Pregunta: ¿Llamaría usted una forma de poder psíquico, a la habilidad de comunicarse directamente con el propio Maestro sin el uso de la palabra hablada?
Sri Chinmoy: No se requiere poder psíquico para contactar con el propio Maestro. Eso se hace a través de la devoción, a través de la fe implícita. ¿Dónde está el Maestro? Usted está aquí, en Puerto Rico, y dice que su Maestro está en Nueva York. ¡Pero no! Él está en lo profundo de su corazón, en lo más recóndito de su corazón. Si usted quiere contactar con Su Maestro en cualquier momento, no tiene más que entrar y sondear las profundidades de su corazón; y allí lo encontrará.No se requiere poder psíquico sino nada más que devoción y fe. Cuando tiene devoción, el Maestro o la persona a quien usted está orando, se halla a su entera disposición. Sri Krishna, el más destacado Maestro espiritual de India, decía: “Es fácil para Dios darle Poder, Luz, Dicha y todas las demás cualidades divinas al discípulo. Pero si le da devoción al discípulo, que es también una bendición divina, entonces Él está atrapado. En cuanto el discípulo obtiene devoción, puede tener la certeza de que su Maestro se ha convertido en su perfecto esclavo. Un verdadero devoto es muy, muy raro en este mundo. Pero un hombre de conocimiento y sabiduría, un hombre de luz o un hombre de paz pueden encontrarse con frecuencia”.
El Señor Krishna tenía un discípulo muy íntimo llamado Vidhura, que era muy, muy pobre. Sucedió que un día el Señor Krishna visitó la casa de Vidhura. Vidhura no podía darle arroz o una comida adecuada, entonces sirvió a Sri Krishna una comida muy sencilla sobre una hoja de platanero. El corazón de Sri Krishna nadó en un mar de éxtasis y deleite. ¿Qué es lo que hizo? Primero se tomó la comida, luego se comió toda la hoja. Vidhura preguntó: “Maestro, ¿qué hace? Está comiéndose la hoja de platanero. ¡Eso no es comida!”. Sri Krishna dijo: “¡Oh, Vidhura! ¿Cómo puedo separar la comida de la hoja? ¿Cómo puedo separar tu devoción de tu existencia? En tu comida veo devoción, en tu cuerpo veo devoción, en tu corazón veo devoción, en tu hoja de platanero veo devoción. Cualquier cosa que veo contigo, a tu alrededor y en ti es plena devoción. No puedo separar la comida de la hoja más de lo que puedo separar tu alma de tu cuerpo”. Por tanto, esto es lo que sucede cuando uno tiene verdadera devoción por Dios, por el Supremo. Uno consigue que el Supremo esté a su lado todo el tiempo.
Ahora quisiera decir algo acerca de la fe. Estoy seguro de que todos han oído hablar del Ganges, el río más sagrado de la India. Se dice que quien quiera que se bañe en el Ganges es liberado de todos los pecados. A lo largo del año se pueden cometer toda clase de pecados, y luego, con solo entrar en el río, todos esos pecados desaparecerán. Esta es nuestra creencia india. Solo Dios sabe lo estúpidos que somos.
En cierta ocasión Parvati le preguntó a su consorte, el Señor Shiva: “¿Es cierto que si una persona se zambulle una vez en el Ganges todos sus pecados se desvanecerán en un abrir y cerrar de ojos? ¿De verdad la gente tiene tanta fe?”.
El Señor Shiva dijo: «Bien, lo mejor es que te lo demuestre. Mira, los dos tomaremos forma humana y nos sentaremos a la orilla del Ganges. Yo seré un hombre muy anciano y tú serás una anciana. Tú sostendrás un bebé en tu regazo y yo le quitaré la vida al bebé. Inmediatamente tú comenzarás a derramar lágrimas de amargura y gritarás que hemos perdido a nuestro único hijo. Muchos vendrán a consolarte y tú les dirás: "Si mi hijo es bendecido por una persona que sienta que no tiene ningún pecado, él regresará a la vida."»
De modo que tomaron forma humana y se sentaron a las orillas del Ganges. Cientos de personas habían venido a nadar y a bañarse en el río. Parvati dijo: “Todos ustedes aquí saben que en el momento en que entren en el Ganges, todos sus pecados ya no existirán más. Entonces vayan a darse un baño y luego bendigan a mi hijo, así él volverá a la vida”. Cientos de personas pasaron, pero nadie quiso hacerlo. Estaban dispuestos a nadar, estaban dispuestos a zambullirse o bañarse en el Ganges durante horas, pero sabían que eso no tendría efecto alguno sobre el niño. Tocarían al niño, pero éste no regresaría a la vida. Esto continuó durante horas. Finalmente, los transeúntes vieron a un hombre de mediana edad acercarse a la dama que había perdido a su único hijo. Este hombre acababa de salir de un bar. Olía muy desagradable y, según los estándares de la India, era lo que se llamaría una persona «sin carácter». El hombre se acercó a ella y preguntó: «¿Por qué llora?». Ella dijo: «Lloro porque nadie viene a bendecir a mi hijo, por más que todos saben aquí que en cuanto se bañen en el Ganges todos sus pecados se alejarán y podrán devolverle la vida a mi hijo».
“¿Está llorando por eso? Yo tengo fe. Déjeme ir”. Entonces el hombre saltó al Ganges, y en un par de minutos regresó y tocó al niño. Inmediatamente el niño volvió a la vida. Entonces el Señor Shiva dijo: “¡Ves! ¡Entre miles, solo una persona tuvo fe en el Ganges!». Y con esto el Señor Shiva, Parvati y el niño desaparecieron.
Siempre que hacemos algo decimos que tenemos fe, pero solo nos estamos engañando a nosotros mismos. A este hombre nunca le importó la vida espiritual, pero sabía que el Ganges venía realmente de los Himalayas. Todos los Maestros espirituales de la India tienen gran admiración por los Himalayas, y la mayoría de los Visionarios Védicos de India meditaron en las cavernas de los Himalayas. Este hombre tenía ilimitada fe en el Ganges. La mayoría de nosotros habría ido al Ganges, pero no se habría atrevido a tocar al niño, porque nadie quiere ser un hazmerreír. Cuando se trata de la vida práctica, la mayoría de nosotros fallará. Y casi todos los que podríamos haber ido y tocado al niño, habríamos visto que no teníamos éxito, porque carecíamos de verdadera fe en el Ganges. Pero ese hombre en particular tenía fe en el Ganges. Si tenemos verdadera fe en Dios, no necesitamos meditar veinticuatro horas al día; tan solo unos minutos cumplirán el propósito. Si tenemos esa fe profunda en Dios, entonces Dios cuidará de nosotros.