Si un discípulo no realiza a Dios mientras su Maestro está en el cuerpo, ¿cómo podría el Maestro ayudar al discípulo en su próxima encarnación, si no hubiera otro Maestro a través del cual pudiese actuar?

Sri Chinmoy: El Maestro no necesita a otro Maestro para actuar a través suyo. Hace cuatro mil años, el Señor Krishna tuvo discípulos mientras permaneció en la tierra y, hasta este momento, un buen número de sus discípulos no ha aceptado otro Maestro. Reencarnan, por ejemplo, en una familia que sigue el camino de Krishna, de manera que éste pueda concederles la liberación a su manera. Ocurre lo mismo con los demás grandes Maestros. Muchos discípulos de Ramakrishna han regresado a la tierra. No han acudido a otro Maestro, sin embargo están siendo colmados. Si desearan ir a otro Maestro, Ramakrishna les diría naturalmente que pueden hacerlo. Algunos discípulos de grandes Maestros han aceptado a otros Maestros. Algunos de mis propios discípulos, de hecho, estuvieron con el Señor Krishna.

¿Cómo puede ayudar un Maestro espiritual a sus discípulos si no se dirigen a otro Maestro? Puede ayudarlos a través de su voluntad consciente, la voluntad de su alma. Yo estoy aquí en la tierra, y aunque no estoy en Inglaterra o Puerto Rico, por medio de mi voluntad consciente, muy temprano, después de las 2 de la madrugada, me concentro en todos aquellos que son mis discípulos allí. Concentrarme durante un fugaz segundo es suficiente, pero empleo más que eso para saber qué está haciendo el alma y cuán lejos ha llegado. De modo que, incluso estando en el plano físico, que es una atadura real, un Maestro puede ayudar a sus discípulos en las diferentes partes del mundo. Luego, cuando abandona el cuerpo, es completamente libre. Desde la otra orilla, el Maestro espiritual actúa a través de la Luz del alma o de la fuerza de Voluntad. La Luz del alma puede ser ofrecida desde cualquier plano de conciencia, desde el plano más elevado hasta el plano terrestre. Así pues, desde los mundos superiores, el Maestro puede fácilmente conectar con el alma aspirante del discípulo, y éste puede responder a su Luz. Así es como el Maestro puede ayudar, ayuda y debe ayudar al discípulo.

Cuando un Maestro acepta a alguien como verdadero discípulo, hace la promesa a Dios, al Supremo, y al alma individual del buscador de que será eternamente responsable de esa alma. Pero son muchos, muchos los que acudirán a nuestro camino, cientos de miles. Podrán permanecer durante diez, veinte, treinta o, incluso, cuarenta años con nosotros, pero sin aceptarnos nunca realmente. Cuando el Maestro abandona el cuerpo, no es responsable de estos denominados discípulos. Los abandonará a su propio destino.

Puede ser que algunos digan: «¿Cómo es que, habiendo estado viniendo al Centro, no nos has aceptado como verdaderos discípulos?». La sencilla razón es que ellos no me han aceptado de todo corazón. Sólo alguien que ha aceptado realmente nuestro camino puede ser considerado un verdadero discípulo. La aceptación debe ser mutua; nadie puede forzarla. Los padres humanos fuerzan pero los padres espirituales no pueden hacerlo.

Externamente, no lo he dicho personalmente a todos aquellos que son mis verdaderos discípulos, pero internamente lo he hecho, y pueden estar seguros de que cuando abandonen el cuerpo no estarán perdidos. Nunca estarán perdidos, ni en esta ni en sus futuras encarnaciones. Los verdaderos discípulos – aquellos que me han aceptado como suyo y a quienes yo he aceptado como míos- – van a colmarse y realizarse en esta encarnación, en la próxima, o en muy pocas encarnaciones. Algunos discípulos tal vez tomen veinte encarnaciones o más, debido a su muy pobre comienzo. Algunos que han venido a mí en su primera o segunda encarnación humana, tal vez tomen cientos de encarnaciones. La primera o segunda encarnación humana, es aún medio animal. El animal aún está ahí como un factor predominante, por tanto, ¿cómo pueden lograr la realización de Dios? Incluso en el Centro de Nueva York, hay muchos discípulos que han tenido sólo seis o siete encarnaciones humanas.

Cuando grandes Maestros descienden a la tierra, aceleran considerablemente el progreso de sus discípulos. Pero, ¿hasta dónde pueden llegar, si los discípulos mismos han avanzado tan poco? No obstante, los Maestros intentan librar un combate muy valiente y desafían a la ignorancia. Dicen: «Veamos cuán lejos podemos llegar». También, algunos discípulos que sólo han vivido en la tierra unas pocas encarnaciones, correrán muy rápidamente, debido a su sinceridad, su humildad y sus ganas de correr. No emplean sus previas cualidades oscuras y su mente no ha sido cubierta por millones de pensamientos e ideas. Empiezan a marchar desde el comienzo mismo de su vida espiritual. Nacen en una familia espiritual o, si son lo bastante afortunados, algo los empuja adelante desde dentro para dirigirse hacia la Luz. Existe algo llamado Fortuna Divina. Algunas personas poseen esta fortuna, y, si la utilizan correctamente, todo es posible en una encarnación. De lo contrario, se necesitan cientos de años.