El sendero soleado20
En la vida espiritual el nombre del sendero soleado es devoción. Este sendero es indudablemente un atajo hacia la realización de Dios. Es cierto que Dios y Sus misterios están más allá de la comprensión del discurso y del intelecto. Pero también es cierto que Dios es accesible fácilmente a través de la devoción.
Un verdadero devoto obtiene alegría cuando siente, «Todo esto soy yo».
Mayor alegría obtiene cuando siente «Todo esto eres Tú».
Y obtiene la mayor alegría cuando siente «Tú eres el Maestro; yo sólo soy el instrumento».
Quien sigue el sendero del conocimiento Le dice a Dios: «Padre, Te quiero».
Quien sigue el sendero de la devoción Le dice a Dios: «Padre, Te necesito».
El primero Le dice a Dios: «Padre, yo te poseo».
El segundo Le dice a Dios: «Padre, Tú me posees».
Un devoto real es un verdadero amante de Dios. La imposibilidad no tiene y nunca puede tener significado alguno en su vida.
Como en otros senderos, en el sendero soleado el devoto aprende que no importa cuánto reza y medita, sino cómo reza y medita. Si reza y medita en el Divino sinceramente y sin reservas, está rezando y meditando diez veces en una.
Cuando un aspirante inicia su travesía a lo largo del sendero soleado Le dice a Dios: «Padre, dame». Al cierre de su travesía, Le dice a Dios: «Padre, recíbeme».
Todos sabemos que la morada de la gratitud es el corazón. Extrañamente, la gratitud consigue a menudo ocultarse de su morada. Pero en el sendero soleado, la fervorosa gratitud siempre está visible, cobrando mucha importancia en el corazón del aspirante.
El autoamor estropea el terreno fértil de la aspiración y lo torna estéril. Pero la devoción a Dios prende la llama ascendente de la aspiración, creando un mundo nuevo en Dios para el aspirante, y un nuevo mundo en el aspirante para Dios.
La devoción es la beatitud misma. Esta beatitud es el amor autodedicado vuelto hacia Dios, buscando servirle constantemente e incondicionalmente de manera que Él pueda ser colmado así en la Tierra como en el Cielo.
Hay incontables personas en la Tierra que no sólo afirman rezar, sino que efectivamente rezan. ¿Cómo es que no obtienen prácticamente ningún resultado de sus oraciones? La respuesta es sencilla y clara. Sus oraciones no son puras como la nieve. Una oración pura como la nieve es la fuente de energía autogeneradora, de luz autotransformadora y de deleite autocolmador.
Como todo el mundo, un devoto aspirante tiene sus necesidades. Pero sus necesidades y el Amor y la Compasión de Dios se ven siempre juntas. Un devoto real ha llegado a descubrir que él no ama a Dios para colmar sus propios deseos humanos, sino para colmar a Dios a la Manera propia de Dios. Para una persona no aspirante, la vida es castigo, pura tortura. Para un alma aspirante, cada momento en la vida es una oportunidad para la autoiluminación y la satisfacción de Dios. En el sendero soleado de la devoción, el aspirante sabe que, así como él está hambriento de la Compasión infinita de Dios, Dios también está hambriento de su constante sentimiento de unidad consciente con Él.
Cuando el cuerpo está sucio, necesitamos jabón para limpiarlo. Cuando la mente es impura, necesitamos las lágrimas del arrepentimiento para purificarla. Cuando el corazón está impuro, la necesidad de la devoción es capital. La impureza del corazón es la enfermedad más peligrosa en la vida espiritual. La devoción no sólo es la medicina. La devoción es la única cura.
El Brahman es por naturaleza indivisible, un todo completo. Pero a través de maya, su fuerza autolimitadora, se ha fragmentado a sí mismo en infinitos pedazos. La devoción totalmente entregada del aspirante puede fácilmente lograr que vuelva a ser de nuevo entero, divinamente completo y supremamente uno.
EL 20. Universidad de California en Santa Cruz, 17 de octubre de 1969↩