Karma Yoga

El Karma Yoga es la acción sin deseo, emprendida por amor al Supremo. El Karma Yoga es la genuina aceptación del hombre de su existencia terrenal. El Karma Yoga es la marcha intrépida del hombre a través del campo de batalla de la vida. El Karma Yoga no coincide con quienes sostienen que las actividades de la vida humana no tienen importancia. El Karma Yoga reivindica que la vida es una oportunidad divina de servir a Dios. Este Yoga en particular no es sólo el Yoga de la acción física; incluye también la vida moral e interna del aspirante. Quienes siguen este sendero rezan por un cuerpo fuerte y perfecto. También rezan por una larga vida. Esta larga vida no es una mera prolongación de la vida en términos de años. Es una vida que anhela el descenso de la Verdad divina, de la Luz divina y del Poder divino en el plano material. Los Karma yoguis son los verdaderos héroes en la escena terrestre y suya es la victoria divinamente triunfal. Un Karma yogui es un perfecto extraño a las olas de la decepción y la desesperación de la vida humana. Lo que él ve en la vida y en sus actividades es un propósito divino. Él mismo se siente como el vínculo entre los deberes terrenales y las responsabilidades celestiales. Posee numerosas armas para conquistar el mundo, pero la más poderosa es su desapego. Su desapego desafía tanto a los reveses aplastantes del fracaso como a las oleadas del éxito que gratifican al ego. Su desapego está mucho más allá de las trampas de los penosos tormentos del mundo y del abrazo de la palpitante alegría del mundo. Muchos aspirantes sinceros creen que los sentimientos devocionales de un Bhakta y el ojo penetrante de un Jnani no tienen sitio en el Karma Yoga. Pero en eso están muy equivocados. Un verdadero Karma yogui es aquel cuyo corazón tiene fe implícita en Dios, cuya mente tiene una constante conciencia de Dios y cuyo cuerpo tiene un genuino amor por Dios en la humanidad. Es fácil para un Bhakta olvidar el mundo y para un Jnani ignorar el mundo. Pero el destino de un Karma yogui es otro. Dios quiere que él viva en el mundo, que viva con el mundo y que viva para el mundo.