Prefacio del editor

«Arjuna, después de haber reflexionado plenamente sobre la sabiduría, haz lo que prefieras».

Esta seductora admonición de Sri Krishna a su discípulo es característica de la profundidad y, al mismo tiempo, engañosa sencillez del Gita. Esta obra monumental de la antigua India ha llegado a nosotros con toda su belleza sin adulterar. El Gita es completo por sí mismo, y aparentemente fácil de entender, pero para que el lector penetre en sus grandes profundidades de sabiduría y vuele a las exaltadas alturas de aspiración espiritual, parcialmente encubiertas dentro de sus páginas, un comentario es bastante necesario, especialmente para el lector occidental. El comentario debe ser a modo de énfasis y explicación, sin adulterar o de alguna manera interponer elementos de distorsión en las prístinas y eminentemente prácticas enseñanzas del texto original.

Sri Chinmoy, hijo de Bengala, nos ha dado tal comentario. A la percepción trascendental de las verdades eternas presentadas en el Gita, él ha añadido el toque magníficamente bello del poeta. La belleza de su expresión es tan fascinante que uno se ve tentado a planear a través del texto cautivado por su poesía, sin tratar de aprehender su verdadera profundidad. Por otra parte, su sencillez es engañosa, ya que Sri Chinmoy tiene el raro don de expresar los conceptos más difíciles con sencillas palabras cotidianas.

Indudablemente dirigido sobre todo a la mente occidental, este comentario está salpicado de citas de nuestros más conocidos pensadores, filósofos y poetas, que aumentan significativamente su interés y amplían los diferentes temas tratados, analizados y explicados.

Este comentario, como el Bhagavad Gita mismo, es una joya literaria que puede ser leída una y otra vez, y disfrutada inmensamente tan sólo por su tema cautivador, su sabiduría práctica y su inmejorable retórica. Pero para la mente inquisitiva, para el buscador y el aspirante al conocimiento trascendental, este trabajo es una ayuda sumamente valiosa, viniendo como lo hace de un alma realizada. Esto quiere decir, en términos de la India, alguien que ha descubierto la verdad sobre sí mismo y que, habiendo comulgado con su más profunda alma, está también en contacto con Dios, al ser el alma y Dios eternamente inseparables.

Como una espléndida sinfonía, el Gita abre con un acorde mayor, el alma trascendental enseñando, guiando, conduciendo al alma personal más y más arriba en la espiral de sabiduría. A través de todo su hermoso despliegue de motivos, el amor, el deber, el sacrificio, la fe y la devoción ejecutan fascinantes ritmos. Continuando hacia más elevadas y sublimes melodías, procede la inefable música hasta alcanzar la cumbre más excelsa, la unión y completa fusión del alma personal con el alma trascendental. Para hacernos apreciar plenamente todo el significado y poder artísticamente creativo del Gita, un comentario ha de afluir desde la conciencia de quien ha realizado por sí mismo esta unión. Nadie mejor cualificado para este trabajo que Sri Chinmoy, ya que, habiendo él mismo hollado el sendero de la sabiduría, habla con la autoridad de un guía conocedor y fidedigno. Su conocimiento no es el cosechado por el estudio de los libros, sino la experiencia de primera mano de alguien que ha estado allí y cuya conciencia puede remontarse a lo sublime y volver a descender con la sabiduría trascendental hasta el nivel del hombre común y corriente.

Este comentario será una ayuda muy bien recibida y una fuente de verdadera alegría, tanto para el estudioso familiarizado con la Escritura india como para el buscador que ha iniciado su camino hacia el descubrimiento de la verdad trascendental.

Sri Chinmoy, Comentario del Bhagavad Gita: el Canto del Alma trascendental, Rudolf Steiner Publications, Blauvelt, New York, 1971