naturaleza) bajo control».

Maya

Maya significa ‘ilusión’. También representa la irrealidad de las cosas efímeras; la irrealidad es personificada como una mujer, a quien también se llama Maya. Las palabras dharma y maya son la constante y espontánea expresión del alma de la India. Según Shankara, el vedantín de los Himalayas, solo existe una Realidad Absoluta, el Brahman, sin segundo. Su monumental filosofía, derivada del Vedanta, se denomina Advaita o Monismo. Existe solamente el Brahman. Nada fuera del Brahman existe. El mundo tal como aparece ante nuestro ojo mental es una ilusión cósmica, una prisión engañosa. Solamente cuando el verdadero conocimiento amanezca en nosotros, estaremos en situación de liberarnos de las redes de la ignorancia y de las trampas del nacimiento y de la muerte.

Una cosa que es, es real. Una cosa que parece, es irreal. Una Vida eterna es real. La ignorancia y la muerte son irreales. Maya es una especie de poder lleno de misterio. Sabemos que la electricidad es un poder; pero no sabemos realmente qué es la electricidad. La misma verdad es aplicable a Maya. Dios utiliza Su Poder de Maya para entrar en el campo de la manifestación. Es el proceso de devenir del Uno en múltiple y, de nuevo, el regreso de lo múltiple al Uno original.

Prakriti

Prakriti significa ‘naturaleza’. Es tanto la causa material, como la causa original de todo lo que existe en la creación manifestada. Purusha es la Faz silenciosa. Prakriti es la Sonrisa activadora. Purusha es la conciencia pura, atestiguadora, mientras Prakriti es la conciencia evolutiva y transformadora. En y a través de Prakriti se realiza el Drama Cósmico.

Arjuna conocía a Sri Krishna como su querido primo; más tarde lo conoció como su íntimo amigo; más tarde aún, lo conoció como su amado Gurú o Maestro espiritual. Aquí, en este capítulo, llega a conocer a Sri Krishna como el Señor Supremo del mundo. Krishna dice: «Siempre que la iniquidad está en ascenso y la rectitud en decadencia, Yo tomo cuerpo. Para proteger y preservar a los virtuosos y exterminar a los malhechores, para establecer el dharma, Me manifiesto de época en época». De esta conmovedora declaración de Sri Krishna, aprendemos inmediatamente que Él es, a la vez, el Conocimiento último y el Poder supremo. Confiada y sonrientemente, está cargando a Arjuna con una corriente espiritual de alto voltaje que brota de Su gran Central de Energía.

""

Samvavami yuge yuge. «Me manifiesto de época en época».

A continuación, Sri Krishna se declara un Avatar. Un Avatar es el descendiente directo de Dios. En el mundo de la manifestación encarna lo Infinito.

Hubo en la India un maestro espiritual que se declaró un Avatar. Desgraciadamente, se convirtió en objeto de ridículo despiadado, tanto en Occidente como en Oriente. Como no podía entablar una valiente batalla contra este hiriente sarcasmo, tuvo finalmente que cambiar su fracasada política. Su orgullosa declaración fue un paso más allá: «No tan solo yo, sino todo el mundo es un Avatar». Ya que todo el mundo es un Avatar, ¿quién va a criticar a quién? He aquí que el autoproclamado Avatar ahora está lanzando un suspiro de alivio.

Puede sonar ridículo, pero es un hecho que en la India prácticamente todo discípulo proclama que su Gurú es un Avatar, el descendiente directo de Dios. Una gran ola de entusiasmo los embarga cuando hablan de su Gurú. El gigante espiritual Swami Vivekananda no pudo evitar decir que en Bengala Oriental, en la India, los Avatares brotan como las setas. Por otro lado, es igualmente ridículo, manifestar que ha habido y puede haber solamente un Avatar, El Hijo de Dios.

Cada vez que viene un Avatar, éste juega un papel diferente en la marcha de la evolución según la necesidad de la época. En esencia, un Avatar no es diferente de otro. Un Avatar genuino, Sri Ramakrishna, reveló la Verdad: «Aquel que fue Rama, aquel que fue Krishna, está ahora en la forma de Ramakrishna».

Hay dos opuestos eternos: el bien y el mal. Según Sri Krishna, cuando la maldad alcanza la máxima elevación, Dios tiene que vestir el manto humano bajo la forma de un Avatar. El advenimiento de Sri Krishna tuvo que tratar con la más oscura de las fuerzas del mal, Kamsa. De modo similar, Herodes, el inigualable tirano, necesitaba el advenimiento de Jesucristo. La Navidad, el nacimiento de Cristo demandó la extinción de la vida de ignorancia. Janmashtami, el nacimiento de Krishna, se celebra a todo lo largo y ancho de la India, con una intención de abandonar el mar de ignorancia y entrar en el océano de conocimiento.

La forma más fácil y efectiva de concebir la idea de un Dios personal es ponerse en contacto con un Avatar y permanecer bajo su guía. Tener a un Avatar como Gurú es hallar un puerto seguro para el barco de nuestra vida. En relación con esto, podemos citar la atrevida aseveración de Vivekananda: «Ningún hombre puede ver a Dios si no es a través de estas manifestaciones humanas… Digas lo que digas, y por más que lo intentes, no puedes pensar en Dios sino como un hombre».

En la opinión de muchos, al igual que el Buda es el hombre más perfecto, Krishna es el mayor Avatar que el mundo ha conocido.

Hay también Anshavatars (Avatares parciales); pero Sri Krishna es un Purnavatar (Avatar completo), en quien y a través de quien el Supremo se ha manifestado completamente, sin reservas, íntegramente. Cuando la aspiración humana asciende, la Compasión divina desciende en forma de un Avatar.

«Tal y como los hombres se acercan a mí, así los acepto». No puede haber mayor consuelo para el corazón sangrante de la humanidad. Si aceptamos a Krishna con fe, él ilumina nuestra mente dudosa. Si aceptamos a Krishna con amor, él purifica nuestro vital atormentador. Si aceptamos a Krishna con devoción, él transforma la noche de ignorancia de nuestra vida en el sol de conocimiento de Su Vida eterna.

Sri Krishna quiere ahora que nuestra mente se concentre en la idea de casta. Dice que fue Él quien creó el cuádruple sistema de castas, de acuerdo con las aptitudes y acciones de cada casta. Hay gente que concede toda la importancia al nacimiento y a la herencia e ignora deliberadamente a aquellos que son bendecidos en abundancia con capacidades y logros. El resultado es que la sociedad tiene que sufrir los despiadados embates de una cruda confusión. Es cierto que la cuna y la herencia otorgan importancia, especialmente en el seno de la sociedad; pero esta supuesta importancia no puede ofrecernos ni un ápice de luz y de verdad. Es en virtud de la acción, serena y noble, como crecemos en lo Más Alto y manifestamos lo Más Profundo aquí en la tierra.

La acción, la inacción y la acción errónea

Desde el verso dieciséis hasta el veintidós vemos a Krishna esclareciendo sobre la acción, la inacción y la acción errónea. La acción —es decir, la verdadera acción— no consiste solamente en mover nuestras piernas y nuestras cabezas. La acción es autofrecimiento. La acción es abandonar el apego. La acción es poner los sentidos bajo control. La acción errónea es bailar con el deseo. La acción errónea es desobedecer al propio ser interno. La acción errónea es desviarse del camino de la Verdad, esotérica y exotérica.

En la creencia popular, la inacción es equivalente a la inercia, la pereza, etcétera; pero la verdadera inacción es lanzarse a actividades incesantes conservando la mente consciente en un estado de sublime tranquilidad o trance.

La fe y la duda

La fe y la duda cierran el cuarto capítulo. La fe no es el mero sentimiento emocional de estancarse en la propia creencia. Es un vivo aliento interno de descubrir, realizar y vivir en la Verdad. La fe es el ejercicio asumido por un buscador por voluntad propia, para forzarse a permanecer en la Voluntad omnividente y omnicolmadora de Dios. El Yajur Veda nos dice que la consagración florece en la autodedicación, la Gracia florece en la consagración, la fe florece en la Gracia y la Verdad florece en la fe. ¿Qué más es la fe? Citando a Charles Hanson Towne:

«No tengo que pregonar mi fe.
Triplemente elocuentes son los tranquilos árboles
y el verde césped que escucha;
calladas están las estrellas, cuyo poder nunca se agota;
mudas las montañas: mas ¡cómo hablan de Dios!».

La duda es estupidez desnuda. La duda es futilidad absoluta. La duda es conflagración externa. La duda es destrucción interna.

«Sanshayatma vinashyati»: «El poseedor de la duda perece». Está perdido, totalmente perdido. El camino del Espíritu le es denegado. También le es denegado el secreto de la iluminación de la vida.

Dice Krishna: «No es para el hombre que duda este mundo nuestro, ni el mundo más allá, no, ni siquiera la felicidad». El Nuevo Testamento nos presenta la misma verdad: «El hombre de mente dubitativa no disfruta de este mundo ni del otro, ni de la beatitud final».

En Nyaya (lógica), uno de los seis sistemas de la filosofía india, vemos que la duda no es más que un juicio conflictivo en relación con el carácter de un objeto. La duda surge del hecho mismo de su reconocimiento de propiedades comunes a muchos objetos, o de propiedades no comunes a objeto alguno. La duda es precisamente eso que carece de la regularidad de percepción. Además la duda, siendo algo inexistente, existe solo en la ausencia de percepción.

La duda es un tigre devorador. La fe es un león rugiente que inspira a un aspirante a crecer en el Supremo, que todo lo ilumina y todo lo colma.

La pobre y ciega duda, olvidando completamente la auténtica verdad de que la fe es la más contundente y convincente afirmación de vida, quiere dar una violenta sacudida al barco de la vida del hombre.

La verdad de las cautivadoras palabras del poeta conmueve nuestros corazones hasta lo más profundo.

«¡Mejor es un día de fe
que mil años de duda!
Mejor una hora mortal Contigo
que una vida inmortal sin Ti».

Capítulo V: La renuncia

La comparación estaba a la orden del día. Aún lo está. Quizá seguirá siendo así siempre, especialmente en el campo de la manifestación. La renuncia y la acción desinteresada son ahora comparadas. Esta es la petición de Arjuna.

«A ambas ensalzas, oh Krishna, a la renuncia y a la acción desinteresada. Dime decisivamente de una vez por todas, ¿cuál es la mejor de las dos?».

La respuesta inmediata de Sri Krishna es: «Ambas conducen a la Dicha Suprema, pero la acción es más fácil, la acción es superior».

El Divino Maestro aclara, sin embargo, que la renuncia no puede conseguirse en un abrir y cerrar de ojos y que conseguir el fruto de la renuncia sin la acción desinteresada es casi imposible.

Yoga es acción liberada de separatividad. La conciencia de un sentimiento separado es la muerte de la renuncia. La acción ejecutada con un sentimiento de unidad universal es el nacimiento glorioso de la renuncia.

Hay dos escuelas. Una enseña la renuncia a cualquier clase de trabajo. La otra enseña la ejecución de la acción, de la acción correcta. Una escuela dice: «Deja de actuar». La otra dice: «Comienza a actuar». ¡Ay! Como el mensaje del Gita no ha sido verdaderamente comprendido en la India, en ese país abundan tanto los rígidos ascetas, como los hombres de acción carentes de luz.

De la acción surge la acción. La acción, como tal, nunca puede poner fin a la acción. La acción es continua. La acción es perpetua. No importa cuán dura y largamente trabajemos, la mera acción nunca puede mostrarnos la Faz del Supremo. Quien trabaja para el Supremo y solamente para el Supremo es un verdadero karma yogi. De hecho, el karma yogi es también el gran renunciante, pues nada busca, nada rechaza. Las preferencias y las aversiones tienen la misma importancia para él. Bajo su alto dominio se encuentran todos los pares de opuestos, que existen para afirmarlo, para colmarlo, para coronarlo con la victoria, interna y externa.

Las enseñanzas de Krishna apuntan a una Meta: la Dicha suprema. Los temperamentos humanos tienen que diferir. Los seres humanos tienen tendencias e inclinaciones diversas. Siendo así, es difícil para Arjuna determinar el camino más inmediato y más directo.

La acción y la renuncia son idénticas. La acción es el árbol. La renuncia es su fruto. Una no puede ser más grande que otra. El árbol y el fruto crecen en el seno del Infinito, para ser amados por la Eternidad y abrazados por la Inmortalidad.

Libertad

¿Hay alguna libertad? Si es así, ¿dónde está? Hay libertad. Reside en nuestra consciente entrega a la Voluntad del Supremo. Nuestra entrega sin reservas es nuestra infalible unidad con el Supremo. Como el Supremo es la Libertad infinita, nosotros, en esencia, no podemos ser de otra manera. Fue Marlowe quien dijo:
"«No está en nuestro poder amar u odiar, pues la voluntad en nosotros es anulada por el destino»."

Esto es cierto solo cuando nuestro destino es determinado por los dictados extremadamente limitados del ego. Este deplorable destino nuestro sufre una transformación radical —la cruda servidumbre es transformada en libertad sin límites— cuando, con nuestra llama de aspiración siempre ascendente, vivimos en la voluntad ilimitada y todopoderosa del alma. Lo que tenemos en el interior y lo que vemos en el exterior es la conciencia de la evolutiva, expansiva y radiante libertad. Sea cual sea el tipo de libertad que nos conceda, física o espiritual, esta libertad no es solamente para triunfar sobre la esclavitud o ni siquiera para reemplazarla, sino para transformar su aliento mismo en la Inmortalidad de la libertad. Y esto es la libertad sin comillas, como señaló una vez una figura mundialmente conocida.

Servicio

El servicio puede hacer mucho por nosotros. Antes que nada, tenemos que saber que el servicio realizado con un espíritu divino es la mayor oportunidad que poseemos para acabar con nuestro orgullo y vanidad, y para borrar el sello del ego. Es en el servicio dedicado donde vemos la armonía universal y crecemos en la conciencia universal.

Nuestra voluntad se vuelve la Voluntad de Dios. Lo que llamamos servicio no es otra cosa que el cumplimiento de la Voluntad divina. En la tierra hay quien tiene capacidad y hay quien tiene necesidad. La capacidad y la necesidad deben ir juntas. Al ofrecer la capacidad, no tan solo se satisface la necesidad, sino que también la capacidad es reconocida, la capacidad es valorada. La capacidad, por sí misma, solo recibe una satisfacción parcial. Pero cuando la capacidad y la necesidad caminan juntas, amanece la satisfacción plena.

«De cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades». Esta verdad es significativamente aplicable en nuestra vida diaria.

Dios ha de ocupar nuestra mente; y en este estado de concentración divina, deberíamos servir a la humanidad. En ese preciso momento, el servicio mismo se convierte en la mayor recompensa. Aunque la meditación y el servicio constituyen enfoques totalmente diferentes en el campo de la espiritualidad, el trabajo y el servicio dedicado no son sino pura meditación.

Krishna nos habla ahora sobre el placer y del dolor. «El placer de los sentidos termina en dolor. De ahí que el sabio rechaza el placer de los sentidos. El autocontrol constante es la verdadera y perpetua felicidad».

Del autocontrol continuado, nace el autodominio. La existencia del mundo y la actividad del mundo están bajo el mando del autodominio. La forma más fácil de lograr el autocontrol es tomar el camino de la consagración de uno mismo. La autoconsagración es siempre bendecida por la iluminación del alma. Las turbulentas fuerzas de nuestros sentidos tienen forzosamente que doblegarse ante la iluminación del alma. Quien posee la iluminación interna sabe que su existencia en la tierra es la personificación de Dios y sus acciones las expresiones de Dios. Siente que nunca es el actor, sino un mero instrumento.

A continuación, venimos a aprender del Gita lo que es el cuerpo: «El cuerpo es una ciudad con nueve puertas».

Citando a Wesley La Violette en El Bhagavad Gita, un canto inmortal:

El cuerpo es una ciudad con muchas puertas,
   donde la mente soberana puede
descansar serena.
Dentro de esa ciudad está el Templo sagrado
   del Espíritu, la Mente,
donde no hay deseo
de actuar, ni causa motivadora alguna,
aunque siempre la alegre voluntad
de seguir al Deber cuando éste llama.

Es cierto que el cuerpo tiene un templo sagrado. Igualmente cierto es que el cuerpo mismo está santificado. Debemos agradecer a Whitman su poderosa afirmación: «Si algo es sagrado, el cuerpo humano es sagrado».

Hoy el cuerpo es el obstáculo insuperable. Mañana este mismo cuerpo puede ser y será el orgullo de la Divinidad, ya que en y a través de este cuerpo Dios le muestra al mundo Su apariencia, lo que Él hace y lo que Él es.

Hacia el final de este capítulo, Sri Krishna dice con firmeza que la sensualidad debe evitarse por completo para que el hombre pueda vivir en la Divinidad y poseerla por completo. El tigre de las pasiones debe ser conquistado. El aspirante ha de concentrarse de modo constante en su Liberador. Ciertamente, solo para él es la Meta, la salvación única.

Capítulo VI: Autocontrol

No más indecisión! ¡No más temor! ¡No más confusión! El primer verso del sexto capítulo le dice a Arjuna que el sannyasi y el yogui son uno. «Quien realiza su deber sin expectativa del fruto de la acción, es un sannyasi (sankya yogi_) y un yogui (_karma yogi_) al mismo tiempo.» Abstención y dinamismo desinteresado son lo mismo. No hace falta decir que lo que une el \_sannyasa\_y el _yoga es la renuncia. Esta es la renuncia al deseo y la renuncia a la expectativa. La acción, la acción correcta, debe hacerse. La acción no es servidumbre. La acción es aspiración. La acción es realización. El Gita exige nuestra liberación de la inflexible servidumbre de la acción y no de la acción misma. La maligna servidumbre que es nuestra enemiga, se halla dentro de nosotros y no fuera. Así como nuestra divina amiga, la libertad. Parece que estamos a la merced de nuestra mente. Milton, en su Paraíso perdido, habla de la mente: «Ella puede hacer un infierno del Cielo, o un Cielo del infierno». Pero un verdadero devoto puede fácilmente trascender este lamentable destino. Su aspiración y su rechazo lo hacen uno con la Voluntad de Dios. Desde su alma canta:

«Si asciendo al Cielo, allí estás Tú;
allí también Tú, si hago mi lecho en el infierno».

En este capítulo, Sri Krishna ha empleado las palabras yoga y yogui al menos treinta veces. Aquí le dice a Arjuna para quién está destinado el yoga: «Arjuna, el Yoga no es ni para el epicúreo, ni para el que no come en absoluto, ni para el que duerme demasiado, ni para el que vela sin cesar».

La autoindulgencia y la automortificación son igualmente indignas. Para una persona autoindulgente, la Meta siempre se hallará a una gran distancia. Quien sigue la filosofía de Chárvaka vive en el mundo de la autocomplacencia, que no es otra cosa que frustración. Y esta frustración es la canción de la destrucción. El filósofo Chárvaka declara: «El dolor del infierno se encuentra en los problemas que surgen de los enemigos, las armas y las enfermedades; mientras que la liberación (moksha_) es la muerte, la cesación del soplo de vida». Muy al contrario, la liberación es el soplo de vida del alma humana. Y este soplo existía antes del nacimiento de la creación, existe ahora en la creación y también más allá de la creación. Hemos tratado de la autoindulgencia. Enfoquemos ahora la atención en la automortificación. El Buda experimentó la automortificación. ¿Y qué ocurrió? Llegó auténticamente a conocer la verdad de que la automortificación nunca le daría lo que quería: la iluminación. Por lo cual adoptó alegremente el Camino del Medio, el medio dorado. No aceptó la inanición ni la indulgencia. Con esta sabiduría inigualable, el Buda alcanzó su Meta. La admirable sinceridad de Arjuna no solo habla en su nombre, sino también en el nuestro. Yoga es ecuanimidad. ¿Cómo puede ser controlada la mente intranquila de un ser humano? La mente es vacilante, ingobernable como el viento. Krishna se identifica con el estado de desarrollo del pobre Arjuna. El consuelo mismo de Krishna es otro nombre de iluminación. «¡Oh Arjuna, la mente es inestable, ciertamente! Frenar la mente no es fácil. Pero la mente puede ser controlada mediante la práctica constante y la renuncia». ¿Qué hay que practicar? La meditación. ¿A qué hay que renunciar? A la ignorancia. La firme convicción de Krishna: «El _Yoga puede alcanzarse mediante la práctica», transforma nuestro sueño dorado en la Realidad que todo lo colma.

La práctica es paciencia. No existe atajo. «La paciencia es la virtud de un asno», según los sabihondos. El impaciente caballo o el hambriento tigre que habita en nosotros saltará al instante ante este grandioso descubrimiento. Pero la paz reveladora y el poder colmador harán sentir al aspirante de modo claro y convincente que la paciencia es la luz de la Verdad. La luz de la Verdad es ciertamente la Meta.

Una gran figura espiritual india, al preguntarle sus discípulos cuántos años de práctica extenuante necesitó para su plena Realización, rompió en carcajadas.

«¡Práctica! Hijos míos, lo que llamáis práctica no es otra cosa que vuestro esfuerzo personal. Cuando me hallaba en vuestra etapa actual, sin realizarme, creía y sentía que mi esfuerzo personal constituía el noventa y nueve por ciento, y la Gracia de Dios el uno por ciento, no más que eso. Pero mi total estupidez murió en el momento en que la autorrealización nació en mí. Entonces, para mi asombro, vi, sentí y comprendí que la Gracia de mi compasivo Señor era el noventa y nueve por ciento, y mi endeble esfuerzo personal era el uno por ciento. Y no termina aquí mi relato, hijos míos. Finalmente, descubrí que ese uno por ciento mío era, también, el absoluto y compasivo Interés de mi Supremo Padre por mí. Hijos míos, vosotros sentís que la realización de Dios es una esforzada carrera. No es cierto. La realización de Dios es siempre una Gracia descendente».

Lo que realmente necesitamos es paciencia. Cuando la impaciencia nos invade, podemos, sin embargo, cantar con el poeta:

«Vos, tan lejos, y tanteamos asirte.»

Pero cuando nuestra conciencia se halla cargada de paciencia, podemos cantar al unísono con el mismo poeta:

«Vos, tan cerca, y no podemos abrazarte.»

No es poco usual ver que, a veces, incluso un buscador fervoroso fracasa en el camino espiritual. A pesar de haber tenido fe y devoción en gran medida, fracasa en completar su viaje. Este asunto atormenta el corazón de Arjuna. Le dice a Krishna: «Aunque dotado de fe, un hombre que no ha podido dominar su pasión y cuya mente anda errante lejos del Yoga (en el momento de morir), y fracasa en alcanzar la perfección, es decir, la realización de Dios, ¿con qué destino se encuentra? ¿No le espera la destrucción, como a una nube rasgada? Es despojado tanto de la realización de Dios como del placer del mundo. Su destino lo ha engañado en la senda del Yoga. No tiene ningún sitio adonde ir, ningún fundamento».

Desgraciadamente, el mundo interno no lo acepta, el mundo externo lo rechaza y lo condena. Está perdido, completamente perdido. Si triunfa, ambos mundos lo abrazarán y adorarán. Si fracasa, se convierte en objeto de ridículo despiadado.

Antes de que Sri Krishna ilumine la mente de Arjuna, traigamos a Einstein a escena. El inmortal científico declara:

"«Si mi teoría sobre la relatividad resulta correcta, Alemania me reivindicará como alemán y Francia declarará que soy un ciudadano del mundo. De resultar falsa mi teoría, Francia dirá que soy alemán y Alemania declarará que soy judío.»"

Volviendo al Maestro y al discípulo, el Maestro ilumina la mente de su discípulo con los rayos de consuelo, esperanza, inspiración y aspiración.

«Oh Arjuna, no hay caída para él, ni en este mundo, ni en el mundo del más allá. No existe fatal y adverso destino para quien hace el bien y se esfuerza por la autorrealización».

El Maestro dice además que, quien se aparta del camino del Yoga en esta vida, entra en su próxima vida en una casa bendecida y santificada, para así continuar su viaje espiritual.

Cada encarnación humana no es más que un corto lapso y nunca puede determinar el final del eterno viaje del alma. Nadie puede alcanzar la perfección en una vida. Cada uno precisa pasar por cientos y miles de encarnaciones hasta lograr la perfección espiritual.

Un devoto permanece siempre en el respirar de su dulce Señor. Para él, no hay verdadera caída, no hay destrucción, no hay muerte. Su aparente fracaso, y sus causas, no pueden ser más que la historia superficial. Su verdadera historia se hallará en su siempre alegre persistencia, en su victoria final sobre la ignorancia, en su unidad absoluta con el Supremo. Recordemos la significativa afirmación hecha por Jesús:

"«Marta, Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en Mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»."

Marta le dijo a Jesús: «Sí, Señor, lo creo».

De la misma manera podemos, con Arjuna, decirle con toda sinceridad y devoción al Señor Krishna: «Oh Krishna, eterno Piloto de la barca de nuestra vida, creemos en Ti». Y podemos ir un paso adelante: «Krishna, Tú eres nuestro viaje eterno. Tú eres nuestra Meta trascendental».

Capítulo VII: El conocimiento iluminado

Lleno de infinita generosidad, Sri Krishna dice a su amado discípulo que le dará todo lo que tiene y todo lo que es: Infinitud y Eternidad. A cambio, espera solo dos cosas del discípulo: Yoga y dependencia. Podríamos llamar a esta dependencia entrega devota, que es la unidad indivisible de lo finito con lo Infinito. Conocer a Sri Krishna es conocer el Conocimiento supremo. Realizar a Sri Krishna es realizar, en esencia, la vida de todo.

«Manushyanam sahasresu…»: «Entre miles de hombres apenas uno se esfuerza por la perfección espiritual, y de aquellos que se esfuerzan y triunfan, apenas uno Me conoce en esencia».

Parece que el tercer verso está echando agua fría al buscador. La intención de Krishna es cualquier cosa menos eso; Krishna no solo es todo Sabiduría, sino también todo Compasión. Desea decirle a Arjuna lo que ocurre realmente en la carrera de maratón espiritual.

Ciertamente, el Conocimiento supremo no es para quien posee curiosidad infantil, entusiasmo superficial, débil determinación, devoción fluctuante y entrega condicional. Cualquiera de estas cualidades no-divinas hará fracasar, con toda seguridad, al corredor interno.

El sexto y séptimo versos describen la relación que existe entre Sri Krishna y el universo. «Yo soy el principio y el fin del universo. Soy la Fuente de la creación y soy el lugar de la disolución. Más allá de Mí, no existe nada. Todo esto está enhebrado en Mí como las perlas de un collar».

Cuando nos concentramos en «Todo esto está hilado en Mí como las gemas en un collar», inmediatamente vemos a Krishna el inigualable poeta.

La naturaleza tiene tres cualidades: sattva, rajas, tamas —armonía, actividad e inactividad—. Sri Krishna dice que estas tres cualidades proceden de Él y están en Él, pero Él no está en ellas.

Sattva

Sattva es la principal de las cualidades de la naturaleza. Encarna la armonía. Conozcamos la existencia de la armonía en relación con el universo. Citando a Dryden:

De la armonía, de la armonía Celestial
   nació este Marco universal:
   de armonía en armonía,
toda la gama de notas recorrió,
cerrándose completo el diapasón en el Hombre.

El poseedor de la cualidad sátvica tiene, sin duda, un corazón de oro. Sabe que su vida posee un significado propio. Su aliento es puro, su paciencia luminosa. Inigualable es su fortaleza, infalible su certeza.

Rajas

Rajas es la segunda cualidad. Un hombre con la cualidad rajásica está siempre lleno de pasión dinámica. Quiere poseer el mundo. Quiere gobernar el mundo. Prácticamente, no tiene tiempo para entrar en el mundo de la iluminación interna. Su vida valora solo dos cosas: la lucha y la conquista. Tiene la posibilidad de ser un guerrero divino o un guerrero de la cruda falsedad. Tiene la fuerza para construir un templo de la Verdad. Tiene también, la fuerza para romperlo y destruirlo. Desgraciadamente, a menudo destruye el templo, debido a su visión apagada y al furioso elefante que hay en él.

Tamas

Tamas es la tercera cualidad. Es pereza, oscuridad, ignorancia, pecado y muerte. Es también el engaño mundano y la engañosa ilusión.

Sattva es el alma con visión clara.
Rajas es la vida fructífera o infructuosa.
Tamas es la danza de la muerte.

Sattva se manifiesta a través de la luz aspirante.
Rajas se manifiesta a través del poder deseoso.
Tamas se manifiesta a través de la noche oscurecedora.

Un hombre de virtud quiere vivir la verdad.
Un hombre de acción quiere disfrutar del mundo.
Un hombre de inactividad no disfruta de nada. Por el contrario, la oscuridad, la ignorancia y la muerte disfrutan de él constantemente.

Un hombre de virtud tiene una amiga: la aspiración.
Un hombre de actividad tiene una amiga: la inspiración.
Un hombre de inactividad tiene un amigo: el engaño.

Un hombre de virtud trata de vivir en la verdad del presente, pasado y futuro.
Un hombre de acción quiere vivir en el glorioso presente. No se preocupa mucho por el futuro.
Un hombre de inactividad no vive en el propio sentido de la palabra. Él duerme. Sus días y noches están hechos de sueño sin luz.

El primero quiere, con toda su alma, trascenderse.
El segundo quiere expandirse enérgicamente.
El tercero se destruye a sí mismo inconscientemente.

Quienes siguen la senda interior tienen cuatro distintos papeles que desempeñar:

Arta, el deprimido, el afligido. La vida es un lecho de espinas. Ha comprendido esta verdad y clama por la transformación de la vida. Quiere poseer un lecho de rosas. El dolor es su dolorosa posesión. Puede cantar triunfalmente con Francis Thomson:

Nada comienza y nada termina,
   que no se pague con un lamento;
pues en el dolor ajeno nacemos,
   y en el propio perecemos.

Jignasu, el buscador, el investigador. Lo que desea es conocimiento. El conocimiento nos dice por qué sufre el hombre. Aún más, como el conocimiento encarna poder, transforma el aliento del sufrimiento en el aliento del conocimiento que ve y despierta.

Artharthi, el buscador de la verdadera riqueza, la Verdad absoluta. Él no tiene aflicción. No tiene deseos terrenos. Desea vivir en perpetua libertad y liberación.

Jnani, el sabio. Quien es sabio sabe que el Supremo está en todas partes y el Reino de los Cielos en su interior. Vive en el Supremo. Su vida es la vida de unidad con el Supremo. Su mundo es el mundo de verdadera plenitud. Sumamente fuerte es la intimidad entre él y el Supremo.

Sri Krishna continúa: «Nobles y buenos son todos ellos; pero considero al sabio, al iluminado, como Mi alma escogida y Mi propio Ser; completamente unidos, somos absolutamente uno. Cuando su vida ha desempeñado su papel, cuando la hora del silencio llama a su puerta, yo lo pongo en Mi Corazón, donde crece el Aliento de Vida Eterna».

Capítulo VIII: El Infinito imperecedero

Brahman es el Infinito Imperecedero. Otro nombre para Brahman es Aum. Aum es el Creador. Aum es la creación. Aum está en la creación. Aum está también más allá de la creación.

Este capítulo comienza con un aluvión de preguntas muy significativas. Brahman, adhyatma, karma, adhibhuta, adhidaiva, adhiyajna, ¿qué son? El Señor contesta: «El Absoluto Imperecedero es Brahman. Adhyatma es el Conocimiento autorevelador de la Naturaleza primigenia de Brahman. Karma es el nacimiento de la actividad natural y normal. Adhibhuta es la manifestación material perecedera. Adhidaiva es el conocimiento de los Seres Resplandecientes. Adhiyajna es el sacrificio que hago con el fin de unir la manifestación de formas finitas con Mi Vida infinita».

Krishna afirma que la autorrealización o la realización de la Inmortalidad debe ser lograda durante la vida en el cuerpo y no en otro sitio. Del mismo modo que cada ser humano crea limitación, imperfección y servidumbre, también es capaz de trascenderlas. Finalmente, entrará en los planos de la plenitud, la perfección y la libertad.

Nuestra existencia es el resultado de una existencia previa. Esta tierra nuestra es el resultado de una tierra que existió antes. Todo está evolucionando. La esencia de la evolución es un movimiento interno y externo. Este movimiento o cambio ocurre incluso en el mundo de Brahma. Aún habiendo alcanzado el mundo de Brahma, uno no puede escapar de las redes del renacimiento. En verdad, nuestros días y noches terrenales no son sino un segundo infinitesimal en comparación con los días y noches de Brahma. Un millar de eras respiran en un solo día de Brahma y en una sola noche de Brahma.

Es inútil tomar refugio en nuestros días y noches terrenales, pues son pasajeros. Inútil también tomar refugio en los días y noches de Brahma, pues tampoco son eternos. Podemos, debemos y tenemos que tomar refugio solamente en el Corazón eterno del Señor Krishna, que es nuestro más seguro refugio, donde no hay necesidad de día, ni de noche, ya que Su Corazón es la Luz de la Infinitud y la Vida de la Eternidad.

Nada más necesitamos, salvo devoción. Nuestra elección suprema es la devoción. Nuestro corazón de devoción responde a Su Corazón de Amor. Dice Él: «Solo la firme devoción tiene el acceso libre y directo a Mi Vida inmortal, a Mi Verdad absoluta».

Lo que hay dentro, tarde o temprano se manifestará fuera. El poseedor de pensamientos divinos también será el hacedor de hechos divinos. Solamente a un hombre dedicado y aspirante le es posible pensar conscientemente en Dios mientras abandona el escenario terrestre.

Krishna nos relata cómo entra un yogui en lo Último después de haber dejado su envoltura mortal. «Sus sentidos se hallan bajo control. Su mente está situada en el corazón. Medita en Mí. Fervorosamente canta Aum. Entrega el prana, el hálito de vida, y entra en la realización última en Mí».

AUM

Madame H.P. Blavatsky, la fundadora de la Teosofía, observó Aum de una manera muy sencilla y significativa. Dijo: «Aum significa buenas acciones, no meramente un sonido de los labios. Debéis expresarlo en hechos». Para saber lo que es Aum y lo que representa, se aconseja estudiar los Upanishad que hablan de Aum. El Mandukya Upanishad nos ofrece explícitamente el significado de Aum.

El sentido de Aum puede aprenderse en los libros; pero el conocimiento de Aum nunca puede obtenerse estudiando libros. Debe obtenerse viviendo una vida interna, una vida de aspiración, que transportará al aspirante a los más altos niveles de conciencia. La forma más fácil y más efectiva para ascender a lo alto, a lo más alto, a lo altísimo, es cargarse de amor puro y devoción genuina. La duda, el temor, la frustración, la limitación y la imperfección están obligados a someterse al amor devoto y a la devoción entregada. El amor y la devoción tienen el poder sin igual de poseer el mundo y ser poseídos por el mundo. Amad la manifestación de Dios; encontraréis que la creación cósmica es vuestra. Dedicaos con devoción a la causa de la manifestación cósmica; veréis que os ama y os reclama como suyos.

Es cierto que el conocimiento puede daros lo que el amor y la devoción; pero muy a menudo no se cultiva el conocimiento por amor a la Verdad, sino para la satisfacción de deseos. Infructuosa es la búsqueda del conocimiento, cuando el deseo predomina en ella. Cuando el aspirante es todo amor y devoción, se remonta a lo alto.

Durante el vuelo de su viaje canta:

No más sollozará o se afligirá mi corazón.
Mis días y noches se disuelven
   en la Luz misma de Dios.
Por encima de los afanes de la vida, mi alma
es un Ave de Fuego volando a través de lo Infinito.

Al final del vuelo de su viaje canta:

He conocido al Uno y Su Juego secreto;
Y atravesado el mar del Sueño de la Ignorancia.
En armonía con El, retozo y canto;
poseo el Ojo dorado del Supremo.

Ahora ha devenido en su propia Meta. Con amor propio, canta:

Profundamente ebrio de inmortalidad,
soy la raíz y las ramas de una fecunda inmensidad.
Mi Forma he conocido y realizado.
El Supremo y yo somos uno —a todo perduramos—.

— Sri Chinmoy, Revelation

Capítulo IX: El secreto supremo

El secreto supremo es el Conocimiento supremo. No se puede explicar. Tiene que ser realizado. Este secreto supremo está escrito con letras de oro en lo más recóndito de cada corazón divinamente humano. No rechaza a nadie, no, ni siquiera al que está muerto en el pecado. Quien no tiene fe en lo que Krishna dice no tendrá escapatoria de las cadenas de la ignorancia. Tener fe es poseer una extraordinaria buena fortuna. Como la devoción ejemplar, la fe también necesita un Dios personal, y lo tiene. La fe no es creencia ciega. La fe no es una rendición ciega e incuestionable a los libros sagrados. La fe es el conocimiento consciente de la ilimitada libertad propia. Dice Krishna: «Oh Arjuna, la salvación no es para quien carece de fe. Él está atado para siempre a las aflicciones de la vida y las angustias de la muerte». Quien anda por el camino de la fe, verá por sí mismo la Verdad suprema aquí en la tierra. La determinación del corazón aspirante del buscador es su mística fe. La convicción del alma reveladora del buscador es su triunfante fe. Un hombre ordinario, sin aspiración, es mantenido a flote por los mundos de las falsas esperanzas. Pero un hombre de fe vive siempre en los mundos de la contundente afirmación. Alegremente y sin reservas, acopia más y más combustible de admirable fe en el altar de Dios. Obviamente, su alma corre a gran velocidad.

Sonriente, Krishna dice: «Los ilusos Me menosprecian en Mis encarnaciones humanas, sin saber que soy el Señor Supremo de todos los seres».

Reconocer a un Avatar no es cosa fácil. O bien uno ha de ser bendecido por el Avatar mismo, o ha de poseer el don de la visión interna. Un aspirante tiene que prepararse a fin de reconocer a un Avatar. Tiene que evitar el placer de los sentidos. No debe ser controlado por las pasiones. Es él quien tiene que controlar sus pasiones. Tiene que inhalar constantemente el hálito de la pureza. Tiene que derribar el miedo. Tiene que aniquilar la duda. Tiene que invocar la paz. Tiene que imbuirse de gozo.

No es necesario practicar ritos y ceremonias abstrusos. Lo único que se requiere es autoentrega. Él lo acepta todo con la mayor alegría. Podemos comenzar nuestro viaje interior ofreciéndole hojas, flores y frutas. Incluso el más pequeño acto de ofrenda a Dios es el más auténtico paso en el camino del descubrimiento de uno mismo y el descubrimiento de Dios. Pensamos. Si ofrecemos nuestro pensar a Dios, este mero acto de ofrendar nuestro pensamiento nos hará finalmente uno con Dios-el-Pensamiento. Un hombre común cree que piensa precisamente porque vive. Pero Descartes mantiene una opinión completamente diferente: «Pienso, luego existo». Este existo no solo es el fruto de la creación, sino también el respirar de la creación. Son significativas las palabras de Bertrand Russell:

"«El hombre teme al pensamiento más que a ninguna otra cosa en la tierra" —más que a la ruina, más aún que a la muerte—».

Si podemos descubrir un pensamiento verídico, divino, entonces en un santiamén, Dios pedirá u obligará al tiempo a estar de nuestro lado. Nada, salvo el tiempo, puede ayudarnos a sentir el respirar de la Verdad y a tocar los Pies de Dios. Podemos poseer el Tiempo de la Eternidad si verdaderamente lo queremos. Dulces y significativas son las palabras de Austin Dobson:

¿Que el Tiempo se va, dices? ¡Ah no!
¡Ay! El Tiempo se queda, nosotros nos vamos.

Servimos. Si Le servimos a Él, solamente a Él en la humanidad, llegamos a ser uno con Su Realidad absoluta y Su Unidad universal. No podemos olvidar que nuestro dedicado servicio debe ser prestado con una inundación de purísimo entusiasmo.

El verso veintinueve es muy familiar y popular. «Para Mí todos son iguales. No hago preferencia, no hago desprecio. Mis amantes devotos que me adoran están en Mí. Yo también estoy en ellos». Esta es una experiencia que destaca perceptiblemente en la vida de un verdadero buscador. No hay privilegio especial. A todos les es dada la misma oportunidad. No hace falta decir que un verdadero devoto ha pasado ya por arduas disciplinas espirituales. Si se convierte en un devoto genuino y deviene en alguien querido e íntimo de Krishna, significa que está obteniendo el resultado de las férreas disciplinas y severas austeridades pasadas. Si no hay dolor, no hay ganancia. Si no hay sinceridad, no hay éxito. Tened aspiración. Esto acelerará vuestro progreso interno y externo.

El devoto aspira. Sri Krishna reside en su aspiración. El devoto realiza. En su realización descubre que Krishna es su respirar eterno. Un devoto nunca está solo. Ha descubierto la auténtica verdad de que su autosacrificio lo une con su Señor. Cuanto más se ofrece al Señor conscientemente, más fuerte se hace su lazo divino de unión, es más, de unidad.

Anityam (no perdurable, pasajero); asukham (sin placer, sin alegría). El mundo exterior mora en nuestra conciencia terrenal. Esta conciencia terrenal puede ser transformada en la Conciencia Eterna por medio de la aspiración, la devoción y la entrega. Y la Conciencia Eterna alberga la alegría perpetua. La liberación tiene que ser lograda aquí, en este mundo. Cualquier hombre de promesa aceptará la intrépida declaración de Emerson:

«¡Otro mundo! No hay otro mundo.
O aquí, o en ningún lugar está toda la verdad».

Cuando miramos el mundo con el ojo interno, el mundo es bello. Esta belleza es el reflejo de nuestra propia divinidad. Dios-el-Bello tiene a nuestro aspirante corazón como Su eterno Trono. Nosotros, los buscadores del Supremo, nunca podremos concordar con la orgullosa filosofía de Nietzsche, que afirma: «El mundo es bello, pero tiene una enfermedad llamada hombre». Al contrario, podemos decir inequívocamente que el mundo es bello porque ha sido iluminado por una belleza superna llamada hombre.

Anityam y asukham no pueden echar a perder el corazón de un buscador verdadero. Su fe está vinculada a su dorado destino.

Él canta y canta:

Mis días eternos se hallan en el tiempo fugaz;
toco en su flauta rapsódica.
Los hechos imposibles no parecen ya imposibles;
en las cadenas del nacimiento brilla ahora
la Inmortalidad.

Capítulo X: La perfección divina y universal

Lo que hay dentro de nosotros es perfección. Lo que hay fuera de nosotros es imperfección. El mundo externo puede alcanzar la perfección sólo cuando el mundo interno lo inspira, lo guía, lo moldea y lo forma.

El ayer soñó con el hoy como perfección. El hoy sueña con el mañana como perfección. La perfección ya lograda palidece en insignificante imperfección, ante el nacimiento del futuro que velozmente se aproxima.

La perfección crece. Ha estado haciéndolo desde el principio del nacimiento de la creación. A diferencia de nosotros, Dios tiene un Sueño: la Perfección perfecta. Esta Perfección perfecta tiene que brillar en los aspirantes corazones de la individualidad y la universalidad, de manera que la Realidad absoluta pueda ser la expresión total de la Visión Cósmica.

Todo el mundo es querido por Dios. Pero la relación más dulce e íntima existe solo entre un devoto y el Señor. Un verdadero devoto adora al Señor sin incubar deseo alguno. El Señor lo bendice, no solo sin reservas sino también sin condiciones. Lo que un devoto necesita es la fuerza decidida de su corazón. Una vez la ha conseguido, su autorrealización ya no será una meta lejana.

Entender la Verdad es una cosa. Creer en ella, otra. No entender la Verdad no es un delito, ni mucho menos; pero ponerla en duda es verdaderamente un pecado imperdonable. Un niño no comprende la vasta sabiduría de su padre; no obstante, su fe en la sabiduría de su padre es espontánea y genuina.

Sri Krishna es la sabiduría absoluta, la gloria suprema. Nadie comprende su gloria, no, ni siquiera los dioses. Arjuna podrá no entender a Krishna, pero su fe implícita en Él habla en su nombre: «Oh Krishna, Tú eres el Señor de los Señores. Supremo eres. Lo creo. Ni los dioses, ni los demonios comprenden Tus manifestaciones misteriosas. Eres el origen de todos los seres. Eres conocido tan solo por Ti mismo».

"«Si lo creído es increíble, también es increíble que lo increíble debiera ser creído así»."
  — San Agustín.

La creencia es la libertad completa de la mente. La creencia es la plena independencia del corazón.

Ahora Krishna aclara a Arjuna que Su Gloria divina puede ser dilucidada y demostrada, pero nunca agotada. El universo en su totalidad no es más que una pequeña chispa de Su magnitud infinita.

«_Pandavanam Dhananjaya_», dice Krishna. «Entre los Pandavas soy Dhananjaya». Dhananjaya es un epíteto de Arjuna. Cada persona tiene un cuerpo, una mente, un corazón y un alma. ¡Cómo puede una persona que está frente a otra decir que ella es verdaderamente la otra persona! ¿No parece absurdo? Lo es solamente cuando vivimos en lo físico, no cuando vivimos en la unidad del Espíritu. Cuando declaramos que todos los seres humanos son uno y lo mismo, expresamos tan solo un mero hecho que internamente creemos, o tratamos de creer. El sentido de identificación es lo que nos hace uno. Krishna dice: «Soy esto, soy aquello, soy todo». Nuevamente dice que es el mejor, el más elevado y el más poderoso en todo. ¿Significa que Su Conciencia está matizada por la preferencia? ¿Acaso discrimina? No, no tiene preferencia, no tiene discriminación. «Arjuna, Yo soy el Ser asentado en el corazón de todos los seres. Soy el principio, el medio y también el final de todos los seres». Krishna quiere iluminar la mente de Arjuna diciendo que en el proceso de la evolución cósmica Él está revelando y manifestando Su Propia perfección. Sus divinas manifestaciones son interminables. Ha mencionado solo unas cuantas como ejemplo. De Él brota la permanencia, la bondad y la grandeza. Le dice a Arjuna que no tiene que conocer Sus divinas manifestaciones muy detalladamente. Eso solo le confundiría la mente. «Establecí el universo entero con una porción de Mí mismo». Sabiendo esto, el buscador en Arjuna puede fácilmente satisfacer su hambre.

«Soy la semilla de todas las cosas, animadas e inanimadas». Arjuna comprende ahora que Krishna no es el mero cuerpo. Es el Ser que todo lo llena. Arjuna desea saber bajo qué forma en concreto debe ser adorado el Ser. «Bajo todas las formas», es la inmediata respuesta de Krishna. Nada existe fuera del Ser. El Ser está en todo y todo está en el Ser. Esta es la sabiduría que el conocimiento del buscador debe poseer.

El Gita nos enseña la más pura unidad. Esta unidad es la unidad interna. Esta unidad interna es, a la vez, espontánea y única. Nunca puede ser truncada, ni empequeñecida por la mente. El reino de la unidad está mucho más allá del acceso de la mente física.

El autoconocimiento es el conocimiento de la unidad universal. La perfección divina solo puede fundarse en el terreno fértil de la unidad universal. Presta servicio a la humanidad, precisamente porque la Divinidad está presente en ella. Conoce la Divinidad y realizarás en un instante la inmortalidad de Dios en ti y tu inmortalidad en Dios. Dios en el hombre y el hombre en Dios solo pueden anunciar las más verdaderas encarnaciones de la perfecta Perfección.

Capítulo XI: La visión de la Forma Universal y la Manifestación Cósmica del Señor

Por Su infinita Generosidad, ilimitado Amor y profundísimo Interés, Sri Krishna ha desvelado el supremo secreto de que Él está en todo y Él lo encarna todo. La severa ilusión de Arjuna ha sido suprimida y dispersada. Ahora goza de la paz traslúcida de su alma.

Sri Krishna habla desde la abundancia de Su Amor. Arjuna le escucha con la más sublime devoción de su corazón y cree en Él sin reservas y fervorosamente. La incomparable fe de Arjuna clama por su transformación; su aspiración clama por una experiencia. Su mente entiende la Verdad; pero su corazón anhela ver la Verdad y vivir la Verdad. De ahí que necesita esta experiencia ineludible e inevitable. De inmediato, Sri Krishna gentilmente se la concede, la experiencia inigualable.

«Oh Arjuna, contempla en Mi Cuerpo el universo entero». Los ojos físicos de Arjuna naturalmente no consiguen tener esa visión. El Señor le otorga el ojo de la visión sobrenatural, el ojo que ve lo oculto —el ojo yóguico—.

El cuerpo de que habla el Señor es un cuerpo espiritual. Por lo tanto, para verlo, Arjuna precisa ser dotado de un ojo espiritual. El cuerpo representa la forma. Lo que no tiene forma habita en esta forma. La Visión Trascendental y la Realidad Absoluta juegan al unísono en y a través de la forma cósmica. El cuerpo de carne y hueso experimenta innumerables vicisitudes; pero no así el cuerpo de forma ilimitada, divina, y de sustancia inmortal. Este cuerpo divino es la encarnación y la revelación de la Divinidad, la Infinitud, la Eternidad y la Inmortalidad de la Verdad.

Sanjaya le dice a Dhritarashtra: «¡Oh Rey! Krishna, el Supremo Maestro del Yoga, el Señor Todopoderoso, revela a Arjuna Su Forma divina, suprema. Arjuna ve ahora a Krishna como la Deidad Suprema, Parameshwara».

Arjuna ve lo múltiple en el Uno Supremo, que aparece con miríadas de bocas, innumerables ojos, maravillas sin límite, esgrimiendo armas divinas, vistiendo indumentarias y joyas divinas, portando guirnaldas celestes de suprema fragancia. El fulgor de mil soles estallando a la vez en los cielos, difícilmente igualarían el supremo esplendor del Señor. Arjuna contempla la Infinitud en la multiplicidad, en la divina persona de Krishna. Anonadado, inundando el éxtasis su más íntimo ser, con sus manos juntas e inclinando la cabeza, exclama: «Oh Señor, en Ti, en Tu Cuerpo, contemplo a todos los dioses y todas las categorías de seres, con sus rasgos distintivos. Veo incluso a Brahma sentado resplandeciente en Su Trono de Loto, videntes y sabios a su alrededor y simbólicas serpientes, todo sublime».

Cuando nos elevamos con toda la purísima aspiración ardiente de nuestro corazón, entramos en la Conciencia Cósmica de los videntes. Este es un camino ascendente. Es el camino de la encarnación y la realización. Hay otro camino, conocido como el de la revelación y la manifestación. Este es el camino descendente. Aquí nuestra conciencia fluye hacia abajo a través de la energía cósmica, las serpientes simbólicas, en movimiento circular y espiral.

Los versos del quince al treinta y uno describen elocuente y psíquicamente lo que Arjuna vio en Krishna con su recién adquirida visión yóguica.

La lucha está aún por comenzar. Los poderosos guerreros están preparados y deseosos de luchar. Para su grandísima sorpresa, Arjuna ve las vidas de los guerreros totalmente extinguidas en Krishna. Incluso antes del comienzo de la batalla, él ve la muerte de los guerreros. Están destruidos. Mientras ve los fuegos de la llameante y todo-devoradora boca de Krishna, su propio hálito de vida se estremece. El discípulo clama: «Mi Supremo Señor, imploro Tu Compasión. No Te conozco. ¿Quién eres?».

«El Tiempo soy. El Tiempo, el poderoso destructor, soy Yo. Ellos están condenados. Luchéis o no, están ya muertos. Incluso sin ti, tus adversarios no escaparán de la muerte. Álzate, oh Arjuna, álzate. Ganarás la gloria y el renombre de la victoria. Conquista a tus enemigos, disfruta del vasto reino, disfruta. Por Mí ha sido ordenado el silencio rendido de sus vidas. Sé tú la causa externa. Sé tan solo mi instrumento, nada más». «Nimittamatram bhava_». «Sé el mero instrumento». No puede haber mayor orgullo, ni mejor logro que ser el instrumento mismo de Dios, pues ser un instrumento de Dios es ser aceptado infaliblemente como Su propia pertenencia. En y a través del discípulo-instrumento, el Gurú-Maestro ve y colma el Propósito divino de Dios. Krishna es el Tiempo que todo lo devora. Esta visión, conforme a nuestros ojos y comprensión externos, es terrible. Pero conforme a nuestra visión y comprensión internas, es natural e inevitable. «El tiempo», dice Sri Aurobindo, «se muestra ante el esfuerzo humano como un enemigo o un amigo, como una resistencia, un medio o un instrumento. Pero siempre es, realmente, el instrumento del alma. El tiempo es un campo de circunstancias y fuerzas uniéndose y elaborando una progresión resultante, cuyo curso mide. Para el ego, es un tirano o una resistencia; para el Divino, un instrumento. Por lo tanto, mientras nuestro esfuerzo es personal, el tiempo aparece como una resistencia, ya que nos presenta toda la obstrucción de las fuerzas que están en conflicto con las nuestras. Cuando el funcionamiento divino y el personal están combinados en nuestra conciencia, aparece como medio y condición. Cuando ambos se hacen uno, aparece como servidor e instrumento». Krishnaprem, el gran buscador, declara: «Es imposible expresar con palabras esta maravillosa visión interna. Todas las cosas permanecen igual, sin embargo están cambiadas. El tiempo se funde en un resplandor dentro de la Eternidad; el radiante Flujo mismo es lo Eterno, que, aunque se mueve sin cesar, no se mueve en absoluto». La sabiduría de los _Upanishad suena y resuena en nuestros corazones aspirantes: «Eso se mueve y sin embargo no se mueve. Eso se halla muy distante y sin embargo se halla próximo y cercano».

El tiempo alberga la Verdad. Sri Krishna dice la Verdad, la Verdad eterna, acerca de Sí mismo. Aquí podemos recordar las significativas palabras de Virginia Woolf: «Si no dices la verdad acerca de ti mismo, no puedes decirla acerca de los demás». Por otra parte, si conoces la verdad espiritual acerca de ti mismo, habrás de saber la verdad acerca de los demás. Sri Krishna mostró la divina Verdad que Él mismo era.

También podemos caminar alegremente con Marco Aurelio: «Soy incapaz de comprender cómo ningún ser humano puede querer otra cosa que no sea la Verdad».

Dudar del Maestro espiritual antes de que amanezca la iluminación propia no es raro en la historia espiritual del mundo. Incluso algunos de los más queridos discípulos de grandes Maestros espirituales lo han hecho. Pero que el buscador abandone al Maestro precisamente porque la duda lo acosa es un acto de pura estupidez. Persevera, persevera hasta el final. Las asoladas dudas se esfumarán en el aire. El esplendor de lo Infinito y de la Eternidad florecerán en el seno del tiempo. Tu ascendente aspiración llevará a cabo esta tarea.

El palpitante corazón de Arjuna proclama: «Tú eres el Alma primigenia». Implora el perdón de Krishna. Debido a su ignorancia pasada, no había conocido a Krishna en Su naturaleza divina. Su pasado estaba lleno de hechos erróneos, de ignorancia y de descuido. Con un corazón palpitante, ruega el perdón por sus actos de comisión y omisión dirigidos a Sri Krishna.

«Contémplame como un padre con su hijo, como un amigo con su amigo, como un amante con su amado». Sin duda, Sri Krishna perdona a Arjuna. Asume su forma normal, natural y familiar.

Arjuna llega a comprender que es solo la Gracia divina la que le ha otorgado el ojo yóguico para ver lo Oculto, la Gloria suprema del Señor, el presente, pasado y futuro.

También aprende del Señor que «ni el estudio de los Vedas, ni el sacrificio, ni las limosnas, ni la austeridad, ni el estudio pueden conseguir esta visión cósmica». Incluso los dioses anhelan un vislumbre de esta Forma Universal que Él acaba de mostrar a Arjuna desde Su ilimitada Compasión.

Fe, devoción, entrega. ¡Así Krishna es conquistado! No hay otro modo de realizarlo, de poseerlo.

Capítulo XII: El camino de la devoción

Arjuna se siente sumamente feliz y extremadamente afortunado por haber tenido la más inusitada visión de la Forma Cósmica. ¿Cómo es posible que esté agobiado con nuevas preguntas filosóficas y espirituales? La razón es que su visión de la Forma Cósmica no implica que haya alcanzado la Meta de las metas. La visión tiene que ser transformada en una viva y constante realidad en la vida de Arjuna y luego él tiene que vivir en la realidad misma. La experiencia de la visión es buena. La realización de la visión es mejor. La encarnación de la visión es lo mejor. Y aún mejor que lo mejor es la revelación de la visión. Finalmente, es la manifestación de la visión lo que es divina y supremamente incomparable.

A continuación, el camino de la meditación y el camino de la devoción pasan a ser comparados. Arjuna desea aprender de Sri Krishna acerca de los dos caminos: el camino de la meditación, que conduce a lo No-Manifiesto y el camino de la devoción, que conduce al Dios personal. ¿Cuál de los dos es mejor? La respuesta de Krishna es que cada camino, seguido devota y fielmente, conduce hasta la Meta. Pero el camino de la meditación es más difícil y más arduo. El cuerpo físico nos ata al mundo material. De ahí que nos resulta difícil meditar en lo Impensable, lo Inimaginable y lo Trascendental. Pero si nos acercamos al Señor que asume la forma humana y que desempeña Su Juego divino en el campo de Su manifestación, nuestro éxito será indudablemente más fácil, rápido y convincente, hasta un punto tal que nuestras mentes físicas no creerían posible.

Un buscador genuino tiene que disolver todo lo que tiene —ignorancia y conocimiento— y todo lo que es —ego y aspiración— en Dios. Ciertamente, es dificilísimo, pero no imposible. He aquí que se le da la oportunidad dorada de aceptar el camino más fácil y el más efectivo. En este camino único, tan solo tiene que ofrecer los frutos de su acción al Señor y dedicarse en cuerpo, mente, corazón y alma al Señor.

El camino de la meditación y el camino de la devoción conducirán finalmente a la misma meta. Ahora bien, ¿qué le hace sentir al aspirante que el camino de la meditación es extremadamente difícil de seguir? La respuesta es muy sencilla. El aspirante no puede enfocar la atención de la mente en el Más Allá No Manifestado; mientras que si el aspirante es devoto del Señor en Su creación manifestada, y quiere ver y adorar a su Amado en cada ser, su camino se torna indudablemente más fácil. Amad primero la forma; luego, de la forma id al Más Allá Sin Forma. Al principio, el discípulo tiene que acercarse al aspecto divinamente físico del Gurú y luego ha de ir más allá, mucho más allá de la forma física y la sustancia física del Gurú, para poder comulgar con el inefable y siempre trascendente Más Allá y permanecer en Él.

El discípulo quiere el camino más fácil. Sri Krishna consiente bondadosamente. Dice que el camino de la meditación es difícil, así como lo es el camino del servicio desinteresado y el camino inspirado por el amor y la devoción. Pero aún hay otro camino que es extremadamente fácil de seguir. En este camino, uno solamente tiene que renunciar al fruto de la acción. Si no podemos realizar nuestro trabajo como un servicio dedicado a Dios, no debemos sucumbir a la oscura decepción. Podemos sencillamente trabajar, trabajar para nosotros mismos. Necesitamos solo ofrecer los frutos de nuestro trabajo al Señor. Sin embargo, lo haremos bien si realizamos tan solo aquel trabajo en particular que sentimos desde dentro como correcto. Naturalmente, haremos el trabajo que nuestro deber espiritual requiere de nosotros. Si cumplimos con nuestro deber espiritual y ofrecemos los frutos al Señor, en muy poco tiempo nuestro Piloto Interno es conquistado.

Chapter XIII: El terreno y su conocedor

La devoción es más que suficiente para realizar al Señor Krishna, la Verdad eterna. Sin embargo, en este capítulo Sri Krishna quiere ampliar el conocimiento de Arjuna, filosófica e intelectualmente. Quienes albergan preguntas intelectuales y filosóficas respecto a la Verdad quedarán ahora verdaderamente satisfechos.

Tratamos de evitar e ignorar aquello que crea problemas en nuestra vida. Según Krishna, esta denominada sabiduría nuestra es, en realidad, solo ignorancia. Cierto, no debemos crear problemas por nuestra cuenta, pero si aparecen tenemos que afrontarlos, entrar en ellos y, finalmente, conquistarlos intrépida y totalmente.

Arjuna ha sido ya bendecido por el Señor con las alturas internas. Ahora el Señor quiere iluminarlo con el conocimiento del cosmos, en el que tiene que desempeñar un papel consciente.

Materia y espíritu. Prakriti y Purusha. El terreno y el conocedor del terreno. El cuerpo es el terreno. El alma es el conocedor del mismo. La verdadera sabiduría consiste en realizar al Conocedor Supremo y al cosmos, conocido y revelado.

Hay veinticuatro tattvas, principios, que componen el terreno. El primer grupo de grandes elementos o bases es: tierra, agua, fuego, aire y éter. El terreno también alberga el ego y la mente ceñida a la tierra, el intelecto; los cinco órganos de acción —las manos, los pies, la lengua y los dos órganos de eliminación—; también los órganos de los sentidos —nariz, boca, ojos, oídos, etcétera—. Las cinco esferas de los sentidos son: la vista, el olfato, el gusto, el oído y el tacto.

Solo hay que saber una cosa. Saber que el Señor se halla dentro del cosmos, fuera del cosmos y más allá del cosmos es saberlo todo.

Materia y Espíritu

Materia y Espíritu —Prakriti y Purusha—​ no tienen principio. La Materia es la sustancia primordial. La Materia es siempre cambiante. El Espíritu es siempre estático. La Materia es poseedora de innumerables cualidades. El Espíritu ve y sanciona. La Materia hace, crece y deviene. El Espíritu es conciencia. El Espíritu es el testigo. La Materia es la creatividad infinita. El Espíritu es la Realidad en el hombre. El Espíritu es el perceptor de la materia. Quien ha realizado el silencio eterno del Espíritu (de Purusha_) y la danza cósmica de la Materia (de _Prakriti_) puede vivir en cualquier posición social, ya sea como doctor, filósofo, poeta o cantante; ha alcanzado la perfección de la realización suprema. Algunos realizan al Espíritu Supremo en la meditación; otros, por medio del conocimiento (la filosofía Sankhya). Hay también otros que realizan al Espíritu Supremo por medio del yoga de la acción y el servicio desinteresado. Y además, hay quienes no siendo conscientes de ello, después de saber a través de otros acerca del Espíritu Supremo, han empezado a adorarlo con devoción y se agarran firmemente a la Verdad. También ellos irán más allá de la mortalidad y atravesarán las redes de la muerte. El Espíritu está en la materia. Experimenta las cualidades nacidas de la materia. Experimenta la existencia física. Las cualidades adquiridas determinan su renacimiento. El Espíritu es el Supremo mismo. Aunque Señor del cuerpo, experimenta la vida mortal. El camino hacia Dios consiste en ver la Vida Eterna en la vida pasajera, saber que _Prakriti, y no Purusha, está apegada a la acción. Todas las actividades, dice el Gita, divinas y no divinas, brotan en Prakriti. Purusha está exento de acción. Ninguna acción es posible en Purusha, ya que este trasciende el tiempo y el espacio. Sin embargo, sin Purusha no puede haber universo ni manifestación.

El Espíritu existe por sí mismo y todo lo penetra, ya sea dentro o fuera del cuerpo; siempre impasible permanece el Espíritu.

Saber que Purusha y Prakriti son uno e inseparables es conocer la Verdad, la Verdad de la unidad y la divinidad en la humanidad, que será manifestada finalmente como la divinidad de la humanidad.

El Gita no alberga una metafísica árida, lógica. Sus enseñanzas no tienen necesidad de ningún respaldo de argumento intelectual. La razón humana no puede llamar a la puerta de la Realidad Trascendental. Nunca. ¿Qué es el Gita sino la Realidad Trascendental suprema y divinamente encarnada?

Cada ser humano tiene cinco secretos supremos que aprender del Gita:

Ver la Verdad.
Sentir la Verdad.
Ser la Verdad.
Revelar la Verdad.
Manifestar la Verdad.

En este capítulo observamos que el Gita es, a la vez, el significado de la vida y su interpretación divina. Desgraciadamente, este capítulo en particular ha sido víctima de calamitosas contradicciones, a pesar del hecho mismo de que el Gita, desde el comienzo hasta el final de su viaje, no contempla el rostro de la contradicción. El Gita ve y revela solo el rostro de la unidad de la Verdad en la multiplicidad. Eruditos y comentaristas se pelean acerca de sus respectivas teorías. Tampoco los filósofos tienen tendencia a rehuir esta batalla. Cada cual se siente inspirado a imponer a los demás sus elevadas teorías. Pero un buscador genuino de la Verdad suprema es verdaderamente sabio. Ora al Señor Krishna que le permita tener una experiencia personal del Gita. Sri Krishna sonríe. El devoto exclama:

Tú que tanto me has dado,
dame una cosa más: un corazón agradecido.
No agradecido cuando a mí me plazca,
como si Tus Bendiciones pudieran ser escasas algún día,
sino un corazón, cuyo latir pueda ser Tu alabanza.
— G. Herbert

¡He aquí que el devoto ha ganado la carrera! El devoto necesita un Gurú, un Maestro. Sri Krishna es el Gurú y Arjuna es el discípulo. Un eminente erudito hindú, Hari Prasad Shastri, escribe:

"«¿Es el Gurú, o Maestro, una necesidad absoluta para la realización de la Verdad? La respuesta, de acuerdo con el Gita, es «Sí». El Gurú es la persona que enseña la unidad del alma con lo Absoluto y que vive la vida de Sattva. Puede ser de cualquier sexo y, conforme al Gita, no tiene que vivir retirado en las nieves de los Himalayas, apartado del mundo, hablando tan solo a través de apóstoles escogidos y enviando cartas fantásticas por medio del «correo astral». El Gurú del Gita es un hombre como cualquier otro hombre bueno, a quien se puede ver en cualquier hora conveniente, que vive en la sociedad humana y no reivindica superioridad alguna sobre los demás»."

Finalmente, el Gita nos dice que el Gurú de todos los gurús, el verdadero Gurú, es Dios.

Capítulo XIV: Las tres gunas

SATTVA es pureza. Sattva es luz. Sattva es sabiduría. Sattva y felicidad permanecen unidas. Sattva y armonía respiran juntas. Los sentidos en sattva están cargados con la luz del conocimiento. Si alguien abandona el cuerpo cuando sattva prevalece, va a la pura morada de los sabios.

RAJAS es pasión. Rajas es deseo. Rajas es la actividad exenta de luz. Rajas obliga al cuerpo a la acción. Rajas se expresa con marcado dinamismo o con ciega agresión. Inquietud y rajas respiran juntas. Separar esfuerzo y rajas es prácticamente imposible. Rajas significa también movimiento apasionado. Si se muere cuando rajas prevalece, se renace entre aquellos apegados a la acción.

TAMAS es letargo. Tamas es oscuridad. Tamas es ignorancia. Estancamiento y tamas permanecen juntos. Inutilidad y tamas respiran juntos. Es imposible separar tamas del agudo tormento. Tamas es equivalente a muerte lenta. La muerte en tamas es seguida por el renacimiento entre los necios insensatos.

El árbol sattva da el fruto llamado armonía.
El árbol rajas da el fruto llamado dolor.
El árbol tamas da el fruto llamado ignorancia.

Sattva ofrece al mundo entero conocimiento luminoso; rajas, codicia apasionada; tamas, profunda decepción. Aquel cuya vida está inundada de sattva mira arriba hacia los cielos. Por lo tanto, va a esferas más elevadas. Aquel cuya vida está encendida por rajas mira altivamente alrededor del mundo. Por lo tanto, reside en él. Ciego es aquel cuya vida está cubierta por tenebrosa tamas. Está ciego como una roca. Por lo tanto, se hunde. El Señor dice que quien entiende el origen de la acción en estas triples cualidades de Prakriti, y al mismo tiempo entiende a Purusha, que está más allá de las cualidades, viene a Él y entra en Su Naturaleza. Y finalmente, cuando va más allá de lo largo y ancho de estas tres cualidades —sattva, rajas y tamas_— bebe profundamente el Néctar de la Inmortalidad. <html>Haz todo el bien que puedas,<br \></html> <html>por todos los medios que puedas,<br \></html> <html>en todas las formas que puedas,<br \></html> <html>en todos los sitios que puedas,<br \></html> <html>todas las veces que puedas,<br \></html> <html>a toda la gente que puedas,<br \></html> <html>tanto tiempo como puedas.<br \></html> <html>&nbsp&nbsp&nbsp— John Wesley<br \></html> Esto es precisamente lo que se espera de un hombre _sáttvico. Ahora tal vez preguntéis: ¿por qué tiene él que trascender también su naturaleza? ¿No es acaso único en su servicio a la humanidad? Podrá ser único en su gran familia humana, pero la perfecta libertad todavía está por lograr. Callada, secreta y, por desgracia, a veces hasta inconscientemente, el pobre hombre sáttvico se apega a los frutos de su generoso servicio, a los efectos de su sublime conocimiento. Así pues, con miras a conseguir la libertad absoluta y la perfección perfecta, una persona sáttvica tiene que transformar y trascender su naturaleza.

Después de haber trascendido las tres gunas, hay que hacer la elección de si se quiere permanecer en lo Trascendental, muy por encima del mundo de la manifestación, o se quiere servir al eterno Hálito del Infinito en la humanidad e inspirar a la humanidad a la realización de la bienaventuranza, la paz y el poder supremos.

Arjuna hace no una, ni dos, sino tres preguntas significativas. ¿Cuáles son los signos distintivos de aquel que ha trascendido las tres cualidades? ¿Cómo se comporta? ¿Cómo va más allá de las tres cualidades?

Las respuestas de Krishna son:

El yogui que ha trascendido las tres cualidades en su propia vida no tendrá odio ni codicia por los frutos de sattva, rajas y tamas. Interna y externamente se halla inundado por la ecuanimidad de su alma. Es absolutamente independiente. Ha realizado la total independencia de su divinidad interna. Algo más: sirve a Dios con su admirable devoción. Lo hace con toda su alma. Sirve a la humanidad con todo su amor. Lo hace incondicionalmente. Ve a Dios y solamente a Dios en todas las almas humanas. Tal yogui llega finalmente a ser sin falta el Ser Supremo.

Capítulo XV: El Purusha Supremo

El capítulo XIII nos ha enseñado la verdad de que existe un terreno y un Conocedor de dicho terreno. El capítulo XIV ha arrojado abundante luz acerca del terreno, el juego cósmico de Prakriti. En este capítulo en particular, aprenderemos acerca del Conocedor, el Ser Individual, el Ser Universal y el Ser Supremo.

Este capítulo comienza con un árbol. Este Árbol se llama el Árbol del mundo. A diferencia de árboles terrestres o botánicos, este Árbol tiene su raíz arriba, en el Supremo. El Supremo es su único origen. Sus ramas se extienden hacia abajo. Los Vedas son sus hojas. Aquel que ha sondeado las profundidades del siempre cambiante y evolutivo mundo, tiene a su disposición todo el conocimiento Védico.

Este Árbol no es libre aquí en la tierra. Se halla capturado por su propia acción y reacción en nuestro mundo. Es alimentado afectuosamente por las tres cualidades de Prakriti. Si se quiere descubrir el principio, el final y la existencia misma de este Árbol, hay que liberarse totalmente de este Árbol de Tentación.

Un árbol significa aspiración. Esta aspiración se eleva finalmente hacia lo Más Alto. Hay innumerables sadhus (monjes) hindúes que se sientan bajo los árboles y entran en el mundo de la meditación más profunda. La aspiración del árbol los inspira y despierta su adormecida aspiración. El Señor Buda obtuvo su iluminación al pie del Árbol Bodhi, como es sabido.

El Gita es un océano de espiritualidad. La hija más afectuosa de la espiritualidad es la poesía. El sutil aliento de la poesía es siempre acariciado por la espiritualidad energizadora de la vida. Identifiquemos nuestra conciencia con la de un poeta al referirse a un árbol.

Los poemas son hechos por tontos como yo,
pero solamente Dios puede hacer un árbol.
   — Joyce Kilmer

Ya que la poesía es mi fuerte, gustosamente me tomo la libertad de estar de acuerdo con el bendecido poeta.

Volviendo a nuestro árbol filosófico. Los sabios cortan su raíz con el hacha del desapego. Es el camino hacia la liberación. Es el camino hacia el bien supremo.

Un hombre sabio vive en perfecto autocontrol. Se entrega a la Verdad, incondicionalmente y sin reservas. Quiere a Dios y solo a Dios, Quien es la Fuente del mundo interior, del mundo exterior, y, también, del mundo más allá. Los acontecimientos, alentadores o desalentadores, agradables o desagradables, divinos o no divinos, no agitan su mente, y menos aún su existencia interna. Nada en un mar de fructífero silencio y ecuanimidad. Siendo dueño de los sentidos, los domina. Se dirige a Krishna, su único refugio. Ningún sol, luna, ni fuego son necesarios en Su Morada. Esta Morada es el Origen del universo entero. Es todo iluminación. De Su Morada eterna no hay retorno.

No es para los ilusos, sino los videntes dotados de visión divina, reconocerle o entenderle a Él, al Señor Supremo, Quien entra en el cuerpo, reside en el cuerpo, experimenta las cualidades de la naturaleza y abandona el cuerpo a Su Hora escogida.

Ciertamente, todos los serios esfuerzos de un hombre no serán de utilidad hasta que haya conseguido la estabilidad en su mente, hasta que su naturaleza externa esté bajo su mandato, hasta que su corazón rebose de amor y devoción hacia su Maestro espiritual (Gurú), hasta que sirva al Aliento vivo del Señor en la humanidad.

Hay dos aspectos de la creación: el perecedero y el imperecedero. Más allá de estos dos se encuentra el Supremo Impersonal. Este, a la vez, lo penetra todo y lo sostiene todo.

El Señor dice: «Yo, el Purushottama, el Ser Supremo, trasciendo tanto lo perecedero, como lo imperecedero».

Hay cuatro Vedas. Los cuatro Vedas hablan significativamente de este Ser Supremo.

El Ser Supremo con mil cabezas, mil ojos, mil pies;
Él penetra la tierra a todo lo largo y ancho.
Él está más allá de las diez direcciones.

Aquí mil significa indudablemente infinito. Lo infinito se está manifestando a través de lo finito en el campo de la manifestación. Purushottama se encuentra más allá de la no-forma y la forma, más allá de la impersonalidad y la personalidad. En Él, el más poderoso impulso dinámico y el más profundo silencio permanecen juntos. Para Él, son uno. Para Él, la libertad Celestial y la necesidad terrestre, la siempre cambiante forma de la tierra y la inmutable Realidad infinita, son una.

Capítulo XVI: Fuerzas divinas y no divinas

El mundo, el temor y la esclavitud gozan de la más profunda intimidad. Quien piensa en Dios es, finalmente, amado por el mundo. Quien ama a Dios no tiene temor. Trasciende la esclavitud.

Quien piensa que el placer sensual y el gozo supremo son idénticos, está totalmente equivocado. La autocomplacencia y la Meta de la vida nunca podrán encontrarse y nunca se encontrarán.

Para ver a Dios hay que ser práctico, absolutamente práctico, tanto en el mundo de la realización, como en el mundo de la manifestación. Nadie puede ser más práctico que quien está dotado de cualidades espirituales. Su vida está guiada, protegida e iluminada por las fuerzas divinas.

El temor teme permanecer con quien tiene perfecta fe en Dios. Su corazón es pureza. Su mente es libertad. ¿Falsedad? No sabe lo que es. Utiliza su amor para amar a la humanidad. Solo espera amor a cambio si es esa la Voluntad de Dios. Ofrece su servicio al Supremo en la humanidad, habiendo destruido por completo la raíz de la expectativa, es más, del árbol de la tentación, con la afilada hacha de la luz de su sabiduría.

"El deleite de la devoción y el silencio de la meditación respiran constantemente en él.
  La violencia es demasiado débil para penetrar su fortaleza de pensamiento, palabra y obra.
  Purísima sinceridad tiene. Poderosísimo autosacrificio es.
  No ostenta corona humana alguna, sino una corona hecha por Dios y que el propio Dios aprecia. El nombre de esta corona divina es humildad."

Quien es devorado por las fuerzas no divinas, no tan solo no es espiritual, sino impráctico, en el más puro sentido de la palabra. Nunca puede estar solo, aunque lo desee. La vanidad, la ira, la ostentación y el ego le despiertan de su letargo y le obligan a bailar con ellos. Secreta, pero velozmente, aparece la ignorancia, se une a ellos en su baile y luego, alegre y triunfalmente, les enseña el baile de la destrucción.

Utiliza su ego para comprar el mundo, su ira para debilitarlo y castigarlo, su vanidad y ostentación para triunfar sobre él. Se ofrece conscientemente a la glorificación del placer sensual. Desgraciadamente, no es capaz de contar sus proyectos imaginarios, pues son incontables, innumerables. Lo que es absolutamente suyo y lo que él infaliblemente es, es su autoalabanza.

Les dice a la caridad y a la filantropía: «Mirad, os voy a enviar a las dos al mundo. Recordad, no os regalo al mundo. Traedme de él renombre y fama. ¡Regresad pronto!».

La caridad y la filantropía obedecen humildemente su mandato. Van corriendo hacia el mundo. Tocan el mundo. Alimentan el mundo. No olvidan traer para a su amo el renombre y la fama del mundo. El amo recibe su codiciado premio: renombre y fama. Pero, ¡ay!, para su total asombro, tras el renombre y la fama, viene la futilidad.

Su vida es el nexo entre el pecado y el infierno. ¿Qué es el pecado? El pecado es el sabor de la imperfecta ignorancia. ¿Qué es el infierno? El infierno es la despiadada tortura de los deseos insatisfechos y el afectuoso abrazo de la ignorancia completado.

Al principio, el buscador debe considerar por separado la ignorancia y el conocimiento. Más adelante, comprende que Eso existe tanto en la ignorancia como en el conocimiento. Encendamos nuestra llama de aspiración con la sabiduría espiritual del Isha Upanishad. «Avidyaya mrityum tirtha» «A través de la ignorancia, penetra más allá de la muerte, a través del conocimiento, disfruta de la Inmortalidad».

El capítulo se cierra con la palabra shastras (escrituras). Los shastras no deben ser ridiculizados. Los shastras son las consecuciones externas de las experiencias y realizaciones internas de los videntes de la Verdad. La meta suprema no es para quienes menosprecian las experiencias espirituales y las realizaciones de los videntes del venerable pasado. Cometen un inmenso error si creen, basados en sus impulsos vitales, que pueden practicar la meditación y aprender los secretos de la disciplina interna sin ayuda. La guía personal es imperativa.

Es fácil decir: «Sigo mi propio camino». Más fácil es engañarse a uno mismo. Aún más fácil es matar de hambre a la divinidad interna que quiere revelarse y manifestarse.

El Maestro ordena al estudiante:

"«Oh mi Arjuna, sigue los shastras»."

Capítulo XVII: La triple fe

El hombre externo es un reflejo de su fe interna. Todas nuestras actividades, físicas, vitales y mentales, tienen una fuente común. Y el nombre de esa fuente es la fe. Con nuestra fe podemos crear, controlar, conquistar y transformar nuestro destino. Ciertamente, lo que de modo inconsciente llamamos fe humana no es otra cosa que la Voluntad divina en nosotros y para nosotros.

¿Qué hace un hombre sáttvico con su fe luminosa? Utiliza su fe para invocar y adorar al Supremo. ¿Qué hace un hombre rajásico con su fe apasionada? La utiliza para adorar y satisfacer a las deidades. ¿Qué hace un hombre tamásico con su fe tenebrosa? Adora a los espíritus y fantasmas insatisfechos, descontentos, hambrientos, oscuros, impuros y ligados a la tierra.

Se dice que, en occidente, el alimento tiene muy poco que ver con la fe. En la India, el vínculo entre alimento y fe es casi inseparable. Nuestros videntes de los Upanishad exclamaron: Annam Brahma: «El alimento es el Brahman».

Un hombre sáttvico come alimentos frescos, puros y reconfortantes, para poder adquirir energía, salud, alegría y una larga vida.

Los alimentos agrios, salados y excesivamente picantes son la preferencia del rajásico. La enfermedad lo apresa. El dolor lo tortura. El hombre tamásico también tiene que comer al fin y al cabo. Come con avidez alimentos rancios, desabridos, impuros y sucios. Los resultados de su dieta deben ser sentidos más que descritos.

Austeridad

Austeridad no significa en absoluto tortura física; solamente una naturaleza diabólica puede disfrutar con la mortificación de la carne. Dios el Misericordioso no exige nuestra tortura física. Quiere que tengamos la luz espiritual de la sabiduría. Ni más ni menos.

Austeridad significa tener un cuerpo dedicado, una mente pura, un corazón amoroso y un alma despierta.

La austeridad externa crece en el suelo fértil de la sencillez, la sinceridad y la pureza. La austeridad interna crece en el fecundo suelo de la serenidad, la tranquilidad y la ecuanimidad.

La austeridad sáttvica no desea recompensa. La austeridad rajásica espera y exige ganancia, honor y fama. La austeridad tamásica quiere y aprecia la autoinmolación o la destrucción de otros.

Un buscador de la Verdad trascendental no puede caminar junto a las fuerzas del sexo. El buscador que camina a lo largo del sendero del autodescubrimiento y el descubrimiento de Dios ha de saber lo que es el verdadero celibato. Citando a Krishnaprem: «Un celibato neurótico, con la denominada mente inconsciente llena de sexo frustrado, brotando en un tumulto de fantasía más o menos disfrazada, es la peor condición en la que estar para quien busca la vida interna. Tal condición, al igual que una debilidad corporal extrema, da origen a extrañas experiencias y visiones, pero impedirá muy eficazmente el verdadero avance por el camino. El sexo debe ser trascendido; no puede ser suprimido impunemente». El capítulo termina hablando de modo conmovedor del Brahman. Brahman es divinamente nombrado mediante las tres palabras inspiradoras del alma: Aum tat sat. Aum es el símbolo místico supremo. Aum es el verdadero nombre de Dios. Aum se encuentra en la manifestación cósmica y Aum se encuentra más allá de la manifestación, mucho más allá. Tat significa «Eso», el Eterno Sin Nombre. Por encima de todos los atributos, «Eso» reina majestuoso. Sat significa Realidad, la Verdad infinita. Tenemos que cantar Aum y luego comenzar a desempeñar los deberes divinos de nuestra vida. Tenemos que cantar Tat y luego ofrecerle a la humanidad todos nuestros logros, energizadores y colmadores. Tenemos que cantar Sat y luego ofrecerle a Dios lo que somos interna y externamente, nuestra existencia misma.

Capítulo XVIII: Abstención y renuncia

Estamos ahora escalando lenta, firme y triunfalmente el último peldaño de la escalera del Gita. Aquí tendremos casi la quintaesencia del Canto entero.

Arjuna desea aprender la naturaleza de abstenerse de la acción, la naturaleza de renunciar a los resultados de la acción, y también la diferencia entre ambas.

El Señor le dice que sannyasa es abstención de la acción provocada por el deseo. Tyaga es la renuncia a los frutos de la acción.

Sannyasa y sankhya yoga son idénticos, asimismo tyaga y karma yoga son idénticos.

Para nuestra mayor sorpresa, aun en la India actual existe la ciega creencia de que un alma realizada no trabaja, no puede trabajar o incluso no se supone que deba hacerlo en el plano físico. ¡Ay, la pobre alma realizada tiene que apartar su existencia de las actividades del mundo! Si tal es el caso, creo entonces que la autorrealización no es más que un severo castigo, un logro indeseable, cargado con el pesado lastre de la inútil frustración.

Ciertamente, una persona realizada es aquella que se ha liberado de las trampas de la rigurosa esclavitud. Si no trabaja con su cuerpo, mente, corazón y alma en el mundo, para el mundo, y no ayuda a los buscadores en el Camino, ¿quién será, entonces, competente para conducir a la esforzada, implorante y aspirante humanidad hacia su Meta destinada?

Para la liberación, es esencial la renuncia. Renuncia no significa la extinción del cuerpo físico, de los sentidos y de la conciencia humana. Renuncia no significa tener que estar a millones de kilómetros de las actividades del mundo. La renuncia no dice que el mundo es un paraíso de necios.

La verdadera renuncia no solamente respira en este mundo, sino que colma divinamente la vida del mundo.

El Upanishad nos ha enseñado: «Disfruta a través de la renuncia». Intentémoslo. Sin duda alguna triunfaremos.

La acción correcta es buena. La acción sin deseo es mejor. Dedicar los frutos al Señor es verdaderamente lo mejor. Esta dedicación es llamada la auténtica tyaga.

Algunos maestros espirituales sostienen que la acción es un mal innecesario, que conduce al hombre a la esclavitud perpetua. Violenta y orgullosamente afirman que toda acción, sin excepción, debe ser evitada firmemente. Sri Krishna ilumina con cariño su disparate. Él dice que yagna (sacrificio), dana (autofrecimiento), tapa (autodisciplina), no deben evitarse, puesto que yagna, dana y tapa son los verdaderos purificadores. Por supuesto, incluso estas acciones deben llevarse a cabo sin el más mínimo apego.

La renuncia al deber hacia la humanidad nunca es un acto de realización espiritual, ni siquiera un acto de despertar espiritual. La dicha de la libertad no es para quien abandona el deber por miedo al desagrado corporal o al sufrimiento mental. Su falsa y absurda previsión lo conducirá, sin duda, al mundo de la ignorancia, donde será obligado a compartir su mesa con el miedo, la ansiedad y la desesperación.

Un hombre de verdadera renuncia es aquel que no odia una acción desagradable cuando el deber la requiere, ni ansia ejecutar sólo la acción buena y agradable.

El Señor dice: «Renunciar completamente a toda acción no es posible para un alma encarnada. Aquel que renuncia al fruto de la acción es el verdadero renunciante».

Solo cuando un buscador rechaza totalmente el deseo y, sinceramente, no ambiciona ganancia personal, la libertad perfecta brilla dentro y fuera de él.

El Gita es la revelación de la espiritualidad. Tarde o temprano todos deben entregarse a la espiritualidad. No debe ni puede haber coacción alguna. Forzar a otros a aceptar la vida espiritual es un acto de tremenda ignorancia. Un verdadero Gurú sabe que su papel no es el de un comandante en jefe. Nunca da órdenes ni siquiera a sus más queridos discípulos. Tan solo despierta e ilumina sus conciencias para que puedan ver la Verdad, sentir la Verdad, seguir la Verdad y, finalmente, convertirse en la Verdad.

De múltiples maneras Sri Krishna ha impartido a Arjuna la más inspiradora sabiduría. Al final dice: «Arjuna, después de haber reflexionado plenamente sobre la sabiduría, haz lo que prefieras».

Sri Krishna tiene algo más que añadir: «Arjuna, Mi Palabra suprema, Mi más íntimo secreto, te voy a decir. Voy a revelarte el secreto de Mi Corazón, pues siempre eres querido por Mí. Ofréceme tu amor. Conságrate a Mí. Inclínate a Mí. Dame tu corazón. Inevitablemente llegarás a Mí. Te prometo esto. Arjuna, eres querido para Mí. Entrégame todos tus deberes terrenales. Busca en Mí tu único refugio. No temas, no te aflijas, Yo te liberaré de todos los pecados».

La Verdad es para ser ofrecida solo a los más fervientes buscadores. Sri Krishna advierte dulcemente a Arjuna de que la Verdad que ha aprendido de Él no es para ser ofrecida a un hombre sin fe, sin devoción y sin autodisciplina. No, la Suprema Verdad de Sri Krishna no es para aquel cuya vida está teñida de burla y blasfemia.

Ahora Sri Krishna quiere saber si Arjuna ha entendido Su revelación. También quiere saber si Arjuna está liberado de las garras del engaño y las trampas de la ignorancia.

«Krishna, mi único Salvador, mi engaño ha desaparecido. Mi ilusión ha sido destruida. He recibido la sabiduría. Tu Gracia lo ha hecho posible, Tu Gracia suprema. Quedo firmemente libre de dudas. Mis dudas ya no existen. Estoy a Tus órdenes. Imploro Tu mandato. Estoy preparado. Actuaré».

El alma humana ha conseguido gloriosamente vaciar toda su noche de ignorancia en el Alma Trascendental de Luz eterna. El Alma Trascendental ha cantado triunfalmente la canción de la Infinitud, la Eternidad y la Inmortalidad en el corazón aspirante de la conciencia humana.

Victoria, victoria para el corazón lloroso y sangrante de lo finito. Victoria, victoria para la Inundación de Compasión y el Cielo de Iluminación de lo Infinito.

¡La victoria del mundo interior resplandece! ¡La victoria del mundo exterior crece!

Victoria conseguida. Victoria realizada. Victoria revelada. Victoria manifestada.

Segunda parte: El Rey, el Principe, el Hijo

El Rey

Dios está orgulloso Su Divinidad en Sri Krishna. El hombre está orgulloso de su humanidad en Sri Krishna.

Sri Krishna es el amado Barquero que navega incesantemente su Barca de conciencia entre la historia sin igual y la espiritualidad sin rival de la India.

La creciente divinidad del hombre clama por la perfección humana en Sri Krishna el hombre. En la humanidad de Sri Krishna yace la promesa del hombre de llegar a ser divino.

Sri Krishna robó los corazones de las Gopis incondicionalmente. Las Gopis robaron Su Éxtasis sin reservas.

Dulzura y gracia inexpresables, lazo inquebrantable, sacrificio insondable —esto es ciertamente Radha, la Madre-Corazón de Sri Krishna—.

Radha lleva el alma humana adentro del Corazón de Sri Krishna. Sri Krishna transforma el alma humana en el alma Divina y le manda desempeñar su papel en el Drama divino.

La influencia del Mahabharata es un florecimiento de siglos. La influencia de Sri Krishna es la Bendición para la Eternidad.

Los Pandavas tuvieron amor por Sri Krishna. Sri Krishna no sólo tuvo amor sino además inagotable interés por los Pandavas.

Arjuna finalmente se volvió el hijo espiritual de Sri Krishna. Sri Krishna finalmente se volvió el amoroso esclavo de la entrega de Arjuna.

El Gita es el Corazón de Sri Krishna, su Visión-en-Plenitud. El Gita es el Respirar de la humanidad, su Viaje hacia la Inmortalidad.

La Flauta de Sri Krishna’s suscita la Conciencia Universal. El Gita de Sri Krishna fascina la Conciencia Transcendental.

Sri Krishna toca Su Flauta. Nosotros escuchamos. Y hacemos algo más. Intercambiamos el polvo de nuestro cuerpo por la plenitud de Su Alma.

Si el Avatar Sri Krishna es la Puerta más complicada, el Gita, Su Canto, es la Llave más efectiva.

Para un alma ligada a la tierra, el Gita puede reconciliar fructíferamente los oscuros problemas de la vida humana. Par un alma buscadora del Cielo, el Gita puede despertar una nueva conciencia de Dicha siempre creciente.

Lo hago. Rehúso aceptar la invitación del deseo. Sri Krishna lo hace. Él entra para iluminar mi conciencia.

Mi ideal es es ascender más y más alto la escalera de la evolución divina. El Ideal de Sri Krishna es hacer de Sí mismo el Sacrificio divino para consolidar los peldaños de la escalera.

Sri Krishna es dulce cuando Lo descubro en la perfección de mi «yo». Sri Krishna es más dulce cuando Lo descubro como el Hacedor. Sri Krishna is lo más dulce cuando Lo descubro a Él como el Piloto de todas mis acciones y a mí como Su dedicado instrumento.

Un aspirante es el llanto que obliga a Sri Krishna a arrebatarlo con la propia locura del amor.

La vida de un Vaishnava está intoxicada de amor. Él es una porción de la individualidad de Sri Krishna, perpetuando todas las divinas cualidades de una Vida imperecedera.

Cuando vivo en el Alma de Sri Krishna, veo la Verdad desde Arriba. Cuando vivo en el Corazón de Sri Krishna, veo la Verdad desde dentro. Cuando vivo en el Cuerpo de Sri Krishna, veo la Verdad desde fuera.

Sri Krishna es el ilimitado océano de Dicha. Pero tan pronto como me dedico sinceramente a Él, me presenta Su propio Barco y me lleva a la Orilla sin fronteras, el Todo Dorado.

Sri Krishna recorrió el terreno para aniquilar las filosofías de la espiritualidad que rechaza al mundo y del materialismo que sujeta al mundo. Él estableció en la tierra el «Dharmarajya», el Reino de la Ley Interna. Él restauró el verdadero espíritu del heroísmo Kshatriya, no motivado por el ego humano, sino por la Voluntad Divina, haciendo al hombre un devoto y activo instrumento del Supremo. Él hizo descender a la conciencia de la tierra, la Verdad suprema de que la tierra y la vida terrenal, siendo inherentemente divinas, deben hacerse externamente divinas, total y plenamente, en cada esfera, en cada aspecto.

El Príncipe

"Cuando «Acudo al Buddha por refugio», Él me bendice.
  Cuando «Acudo a la Ley Interna por refugio», Él me ilumina.
  Cuando «Acudo a la Orden por refugio», Él me utiliza."

Siddhartha lo hizo. Abandonó su vida familiar y entró en el estado de mendicante. El Supremo lo hizo. Puso al Buda en el corazón ferviente de la humanidad, en el regazo del amor universal.

Vio y rechazó la tentación. Sintió y vivió la austeridad. Realizó y ofreció el Camino Medio.

El Omnipotente hizo dos cosas. A través de Siddhartha Gautama, reveló el ideal de perfección en un ser humano. A través del Buda, reveló Su Iluminación y Compasión en un Ser divino.

El Buda desechó la casta. Él enseñó. Los caídos aprendieron de Él el valor del respeto a uno mismo. Los inflexibles aprendieron de Él la necesidad de la humildad.

Nirvana es un poder milagroso. Negativamente complace a las almas que quieren «extinción». Positivamente complace a las almas que anhelan la Dicha última y trascendental.

El Buda no se opuso a la religión hindú. Él se opuso a las perversiones y corrupciones hindúes. Nunca estuvo avergonzado de la religión hindú. Pero estaba completamente avergonzado de algunas de sus formas y métodos.

El Buda no tuvo Dios. Pero tuvo la Divinidad en su más plena medida.

"Con Su Corazón, el Insondable fue al Buda.
  Con Su Mente, el Incognoscible fue al Buda.
  Con Su Deleite, el Trascendental fue al Buda."

El hinduismo es el árbol. El budismo es su rama más grande. El hijo descubrió que su madre no era perfecta y decidió vivir sin su ayuda.

El budismo dio nacimiento a dos escuelas de pensamiento: Hinayana y Mahayana. Hinayana o Theravada confía en la autodependencia. Mahayana confía en la Gracia.

Hinayana anhela la salvación individual. Mahayana anhela la salvación colectiva.

Hinayana siente que sólo los monjes están facultados para rezar por la Verdad última. Mahayana siente que no sólo los monjes sino también los laicos están facultados para rezar por la Verdad última.

La meditación da la iluminación, siente un Hinayanista. La meditación, la oración y la invocación, todo ello da la iluminación, siente un Mahayanista.

Un Hinayanista se sienta a los pies de la enseñanza de Buda, siguiendo el consejo de que uno mismo debe resolver su propia salvación.

Un Mahayanista se sienta a los pies de la personalidad terrenal de Buda, siguiendo el consejo de que uno no debería atravesar el Portal de la Dicha trascendental hasta que todas y cada una de las almas hayan sido liberadas.

Cierto, el Budismo ya no está vivo en su tierra de nacimiento. Pero la Madre India está plenamente orgullosa de su Príncipe y siempre atesora a su Maestro iluminador del mundo. Su afectuoso sentimiento es: mi Buda es un hijo rebelde. Mi Buda es un gran contribuidor. Mi Buda es un gran reformador.

El Hijo

Jesús vino. El mundo oyó. Jesús fue. El mundo vio. Jesús sonríe. El mundo deviene.

Jesús quiso. El mundo no dio. El mundo quiso. Jesús dio. Además, correspondió.

Jesús tuvo la oportunidad de explicar al mundo la incomparable virtud del Perdón. Jesús no tuvo la oportunidad de explicar al mundo la inevitable necesidad de la espada.

El nacimiento humano de Jesús fue la Pregunta. Su muerte divina no sólo fue una respuesta, sino la Respuesta.

Dios tuvo más que éxito enviando a Su Hijo a la tierra. La humanidad sufrió más que una derrota al no recibir al Hijo.

Jesús tenía. El mundo necesitaba. El mundo tenía. Jesús aceptó.

Jesús hizo. Él se reveló a Sí Mismo. El mundo hizo. Se veló a sí mismo.

Dios sonrió a través de los ojos de Jesús. La humanidad lloró a través de los ojos de Jesús.

Jesús fue la creación terrenal de María. María fue Su creación espiritual. Ella protegió la planta. El árbol la cobijó a ella. Y ella en su interior refugia a la creación entera de Su Padre.

La sensualidad no puede vivir en la Pureza. Pero la Pureza puede vivir en la sensualidad. La pureza de María no sólo toca el incesante fluir de impureza humana, sino también su fuente: la ignorancia.

La impureza humana sólo sabe llorar. La pureza divina de María ciertamente escucha su llanto. Pero su dinámica varita debe esperar a la Hora de Dios. Más aún, la receptividad de cada individuo es de suma importancia.

El cuerpo de Jesús mostró a la tierra cómo ascender. El alma de Jesús mostró a los Cielos cómo descender.

Las equivocaciones de la tierra son grandes. La Compasión de Dios es mayor. Jesús lo sabía. Él rezó por esta bendición: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».

Dios es Tanto Razón como Fe. El protestantismo quiere ver a Dios a través de Su inmaculada razón. El catolicismo quiere ver a Dios a través de Su Fe implícita.

El catolicismo siente que Cristo Fue eternamente. El protestantismo siente que Cristo Llegó a ser gradualmente.

¿Quién es nuestro amigo sin igual? Ese que nos ayuda, consciente o inconscientemente, a satisfacer la Voluntad de Dios dentro y fuera. Jesús lo sabía. «Amigo», se dirigió a Judas. El Cielo conocía el significado del beso de Judas, pero la tierra aún tenía que conocerlo.

Tercera parte: Historias del Gita

El Origen

Todos sabemos que el Gita viene del Mahabharata, la mayor épica de la India. Hubo un gran sabio llamado Vyasa, hijo de Parasara. Llegó un momento en que el sabio Vyasa sintió la profunda inspiración de escribir una épica, pero vio que le resultaba imposible escribirla entera, por lo que rezó a Brahma, el Creador.

Brahma, Vishnu, Shiva, es nuestra Trinidad: Brahma el Creador, Vishnu el Preservador, Shiva el Transformador. Vyasa rezó a Brahma y éste descendió en forma humana. El sabio le dijo a Brahma: «Por favor, envíame a alguien que pueda escribir lo que yo le cuente». Brahma dijo: «Bueno, sólo hay una persona en la tierra que pueda hacerlo, y ese es Ganapati». Invócalo, él podrá anotar tu dictado». Así pues, invocó a Ganapati, el hijo del Señor Shiva.

Ganapati acudió y accedió a escribir, pero con una condición: Vyasa no podría detenerse; tendría que dictar continuamente, sin interrupción. Si dudase o hiciese una pausa, Ganapati lo dejaría. Vyasa consintió y dijo: «Bien, yo quiero dictarte también con una condición, y es que a menos que entiendas el significado de lo que yo te vaya dictando, no lo escribirás. Si hay algo que no comprendes, habrás de esperar y preguntarme». Vyasa fue muy astuto. Pensó que podría utilizar oraciones complejas, que tomarían tiempo a Ganapati para entenderlas, y entretanto él podría obtener más inspiración y prepararse para seguir el dictado. De esta manera fue compuesto el Mahabharata.

Krishna, sólo Te necesito a Ti

Cuando Sri Krishna estaba haciendo la siesta, Duryodhana y Arjuna vinieron a su casa. Duryodhana llegó unos minutos antes y, puesto que era muy orgulloso, se puso junto a la cabeza de Sri Krishna. Arjuna, que era todo humildad y modestia, se puso junto a los pies de Sri Krishna.

Al cabo de un rato, Sri Krishna despertó y su mirada cayó sobre Arjuna. Cuando se giró, vio a Duryodhana. Quiso saber por qué estaban allí a esa hora. Arjuna dijo: «Ahora sabes que la batalla va a tener lugar, te necesito».

Duryodhana dijo: «Yo también he venido a pedir ayuda, y he venido antes que él, así que tienes que satisfacer primero mi deseo». Sri Krishna dijo: «Es cierto que llegaste antes que Arjuna, pero yo lo vi primero a él, y él tendrá la primera oportunidad. Además, es más joven que tú. Por tanto, tendrá la primera opción.

Arjuna le dijo a Krishna con gran alegría: «¡Te quiero a tí!».

Duryodhana pensó: ¡Qué estúpido es Arjuna! Sólo quiere a Krishna.

Sri Krishna dijo: «¿Me quieres a mí? Pero yo no lucharé. Seré nada más tu auriga. Uno de vosotros me tendrá a mí sólo y el otro tendrá mi gran ejército».

Duryodhana sintió, ¿qué podrá hacer Krishna solo y desarmado? Lo mejor para él era tener el ejército de Krishna.

Pero Arjuna, siendo una persona iluminada, se dijo, «¿Qué haré yo con su ejército? Tener al Señor conmigo es lo mejor. El Señor podrá protegerme y el Señor me traerá la victoria». Arjuna quiso a Sri Krishna y Duryodhana quiso el ejército entero de Sri Krishna.

Ahora bien, la promesa era que Sri Krishna nunca, nunca, nunca pelearía. Desafortunadamente, tuvo que romper su promesa; no pudo mantenerla. En dos ocasiones corrió fuera del carruaje. ¿Para matar a quién? A Bhishma. En el tercer y noveno día de la batalla, Sri Krishna vio que Arjuna no estaba peleando bien contra su abuelo. Le resultaba extremadamente difícil a Arjuna emplear las armas contra su abuelo.

Sri Krishna dijo: «Arjuna, no estás luchando. ¿Por qué?». Así que salió del carruaje con su disco. Quería matar a Bhishma. ¿Y cuál fue la reacción de éste? La alegría de Bhishma fue inmensa. Él dijo: «¡Ven, Oh mi Señor, ven! ¡Si muero en tus manos iré al Cielo! ¡Soy la persona más afortunada porque tú estás viniendo a matarme!».

Pero, en las dos ocasiones, Arjuna siguió a Sri Krishna y dijo: «No, debes mantener tu promesa. No permitiré que luches. Yo lucharé. No dejaré que te comas tus palabras. Ven, siéntate en el carruaje y condúceme. Yo lucharé».

Aquí aprendemos que el Gurú, el Maestro, puede en cualquier momento romper su promesa con el fin de ayudar, de salvar, de conseguir la victoria para el discípulo. Sri Krishna era el Omnisciente, Omnipotente, Omnipresente, y también el Justo. Pero cuando concierne a un discípulo muy íntimo, el Gurú va contra la luz de moralidad ordinaria. Este era el corazón de Sri Krishna por Arjuna.

La victoria está donde está el Dharma

El hijo mayor de Gandhari, Duryodhana, acudió a ella para recibir su bendición. Ella no dijo: «Rezo por tu victoria» o «¡Tuya será la victoria!» Dijo: «Donde esté el Dharma, estará la victoria». Sabía perfectamente bien que al otro lado, en la otra parte, estaba Yudhishthira, el Hijo del Dharma, el Dharma personificado, el cual lograría la victoria. No pudo bendecir a su hijo diciendo «La victoria será tuya». Por eso dijo: «Allí donde esté el Dharma, estará la victoria».

Leyó el Gita, pero no siguió el Gita

Hay setecientos versos en el Gita. Tuve la fortuna de ver a un hombre en India que recitó el Gita completo en una hora y media, de principio a fin. Y me dijo que anteriormente podía hacerlo en una hora. Sin embargo, recitar es una cosa, repetir es una cosa, pero seguir las enseñanzas del Gita es algo diferente. Quizás el hombre que recitaba el Gita completo de memoria, no seguía ninguna de las enseñanzas del Gita. En el tercer capítulo del Gita aprendemos que comer mucho no es bueno. Es mejor tomar comida fresca y no pasada. Pero este hombre era un comedor voraz y solía tomar comida pasada, estropeada. Leía el Gita, pero no seguía el Gita.

Krishna, el misterio eterno

Sri Krishna fue un maestro desde el mismo comienzo de su vida. Incluso antes de entrar en el mundo físico actuó como un maestro. Antes de entrar en el vientre de su madre, se presentó ante su padre, quien había sido puesto en prisión por el rey y le dijo: «Voy a entrar ahora en el mundo físico. En cuanto nazca, me llevarás fuera de esta celda a ver a Nanda (uno de sus parientes)». El padre vio a Sri Krishna vívidamente, antes de que entrase al mundo de la manifestación, y para sorpresa de todos, de pronto todas las puertas y verjas de la prisión se abrieron de par en par y el padre le llevó a casa de Nanda. Aquí comenzó su enseñanza.

Un incidente similar sucedió a la madre de Buda, antes que este viniese al mundo. El Cristianismo también dice prácticamente lo mismo: que Jesús entró en el vientre de su madre conscientemente.

Volviendo a Sri Krishna, siendo tan sólo un niño abrió su boca y le mostró a su madre el universo entero. Estaba enseñando a su madre que el universo no está sino dentro de él.

Luego, cuando tenía once años, observo un día que sus padres, familiares y vecinos estaban realizando ceremonias en honor a Indra, el Dios de la lluvia, el Rey de los Dioses. Sri Krishna dijo: «¿Por qué adoráis a Indra? Es mejor adorar a esta colina. ¿Por qué no adoráis a esta Giri Govardhan? Nuestro ganado se está alimentando en esta colina, y todo el mundo, de una u otra manera, recibe ayuda de esta colina. Deberíamos venerar a la colina, no a Indra. Indra no nos está ayudando de ninguna manera. Si queréis conocer la verdad, adorad a esta colina». En esa ocasión le escucharon. No veneraron a Indra sino a la colina, e Indra se enfureció. Inundó de agua todo el lugar. Hubo un constante diluvio que duró siete días. Pero Krishna no iba a aceptar la derrota. Con uno de sus dedos levantó la colina, y está sirvió de paraguas. Todo el vecindario estaba bajo la protección de la colina, que aún está allí. Se dice que Krishna la sostuvo durante siete días y entonces Indra sintió que era inútil continuar. Sri Krishna protegió a todos sus parientes. Indra aceptó su derrota.

Krishna era un pastor de vacas, y tenía muchos, muchos amigos. Era un gran flautista. Los jóvenes, en especial las muchachas, solían acudir a escuchar su música. Pero el amor que él tenía por ellas siempre era de lo más puro. Tenía muchas supuestas novias. Solemos asociar inmediatamente este término con la emoción errónea pero, en el caso de Sri Krishna, esta relación era absolutamente pura. Entre estas muchachas, había una llamada Radha. Radha finalmente se convirtió en su consorte y su shakti, y fue ella quien entendió plenamente quien era Sri Krishna. Ahí Sri Krishna estaba expresando su Amor Divino a los seres humanos. Era el deleite lo que deseaba expresar, el deleite puro, a este mundo físico. Pero la crítica existía también en aquellos tiempos. La gente comenzó a criticar abiertamente a Sri Krishna por su afición a Radha. Radha se volvió muy cercana a él. Un día, Radha, con un ánimo resentido, le dijo: «Mira, tú eres sumamente puro y divino; yo vengo aquí a escuchar tu música y tú me cuentas las verdades eternas, divinas. ¿Por qué crea tanto chismorreo la gente, especialmente mis amigas? Tan sólo porque me prestas una atención especial, ellas nos critican». Sri Krishna le sonrió ampliamente y dijo: «Está bien». Así que un día invitó a todas sus amigas y les dijo: «Hoy me gustaría hacer un juego especial. Sé que todas vosotras sois puras y todas sois castas. La mayoría de vosotras tiene esposo». Entonces, tomó un tamiz y un cubo de agua. Pidió que cada una de ellas vertiera el agua en el tamiz, y si el agua no se filtraba, significaría que esa persona en particular era pura y casta. Comenzaron, una a una, a verter el agua, y por supuesto con la primera el agua se filtró. Todas reían y decían que no era casta o pura, y ella escondió su rostro en el pliegue de su brazo. Luego vino la siguiente chica y ocurrió lo mismo, y así ocurrió sucesivamente con cada una de ellas.

Radha observaba la escena. Sri Krishna le dijo: «Radha, ¿por qué estás callada?, ¿por qué no pruebas?». Ella dijo: «Ellas siempre me critican, y si lo intento, probablemente me uniré a ellas en su fracaso». Sri Krishna le dijo: «¿Por qué no vienes y pruebas? Al fin y al cabo, es un juego». De modo que vino y vertió el agua, cubo tras cubo, pero el tamiz no goteó. Todos estaban atónitos y Sri Krishna dijo: «Mirad aquí, ahora podéis ver quién es casta, quién es pura. Ahora os estoy enseñando la verdad eterna. Soy el Señor del Universo. Radha viene a Mí en busca de ayuda espiritual y la Verdad Eterna, y mi amor por ella y por todas vosotras es espiritual y divino. Algunas tenéis maridos, pero vuestras mentes aún deambulan por otros lugares. Os interesáis por otros hombres y prestáis mucha atención al nombre, la fama y las tareas. Pero en el caso de Radha, yo estoy siempre en su mente. Radha es una mujer casada, tiene su propio marido, pero no importa adónde va o con quién habla, su mente siempre está en Mí.Yo soy el Señor del Universo, y quienquiera que piensa en Mí es el más puro en la tierra. Quienes piensan en otras cosas no son puros».

Cuando Krishna creció en la sociedad con frecuencia deseaba dar el más iluminado consejo. Todo el mundo acudía a él en busca de guía y él era su consejero jefe. Cuando los Pandavas se hicieron sus muy íntimos amigos, él los aconsejaba siempre en sus dificultades; en todas sus aflicciones y alegrías, Sri Krishna estaba allí para aconsejarlos. Entonces fue al campo de batalla para ayudar a Arjuna. Ya sabemos por el Gita cómo aconsejo a Arjuna que luchara y le enseñó todo sobre la vida interna, la vida espiritual, la perfección interior y exterior, la realización y la revelación. Sri Krishna dijo: «Cuando quiera que la rectitud declina, y la injusticia está en ascenso, entonces me encarno en un cuerpo para proteger al virtuoso y acabar con los perpetradores del mal; para establecer el Dharma,​ renazco de era en era». Este es uno de los versos más importantes en el Gita.

Arjuna y el asceta

Arjuna resultaba ser un guerrero rajásico. Deseaba pelear y matar gente. En el Mahabharata vimos cómo luchó contra el enemigo. Krishna quiso machacar el orgullo rajásico de Arjuna, porque este era muy querido entre los amigos y discípulos de Krishna. Una vez el orgullo entró en Arjuna, y Sri Krishna le dijo: «Vamos a dar un paseo». Ambos salieron a pasear, y por el camino vieron a un asceta que comía una pequeña hoja de hierba seca. Había hierba verde disponible a todo alrededor, pero él estaba tomando hierba seca. Al mismo tiempo, una espada desenvainada colgaba en su costado. Arjuna no pudo comprenderlo. Por una parte, ni siquiera comía hierba verde que tiene vida porque no dañaría o lastimaría ninguna cosa viva. Era tal su compasión por las cosas vivas que estaba dispuesto a comer hierba seca, pero no hierba verde. Y al mismo tiempo tenía la espada a su lado. Arjuna preguntó a Sri Krishna: «Dime, por favor, qué falla en esta persona. ¿Por qué esa contradicción en su vida con una hoja de hierba y una espada desenvainada al mismo tiempo?». Sri Krishna dijo: «Ve a preguntarle». Así que fue y preguntó al asceta: «Dígame, por favor, no entiendo por qué actúa de esta manera». El hombre respondió: «No te equivocas en que quiero llevar una vida piadosa, no quiero hacer daño. Pero al mismo tiempo quiero matar a cuatro personas en la tierra, y para eso he guardado esta espada. Cuatro personas, en cuanto las vea, las mataré». Arjuna dijo: «Por favor, déjeme saber quiénes son».

«El primero es Narada.»

«¿Qué te ha hecho Narada?»

«¡Oh Narada! Todo el tiempo canta las glorias de mi Señor Krishna. No hay momento para que mi Señor haga su descanso. Todo el tiempo tiene que cantar, y yo oigo las canciones —cantando, cantando, cantando—. Siempre perturba el sueño de mi Señor. Quiero matar a ese condenado Narada si lo veo.»

«Entonces, ¿quién es la segunda persona?»

«La segunda es Draupadi, la mujer de Arjuna. Ella de pronto habló: ‘¡Señor, sálvame, sálvame!’. Y mi Señor tuvo que ir y emplear su fuerza para salvar su modestia. ¡Qué audacia tuvo ella!»

La historia de Draupadi es que cuando Yudhishthira perdió contra Duhshasana, el hermano pequeño de Duryodhana, en un juego de dados, la última promesa que hizo fue que Draupadi sería entregada al ganador. Por tanto, como perdió nuevamente, Draupadi, la esposa, tuvo que ir al otro lado y quedarse con los Kauravas. Estos quisieron desvestir a Draupadi y hacer tan impensable acto delante de reyes y potentados. Draupadi, al principio, trataba de sujetar fuertemente su vestido (sari)​, pero finalmente se entregó y exclamó: «¡Oh Krishna, sálvame!». De inmediato Krishna le concedió un sari sin fin. Ellos siguieron quitándole el vestido, pero este no tenía fin, era inútil continuar.

Cuando la familia Pandava estaba en el bosque, sucedió que el sabio Durvasa fue a visitarlos con todos sus seguidores y discípulos. Los enemigos de los Pandavas habían enviado a Durvasa para que pronunciase una maldición sobre ellos. Durvasa había ido una vez a los Kauravas y había sido muy agradablemente recibido con honores reales por parte del mayor de los Kauravas, Duryodhana. Al estar altamente complacido con Duryodhana, Durvasa dijo: «Ahora, pídeme cualquier beneficio». En ese momento, Duryodhana le pidió ir al bosque donde vivían los Pandavas. Sri Krishna había dado a los Pandavas una olla de la que se podía alimentar a cualquier número de personas. Sin embargo, solo podrían hacerlo antes de que Draupadi hubiese tomado su última comida del día. Una vez que Draupadi hubiera comido, los Pandavas no podrían alimentar ni a una sola persona en la tierra. Duryodhana pidió a Durvasa ir allí un día, cuando Draupadi hubiese comido, después de que hubiera terminado su comida. Durvasa escuchó la oración de Duryodhana. Llegó cuando Draupadi había terminado de comer solo para torturarla. En esos días, cuando un maestro espiritual te visitaba, lo primero que debías hacer era alimentarlo. Si no alimentabas a Durvasa, te maldeciría y convertiría en cenizas. Cuando Durvasa y sus seguidores entraron, la pobre Draupadi no tenía más comida. Durvasa llegó y dijo: «Estoy muy hambriento».

Ella sabía que si no le ofrecía comida, él lanzaría una maldición sobre ella y su marido. Así pues, invocó a Sri Krishna. Sri Krishna se hallaba en ese momento sentado en su trono. No estaba nada cerca del bosque, pero inmediatamente vio con su visión oculta, y acudió físicamente a salvarla. Sri Krishna dijo: «Por favor, ofréceme algo de comer. Estoy muy hambriento». Draupadi respondió: «Tú estás tan hambriento, y yo estoy aquí, avergonzada. Te he invocado para que me ayudes, y vienes aquí a torturarme. ¿Cómo voy a darte comida?». Él dijo: «No, tienes que darme comida. Examina tu olla». «No queda nada —dijo ella—, no te estoy mintiendo. Ya la he lavado. Hemos comido todos. No queda nada. Puedo enseñártelo». Así que trajo la olla, y él descubrió que había un grano de arroz restante. Lo comió y dijo: «Ahora estoy satisfecho. Puedes pedirme cualquier cosa. Estoy complacido contigo». «¡Sálvame! —dijo ella—. El sabio Durvasa ha ido ahora, con sus miles de discípulos, a bañarse en el Ganges. Cuando vuelva, querrá comer». Entonces Krishna, con su poder espiritual, inmediatamente hizo comida preparada para miles de personas. Ahora Durvasa con su visión yóguica se enteró de que Sri Krishna había venido. «Es inútil que vaya allí —dijo—, porque ahora podrán alimentarme. No quiero ir. Estoy satisfecho».

Volviendo a la historia de Arjuna y el asceta, este dijo: «Quiero matar a Draupadi. A todas horas ella está pidiendo la ayuda de mi Señor. La mataré. Ella no debería invocar a mi Señor en ningún momento.

»La tercera persona es Prahlada. Él era uno de los más grandes discípulos de Sri Krishna. Pero su padre odiaba a Sri Krishna. El nombre mismo de Sri Krishna lo irritaba. Su hijo era justamente lo opuesto, constantemente siguiendo a Krishna. ¿Qué hizo entonces el padre? Arrojó a Prahlada en una bañera de aceite hirviendo. Luego lo arrojó al suelo y lo puso —a su propio hijo— bajo un elefante enfurecido. Dejó que el elefante aplastara a su hijo porque este no le hacía caso. Pero el hijo no fue aplastado ni el aceite hirviendo mató al muchacho. Sri Krishna estaba allí. Mientras el padre quería matar al chico, Sri Krishna lo salvó con su presencia».

Por eso el asceta dijo: «En cuanto hay cualquier peligro, Prahlada pronuncia inmediatamente el nombre de mi Señor Krishna, el cual acude a salvarlo. Prahlada no tiene derecho a invocar a mi Señor. Ha de ser castigado.

«El cuarto de ellos es el mezquino Arjuna» —continuó el asceta—. «Quiero matarlo aquí y ahora».

Arjuna dijo: «¡Arjuna! ¿Qué ha hecho él?».

El asceta replicó: «Mira su audacia. Pidió a mi Señor Krishna ser su auriga en el campo de batalla. Sri Krishna es el Señor del Universo, y Arjuna le pidió que fuera su auriga. ¡Mira qué osadía! Quiero matarle».

Arjuna llegó a comprender que el asceta era realmente devoto de Sri Krishna, y que estaba lleno de amor y preocupación por Él.

Un gran héroe y el resultado de su única mentira

Quisiera contarte una triste historia. Durvasa creyó que lo había conquistado todo. «He conquistado la ira, he conquistado la pasión, lo he conquistado todo. No me queda nada por conquistar».

Entonces un día, mientras estaba meditando, llegó una mosca y se posó en su hombro. Durvasa montó en cólera. Él, quien era tan poderoso, se enfureció con la mosca y dijo: «Tengo el poder de destruir el mundo. ¡Cómo te atreves a sentarte en mi hombro!».

La mosca huyó volando y tomó ayuda del Señor Shiva. El Señor Shiva fue a él y le dijo: «Durvasa, has conquistado todo, ¡pero una mosca puede sentarse en tu hombro y te enfureces!».

Durvasa era sumamente poderoso. Tenía poder espiritual y poder oculto, pero nunca había conquistado su ira. En el Mahabharata hay muchas historias auténticas sobre él maldiciendo a gente a tiempo y destiempo. Sus bendiciones, también, eran muy irracionales. A veces solía bendecir a las personas, y a menudo era más bien una maldición. Su bendición misma era una maldición.

La madre del gran héroe del Gita, Arjuna, era Kunti. Kunti procedía de una familia real y cuando era joven y soltera, virgen, sucedió que Durvasa vino al palacio de su padre y ella le sirvió. Durvasa estaba tan complacido con ella que inmediatamente le dijo: «Te concederé una bendición».

Ella dijo: «Gracias. Me hará muy feliz».

«Muy bien. La bendición es que pronto serás la madre de un gran héroe». ¡Esta era la bendición! ¡Kunti no estaba casada, y esta era su bendición!

«Pero no estoy casada, ¿cómo voy a ser madre de alguien?».

Pero la pobre Kunti tuvo un niño. Como era ilegítimo, puso al niño en un cofre y lo arrojó a un río. El rio fluyó y llevó al niño a manos de una persona común y corriente, un cuadriguero llamado Adhirat. Adhirat crió al niño, Karna. Este llegó a convertirse en el gran Karna, tan poderoso como Arjuna. Finalmente Arjuna and Karna tuvieron que pelear uno contra otro en el campo de batalla de Kurukshetra.

Karna era uno de los mayores héroes en aquellos días, pero él no sabía quién era su madre. Mientras tenía lugar la batalla de Kurukshetra, Kunti se acercó a él en el último momento llorando: «Hijo mío, vas a pelear contra otro de mis hijos. Quiero que tanto tú como Arjuna y mis otros hijos permanezcáis juntos».

Karna dijo: «Ahora es demasiado tarde. No puedo hacerlo. Tienes cinco hijos, si me consideras tu sexto hijo, te digo que cuando la batalla termine tendrás tus cinco hijos».

«¿Cómo?» —lloró ella.

«O Arjuna me matará, o yo mataré a Arjuna. No tocaré al resto de los hermanos. El mundo sabe que tienes cinco hijos y tú mantendrás tus cinco hijos».

Sabemos que en la guerra de Kurukshetra Karna fue matado por Arjuna. Fue matado porque una vez dijo una mentira sobre su casta. Adhirat, quien lo crió, no era kshatriya (casta guerrera), por eso Karna no era considerado de origen kshatriya. Por esta razón, los grandes arqueros y otros no querían enseñarle. Decían: «No procedes de una familia kshatriya. Vienes de una casta baja. No podemos enseñarte».

Finalmente fue a ver a Parashuram, uno de los arqueros más grandes de India y, cuando Parashuram le preguntó por su casta, él dijo: «Vengo de una familia Kshatriya_». Parashuram le creyó y le adiestró en el tiro con arco; y así Karna llegó a ser un gran guerrero. Entonces sucedió que una tarde, mientras Parashuram echaba la siesta con la cabeza apoyada en el regazo de Karna, este fue picado por un escorpión. Todo el muslo de Karna empezó a sangrar abundantemente pero él pensó que, como su maestro dormía profundamente, lo despertaría si hacia algún ruido. Así que guardó silencio y no mató al escorpión. Al cabo de un rato su maestro despertó y vio la situación. «¡No mataste al escorpión! ¡Me has mentido! Un _kshatriya no puede tolerar algo así —dijo—. Tu muslo está sangrando profusamente y, si realmente fueras un kshatriya, habrías matado al escorpión de inmediato. Pero no eres un kshatriya. Vienes de la casta Sudra. Eres un hombre de servicio. Nunca puedes ser kshatriya, nunca puedes ser un guerrero. Me has mentido. Cuando llegue el momento de mayor necesidad, cuando más profundamente lo necesites, olvidarás el secreto de cómo aplicar tu mejor arma».

Ahora vemos cómo esto ocurrió en la Batalla de Kurukshetra cuando Karna estaba peleando contra Arjuna. Karna tenía el arma más poderosa que nadie en la tierra podría vencer. Pensó que la emplearía solo contra Arjuna en el campo de batalla, y contra nadie más. «Sólo emplearé esta arma contra Arjuna» —dijo—.

Pero en la batalla, Ghatothkach, un hijo de Bhima, y hermano de Arjuna, estaba matando a cientos de guerreros del lado de Karna. Comenzó a acercarse a Karna y, cuando estaba a punto de matarlo, Karna dijo: «Ahora tengo esta poderosa arma que me fue dada por Parashuram. Con ella puedo matar a cualquier persona en la tierra. ¿Por qué no la uso?». De modo que la usó y mató al hijo de Bhima. Entonces, cuando llegó a pelear con Arjuna, estaba indefenso y fue matado por Arjuna. Vemos cómo la profecía de Parashuram se cumplió. También vemos cómo se cumplió la profecía de Karna. Cinco hijos de Kunti permanecieron vivos.

El erudito entró en razón

En cierta ocasión, un Brahmin se encontró con un estudioso caminando por la calle. El Brahmin sostenía una copia del Gita, y sus ojos nadaban en un mar de lágrimas. El estudioso pensó que el Brahmin no era capaz de entender algunas de las enseñanzas del Gita. Se acercó y le dijo: «No llore, he venido a ayudarle. Dígame, ¿dónde tiene la dificultad, que sloka (estrofa) en concreto no entiende? Yo se lo puedo explicar».

El Brahmin replicó: «Estoy llorando porque veo al Señor Krishna justo delante de mí. Abra la página que abra, veo la cuadriga de Arjuna, veo su auriga, Krishna. Estas son mis lágrimas psíquicas. Veo a mi Señor en todas las páginas, veo a Sri Krishna en su cuadriga. Por eso vierto lágrimas. No porque no entienda las enseñanzas del Gita».

El estudioso comprendió.

El poder de la concentración y el poder de la dedicación

Hay algunos devotos que quieren alardear. Meditan durante horas, cantan durante horas, repiten el nombre del Señor Krishna durante horas. Miran por encima del hombro a quienes no emplean tanto tiempo meditando y cantando. Arjuna resultaba ser uno de estos. Si recordáis, uno de los hermanos de Arjuna, cuyo nombre era Bhima, era el más fuerte de la familia. Bhima nunca, nunca rezó a ningún Dios. Él acostumbraba a comer y a luchar. Era un gran devorador de comida, y al mismo tiempo un gran luchador.

Pero Arjuna solía rezar a este dios y a aquel dios; él tenía que complacer a todos los dioses en la tierra. El señor Shiva tenía que ser adorado cada día. Durante dos horas al día Arjuna recogía cientos de flores y las ofrecía, una por una, al Señor Shiva. Cada vez, mientras ofrecía las flores, recitaba el nombre del Señor Shiva. Entonces, entró el orgullo.

Lo que Bhima hacía era muy sencillo. Se ponía los dedos en la frente y se concentraba durante un par de minutos antes de cada comida. Después comía vorazmente. ¡Esta era su meditación! El pobre Arjuna pasaba horas recogiendo flores, pero el orgullo de Arjuna no pudo escapar de Sri Krishna.

Sri Krishna le dijo a Arjuna: «Ven, demos un paseo». Mientras caminaban, vieron a un hombre arrastrando un carro. El carro estaba cargado de flores. Todo tipo de flores. Arjuna le preguntó: «¿Qué vas a hacer con estas flores? ¿Adónde las llevas?». El hombre no tuvo tiempo para responder a Arjuna. Sri Krishna dijo: «Arjuna, sigámosle».

Cuando el hombre llegó a su destino, había muchos más carros de flores. «¿Qué vas a hacer con todos estos miles y millones de flores?», preguntó Arjuna. «No tengo tiempo de hablar contigo», dijo el hombre. «Estoy en seria concentración. Sólo puedo hablar con una persona en la tierra, con Bhima, el segundo Pandava. Él es el buscador espiritual más grande. Cuando medita antes de sus comidas tan sólo por un minuto o dos diciendo: ‘Oh poderoso Señor Shiva’, miles de flores son ofrecidas por él al Señor Shiva. Su concentración es sumamente intensa. Su meditación es sumamente sincera. Arjuna sólo echa flores al Señor Shiva. Tan sólo presume».

El pobre Arjuna volvió con el Señor Krishna y estaba sumamente furioso con él por someterle a esta humillación. El Señor Krishna le dijo: «Quería enseñarte que no es el número de horas, ni el número de flores, sino el poder de la concentración, el poder de la dedicación, lo que cuenta».

Krishna, la viuda y su vaca

Algunas veces, cuando nos hallamos en absoluta dificultad, la Gracia de Dios actúa de manera muy peculiar. Encontramos que Dios se vuelve más cruel cuando tenemos dificultades o sufrimientos. Dejadme ilustrar esto con una historia. Sri Krishna y Arjuna fueron en cierta ocasión convidados de una viuda. Ésta no tenía hijos, no tenía a nadie, estaba sola. Pero tenía una vaca, que era su único medio de sustento. Solía vender su leche para mantenerse. Era una gran devota de Sri Krishna. Cuando Sri Krishna y Arjuna fueron a visitarla de incógnito, disfrazados, ella estaba muy contenta de ver a estos dos visitantes divinos. Los alimentó con lo poco que tenía en su casa. Sri Krishna estaba sumamente complacido con su actitud de entrega y devoción. En el camino de regreso, Arjuna dijo a Sri Krishna: «Estabas muy satisfecho con ella. ¿Por qué no le concediste alguna ayuda? ¿Por qué no le dijiste que pronto será próspera, ahora que estás complacido con ella?».

«Ya le he concedido la bendición de que su vaca debe morir mañana».

«¿Qué? ¿Su único medio de sustento? Ella no tiene más que la vaca. ¿Cómo va a poder vivir sin ella?».

Krishna respondió: «No me entiendes. Ella piensa siempre en la vaca. La tiene que alimentar, la tiene que ordeñar, la tiene que lavar… Quiero que ella piense sólo en mí, y cuando ya no tenga a la vaca, pensará en mí todo el tiempo, las veinticuatro horas. Entonces, pronto llegará el tiempo propicio para que la saque de este mundo, y después de unos cuantos años le daré una encarnación más gratificante. Cuando no tenga a nadie en la tierra, ni siquiera a la vaca, ella va a tratar de pasar todo su tiempo, día y noche, dedicándose a mí. De lo contrario, permanecerá en la tierra pensando constantemente en la vaca y no en mí». Los caminos de Sri Krishna son inescrutables.

Prefacio del editor

«Arjuna, después de haber reflexionado plenamente sobre la sabiduría, haz lo que prefieras».

Esta seductora admonición de Sri Krishna a su discípulo es característica de la profundidad y, al mismo tiempo, engañosa sencillez del Gita. Esta obra monumental de la antigua India ha llegado a nosotros con toda su belleza sin adulterar. El Gita es completo por sí mismo, y aparentemente fácil de entender, pero para que el lector penetre en sus grandes profundidades de sabiduría y vuele a las exaltadas alturas de aspiración espiritual, parcialmente encubiertas dentro de sus páginas, un comentario es bastante necesario, especialmente para el lector occidental. El comentario debe ser a modo de énfasis y explicación, sin adulterar o de alguna manera interponer elementos de distorsión en las prístinas y eminentemente prácticas enseñanzas del texto original.

Sri Chinmoy, hijo de Bengala, nos ha dado tal comentario. A la percepción trascendental de las verdades eternas presentadas en el Gita, él ha añadido el toque magníficamente bello del poeta. La belleza de su expresión es tan fascinante que uno se ve tentado a planear a través del texto cautivado por su poesía, sin tratar de aprehender su verdadera profundidad. Por otra parte, su sencillez es engañosa, ya que Sri Chinmoy tiene el raro don de expresar los conceptos más difíciles con sencillas palabras cotidianas.

Indudablemente dirigido sobre todo a la mente occidental, este comentario está salpicado de citas de nuestros más conocidos pensadores, filósofos y poetas, que aumentan significativamente su interés y amplían los diferentes temas tratados, analizados y explicados.

Este comentario, como el Bhagavad Gita mismo, es una joya literaria que puede ser leída una y otra vez, y disfrutada inmensamente tan sólo por su tema cautivador, su sabiduría práctica y su inmejorable retórica. Pero para la mente inquisitiva, para el buscador y el aspirante al conocimiento trascendental, este trabajo es una ayuda sumamente valiosa, viniendo como lo hace de un alma realizada. Esto quiere decir, en términos de la India, alguien que ha descubierto la verdad sobre sí mismo y que, habiendo comulgado con su más profunda alma, está también en contacto con Dios, al ser el alma y Dios eternamente inseparables.

Como una espléndida sinfonía, el Gita abre con un acorde mayor, el alma trascendental enseñando, guiando, conduciendo al alma personal más y más arriba en la espiral de sabiduría. A través de todo su hermoso despliegue de motivos, el amor, el deber, el sacrificio, la fe y la devoción ejecutan fascinantes ritmos. Continuando hacia más elevadas y sublimes melodías, procede la inefable música hasta alcanzar la cumbre más excelsa, la unión y completa fusión del alma personal con el alma trascendental. Para hacernos apreciar plenamente todo el significado y poder artísticamente creativo del Gita, un comentario ha de afluir desde la conciencia de quien ha realizado por sí mismo esta unión. Nadie mejor cualificado para este trabajo que Sri Chinmoy, ya que, habiendo él mismo hollado el sendero de la sabiduría, habla con la autoridad de un guía conocedor y fidedigno. Su conocimiento no es el cosechado por el estudio de los libros, sino la experiencia de primera mano de alguien que ha estado allí y cuya conciencia puede remontarse a lo sublime y volver a descender con la sabiduría trascendental hasta el nivel del hombre común y corriente.

Este comentario será una ayuda muy bien recibida y una fuente de verdadera alegría, tanto para el estudioso familiarizado con la Escritura india como para el buscador que ha iniciado su camino hacia el descubrimiento de la verdad trascendental.

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