Satisfacción

Cada vida humana es una canción. Un buscador canta cada día una canción nueva. Canta y descubre. ¿Qué descubre? Descubre un cuerpo pleno de entusiasmo, un vital pleno de determinación, una mente plena de paz, un corazón pleno de dicha y, finalmente, una vida plena de satisfacción.

Es necesaria la satisfacción en la vida animal, en la vida humana y en la vida divina. Sin embargo, la satisfacción que obtenemos en la vida animal no es la satisfacción verdadera. Tampoco en la vida humana obtenemos verdadera satisfacción. Sólo en la vida divina obtenemos la satisfacción verdadera.

En la vida animal tratamos de conseguir la satisfacción mediante la destrucción. En la vida humana tratamos de conseguir la satisfacción mediante la posesión. En la vida divina tratamos de recibir la satisfacción de la iluminación. La satisfacción que obtenemos por la destrucción no es, ni puede ser, la satisfacción real. La satisfacción que obtenemos por la posesión no es, ni puede ser, la satisfacción real. La satisfacción que obtenemos por la iluminación es indudablemente la satisfacción verdadera.

Todos somos aquí buscadores; rezamos y meditamos. Dentro de nuestra oración, dentro de nuestra meditación, procuramos ver siempre el rostro de la satisfacción. Cuando rezamos, tratamos de ascender y alcanzar la satisfacción. Cuando meditamos, tratamos de hacer emerger la Luz y el Deleite desde nuestro interior y disfrutar de la satisfacción en nuestro cuerpo, vital, mente y corazón. Cuando rezamos, imploramos e intentamos recibir algo de lo alto, para que nuestra sed pueda ser saciada. Cuando meditamos, invocamos nuestras propias realidades superiores, para que se manifiesten en nosotros y a través de nosotros.

La meditación va precedida por la concentración y seguida por la contemplación. Concentración, meditación y contemplación, van juntas. La concentración es la velocidad. La meditación es la confianza. La contemplación es la victoria. La concentración tiene y es la velocidad del ciervo. La meditación tiene y es la confianza del elefante. La contemplación tiene y es la victoria del león.

Es siempre aconsejable que tengamos velocidad, si valoramos la meta. La meta no es estacionaria. Estamos en el proceso de ir hacia una meta siempre trascendente, siempre iluminadora y siempre colmadora. Debemos prestar plena atención a nuestra velocidad si queremos progresar de un modo satisfactorio. La meta de hoy será el punto de partida de mañana en nuestro eterno viaje interno hacia la satisfacción suprema.

20:35
3 de julio, 1977
P.S. 86
Jamaica, Nueva York