El secreto supremo de la meditación

Universidad de Maryland, College Park, Maryland
23 de abril de 1969

La meditación es la sed del hombre por lo Real Infinito, lo Real Eterno y lo Real Absoluto. El secreto de la meditación es lograr la consciente y constante unidad con Dios. El secreto supremo de la meditación es sentir a Dios como la verdadera propiedad de uno, y finalmente realizar a Dios por amor a Dios, para revelarlo y colmarlo.

La meditación ha de ser practicada de manera espontánea, profunda y correcta. Si no, la oscura duda infestará tu mente, la frustración total entrará en tu corazón a hurtadillas, y probablemente verás tu existencia entera arrojada a las profundidades de un gran abismo.

Para la meditación necesitas inspiración. Las escrituras te pueden proporcionar la inspiración. Adquirir un libro espiritual te llevará diez segundos. Leer un libro espiritual te llevará diez horas. Asimilar ese libro te llevará algunos años. Y vivir las verdades contenidas en él puede llevarte no sólo una vida entera, sino unas cuantas encarnaciones.

Para la meditación necesitas aspiración. La presencia física o espiritual de un maestro espiritual puede despertar tu aspiración dormida. Él puede hacerlo fácilmente, y lo hará por ti alegremente. La aspiración es precisamente lo que necesitas para alcanzar la meta de tu viaje. No tienes que preocuparte por tu realización. Tu aspiración se ocupará de ello.

La meditación alimenta tu autodisciplina. La autodisciplina fortalece tu meditación. La meditación purifica tu corazón. Y sólo en un corazón puro cobra mucha importancia la marcha hacia Dios de la vida humana. Uno puede saber lo que es propiamente la meditación. Uno puede incluso practicarla, puesto que eso es lo que necesita la naturaleza divina en el hombre. Pero el resultado o la plenitud de la meditación trasciende todo entendimiento humano, porque es inmensurable, ilimitada, infinita.

La meditación te dice solamente una cosa: Dios es. La meditación te revela solamente una cosa: tuya es la visión de Dios.

Para mi extrema tristeza, algunos de los occidentales tienen graves errores conceptuales acerca de la meditación. Creen que el auge de la meditación es el sortilegio o la milagrería. Sortilegio no rima con meditación. Milagrería tampoco rima con meditación. Pero realización rima perfectamente con meditación. Liberación rima profundamente con meditación. ¿Realmente quieres realizar a Dios? ¿ ¿Realmente quieres la Luz, la Paz y la Dicha infinitas? Si es así, deberías mantenerte a millones de kilómetros de los sortílegos y los milagreros. Si piensas que ellos te inspiran, estás equivocado. Profundiza en tu interior y descubrirás que simplemente han despertado tu ociosa, ciega e infructuosa curiosidad. La curiosidad no es espiritualidad. Y los sortílegos y milagreros te han ofrecido secreta y conscientemente algo más: la tentación. La tentación es la precursora de la destrucción. Es aquí donde la misión divina de tu vida—fracasada, incumplida—llega a un final. Estemos alerta. Os insto a no confundir la genuina meditación de vuestro corazón con el sortilegio y la milagrería. No malgastéis vuestro tiempo. Vuestro tiempo es precioso. Vuestra meditación no tiene precio. Vuestro logro será el tesoro de la Eternidad sin tiempo, de la Infinitud inmensurable y de la Inmortalidad sin muerte. No esperéis. Todas las cosas le llegan al que espera, excepto la realización que ‘hoy’ encarna y la revelación que ‘ahora’ revela.

La meditación es el clamor de nuestra alma por la perfecta perfección de nuestra vida. La perfección no ha despuntado todavía sobre la Tierra, pero un día lo hará. La perfección es el ideal de la vida humana. Citando a Swami Vivekananda: «Ninguno de nosotros ha visto todavía a un ser humano ideal, y sin embargo se nos dice que creamos en él. Ninguno de nosotros ha visto todavía a una persona idealmente perfecta, y sin embargo sin ese ideal no podemos progresar.»

Sólo la meditación puede engendrar la perfección. La meditación nos lleva más allá de la frustración de los sentidos, más allá de la limitación de la mente razonadora. Finalmente, la meditación nos puede obsequiar con el hálito de la perfección.

El objetivo último de la meditación es realizar al Supremo. El Kata Upanishad tiene un mensaje espiritual que ofrecer al mundo. Se trata de un mensaje interno.

Más alto que los sentidos están los objetos de los sentidos.
Más alto que los objetos de los sentidos está la mente.
Más alto que la mente está el intelecto.
Más alto que el intelecto está el Gran Ser.
Más alto que el Gran Ser está lo No Manifiesto.
Más alto que lo No Manifiesto está lo Absoluto.
Más alto que lo Absoluto no hay nada de nada.
Esa es la meta. Esa es la ruta más elevada.

De hecho, lo Absoluto es el Supremo Mismo. En virtud de nuestra meditación más elevada y más profunda ganamos infaliblemente el acceso al Supremo.

Al comienzo de nuestra travesía espiritual, sentimos que la meditación es sudor y esfuerzo personal. Al cierre final de nuestra travesía, llegamos a descubrir que la meditación es la Gracia de Dios, Su Compasión infinita.

El precio nunca es correcto. Antes de la realización, es demasiado alto. Después de la realización, es demasiado bajo.