No el poder sino la unidad

Universidad Estatal de Nueva York en Oswego, New York
1 de octubre de 1969

El hombre tiene incontables deseos. Cuando sus deseos no se cumplen, se maldice a sí mismo; se siente fracasado, desesperado y desamparado. Quiere probar su existencia en la Tierra con el fruto de sus deseos. Cree que colmando sus deseos podrá constatarse superior a otros. Pero, ¡ay!, él fracasa, ha fracasado y fracasará. Dios viene y le dice: «Hijo Mío, tú no has fracasado, tú no estás desesperado, tú no estás desamparado. ¿Cómo vas a estar desesperado? Yo estoy cultivando en ti Mi Sueño siempre luminoso y siempre colmador. ¿Cómo vas a estar desamparado? Yo estoy dentro de ti como el Poder infinito.»

Entonces el hombre trata de hacer alguna otra cosa a fin de demostrar su superioridad. Trata de ejercitar su poder violentamente, agresivamente. Quiere obtener alegría con su superioridad. Quiere demostrarle al mundo que es importante. A fin de probar su eminencia, adopta cualquier método, y su conciencia no lo molesta. Dios, por Su infinita Magnanimidad, acude de nuevo a él y le dice: «Esta es una elección equivocada. No puedes demostrarle al mundo que eres incomparable, único. Lo que en realidad anhelas lograr de tu superioridad es la alegría, la alegría sin límites. Pero esta alegría sin límites nunca será tuya a menos que conozcas el secreto de los secretos. Y ese secreto es tu indivisible unidad con cada ser humano en la Tierra.»

Entonces Dios le dice al hombre que Él es fuerte, Él es feliz, Él está satisfecho precisamente porque Él es totalmente uno con cada ser humano, con el universo entero. Sólo cuando uno está totalmente unido con el resto del mundo puede ser verdaderamente feliz. Y esta felicidad hace al hombre el alma sin igual sobre la Tierra. No es el poder lo que nos hace superiores o nos hace sentir inestimablemente valiosos; es nuestra unidad sin igual con Dios y con Su creación. Los demás no nos necesitan porque tengamos poder; los demás necesitan urgentemente la unidad de nuestra alma. Esta unidad del alma ha de ser llevada a la unidad del físico, el vital y la mente de una manera iluminada y transformada.

Somos grandes, somos más grandes, somos grandísimos sólo cuando sentimos conscientemente nuestra unidad con el mundo entero. Dios está anhelando, sinceramente anhelando demostrarle al mundo entero que Sus niños aspirantes, dedicados y devotos son verdaderamente Su Orgullo sin límites. Nosotros no necesitamos probar lo que tenemos y lo que somos. Dios está anhelando demostrarle al mundo lo que Sus niños aspirantes, Sus niños dedicados, devotos y entregados tienen y son.

Dios completará Su tarea en nosotros, a través de nosotros, para nosotros. Intentemos también nosotros completar nuestra tarea. Intentemos tener el sentimiento consciente de unidad indivisible con cada ser humano aquí en la Tierra y allá en el Cielo.

Lo que dice Abraham Lincoln acerca del poder es innegable: «Prácticamente todos los hombres pueden soportar la adversidad; pero si quieres poner a prueba el carácter de un hombre, dale poder.»

Para los que están tratando de sentir la unidad con el resto del mundo, Winston Churchill tiene algo que decir: «No sirve de nada decir, ‘estamos haciendo todo lo que podemos.’ Tenemos que conseguir hacer lo que es necesario.»

La sinceridad de nuestro corazón nunca falla. El interés de nuestra alma nunca falla. La Compasión de nuestro Dios nunca falla. Cuando nuestro corazón es fervoroso, nuestra alma es fructífera y nuestro Dios es significativo.