Su filosofía afirma que el alma progresa continuamente. Pero ¿cómo conciliar esto con el hecho de que cuando alguien se suicida, su alma cae?

Sri Chinmoy: En realidad, el alma de un suicida no cae sino que permanece en un lugar particular y es cubierta por infinitamente más velos de ignorancia. Llega a quedar completamente cubierta, capa sobre capa, por la ignorancia. Es la conciencia del individuo lo que se degrada y regresa al punto de partida, casi hasta la conciencia mineral, donde no existe evolución. El alma queda eclipsada por abundante ignorancia, es decir por infinitas capas de ignorancia. Anteriormente quizás tenía diez, pero ahora cuenta con innumerables capas de ignorancia y debe volver a empezar a retirarlas, una a una. Es evidente que se hace infinitamente más difícil para el alma llevar al individuo hacia la perfecta perfección, la liberación o la salvación.

Pero si el Supremo quiere actuar sobre un ser humano que se ha suicidado, en muy, muy raras ocasiones, Él pide a los Maestros espirituales que tienen la capacidad, cuidar de esa alma y no permitir que sea envuelta de abundante ignorancia. En estos casos, lo que el alma ya posee es suficiente para atraer la Gracia y la Compasión del Supremo, y Éste no permitirá que un solo velo recubra el alma más de lo habitual. Pero esto se produce sólo en muy raras ocasiones. Generalmente, para un suicida, la evolución se detiene indefinidamente – por cien, doscientos, quinientos, seiscientos años o más. No puede avanzar, y cae sobre sus hombros la más pesada de las cargas. El proceso de su evolución se detiene. Al haber violado las leyes del juego cósmico, debe sufrir el castigo cósmico. No puedes decir a las fuerzas cósmicas: «He cometido un error, pero eso no os incumbe. Alcanzaré mi objetivo, cuando me apetezca». Has salido del juego cósmico intencionadamente, sin el permiso de Dios y contra Su intención. El no te ha permitido abandonar el juego, pero tú Le has desafiado activa y abiertamente, y has intentado estropearlo. Para esta errónea acción, el castigo es de lo más severo. Es tan intenso que no podemos sentirlo con nuestro corazón humano, ni imaginarlo con nuestra mente humana.