En una de las meditaciones en su diario, menciona que la muerte era una obstrucción. He creído siempre que consideraba la muerte como una transición que nos permite renacer y progresar continuamente.

Sri Chinmoy: Magnífico. He dicho que la muerte es una transición. He comparado la vida y la muerte con dos habitaciones: la vida es mi cuarto de estar y la muerte mi dormitorio. Cuando digo que la muerte es una obstrucción, hablo de la muerte desde un punto de vista diferente. ¿Qué es una obstrucción? Una obstrucción es algo que nos impide avanzar. Es un límite que no podemos atravesar.

Esta vida es una oportunidad de oro que nos ofrece el Supremo. Pero la oportunidad es una cosa y el logro otra. Nuestra evolución espiritual, nuestro progreso interior es muy constante, muy lento, pero, al mismo tiempo, muy significativo. Naturalmente, hay personas que, durante cientos y miles de encarnaciones, seguirán un ciclo normal y natural de nacimientos y muertes, y que un día, en la Eternidad de Dios, llegarán a realizar a Dios. Pero algunos aspirantes reales, sinceros, auténticos, hacen la fervorosa promesa de realizar a Dios aquí y ahora, en la encarnación actual. Lo hacen sabiendo que esta vida no es ni la primera, ni la última. Pero saben que hay personas que han realizado a Dios y no quieren esperar a otra vida en un futuro lejano. Piensan que no tiene sentido vivir sin la realización de Dios y desean alcanzarla lo antes posible. En tales casos, si sobreviene la muerte cuando aún no han alcanzado la realización, la muerte es un obstáculo. Cuando alguien que está destinado a morir a los cincuenta años está aspirando fervorosamente, si puede retrasar la muerte otros veinte o treinta años, con la amable aprobación del Supremo, ¿qué hará en ese lapso de tiempo? Continuará su sincera aspiración, su más profunda meditación, su más elevada contemplación. Será como un corredor que se lanza sin obstrucción hacia su Meta. Durante esos veinte o treinta años más, puede alcanzar el final más lejano, donde se halla su Meta. Pero si la muerte se interpone, no realizará a Dios en esta vida.

En su siguiente encarnación, son raras las almas que pueden retomar inmediatamente el hilo de su aspiración pasada. Tan pronto como se entra en el mundo, las fuerzas cósmicas no divinas aparecen y atacan, y la ignorancia, las limitaciones y las imperfecciones del mundo tratan de cubrir el alma. En los años formativos de la infancia, no nos acordamos de nada. El niño es inocente, ignorante e indefenso. Entonces, algunos años después, comienza a funcionar la mente. Entre los ocho y los doce años, la mente lo complica todo. De este modo, durante los once, doce o trece primeros años de su vida siguiente, casi todas las almas, por muy grandes y espirituales que sean, olvidan sus realizaciones pasadas y su profundo llanto interior. Es cierto que hay Maestros espirituales o grandes buscadores que tienen experiencias elevadas en su infancia, o que empiezan a pensar en Dios y cantar Sus alabanzas a muy temprana edad; pero, habitualmente, no hay un vínculo de conexión fuerte entre los logros del alma en la Tierra durante su anterior encarnación y los años de infancia en la encarnación presente. Existe un vínculo, un vínculo muy sutil, pero éste no se hace evidente durante los primeros doce o trece años de vida.

Algunas almas no recuperan la aspiración de su encarnación pasada hasta la edad de cincuenta o sesenta años. Desde el punto de vista espiritual, esos cincuenta o sesenta años representan un tiempo totalmente desperdiciado. Así, si alguien pierde cincuenta años en esta encarnación, y veinte o treinta en su encarnación pasada, son en total ochenta años mal gastados. En este caso, digo que la muerte es una verdadera obstrucción que debemos apartar con nuestra aspiración, con nuestra aspiración ininterrumpida. La aspiración debería ser como una bala, debería atravesar el muro de la muerte.

Pero, aunque pueda tardar tiempo, el ser interior emergerá conscientemente, y la persona empezará a meditar y a orar a Dios con mucha fuerza y sinceridad en su nueva encarnación. En ese momento, advertirá que nada de su pasado se ha perdido realmente. De hecho, todo ha sido salvaguardado en la conciencia de la Madre Tierra, que es el banco común para todo el mundo. El alma sabrá cuánto ha logrado en la tierra; y todo esto es guardado celosamente en la conciencia de la Tierra, el banco de la tierra. Aquí, puedes depositar dinero en un banco. Entonces, puedes ir a Inglaterra y regresar después de seis años o más y retirar tu dinero. El alma hace lo mismo después de haber abandonado la tierra durante diez o veinte años. Todos los logros del alma han sido conservados aquí intactos en la Madre Tierra. Entonces ésta se los devuelve cuando el alma regresa para trabajar por Dios en la tierra.

Nada se pierde excepto tiempo, en la mayoría de los casos, durante esos pocos años de la infancia. Pero es preferible realizar a Dios en una sola encarnación, de manera que no se pierda nuevamente la aspiración consciente en este periodo transitorio. Si podemos continuar en la tierra de cincuenta a cien años con una gran y sincera aspiración, podremos conseguir mucho. Si obtenemos ayuda real de un Maestro espiritual, es posible realizar a Dios en una, dos o tres encarnaciones. Si no hay un Maestro real y se carece de aspiración, llevará cientos y cientos de encarnaciones.