Pregunta: ¿Es inevitable la aridez espiritual?

Sri Chinmoy: La aridez espiritual es inevitable sólo cuando no nos acercamos a Dios con suficiente amor y devoción. Si nos acercamos a Dios con la mente, habrá aridez. Pero si nos acercamos a Dios con el corazón y el alma, no puede haber aridez alguna, sólo una lluvia constante de amor y Gracia. Sentimos que nuestro amor fluye hacia Dios y que la Gracia de Dios se derrama constantemente sobre nosotros. Si nos acercamos a Dios con la mente, por un segundo podemos ver que la Gracia está lloviendo en abundancia. Luego, durante cuatro días o cuatro meses, no habrá lluvia en absoluto. Aquellos que saben cómo clamar por Dios mismo —y no sólo por los Sus dones— desde lo más profundo de su corazón sentirán que no hay aridez. Pero aquellos que quieren acercarse a Dios con conocimiento e intelecto siempre sufrirán de aridez. Muchos aspirantes e incluso grandes maestros espirituales han pasado por esta aridez espiritual. Luego, en virtud de sus propias experiencias, dicen que no hay nadie que no haya tenido la experiencia de la sequía espiritual. Pero afortunadamente no puedo estar de acuerdo con ellos. Yo me acerqué al Supremo con amor, devoción y entrega y deseo decir que nunca, nunca experimenté la sequía espiritual. Constantemente me deleité en la lluvia de Su infinita Gracia. Si quieres vivir en la Gracia infinita de Dios, entonces tienes que acercarte a Dios con amor, devoción y entrega. Tienes que ofrecerte por completo al Supremo, y este autoofrecimiento debe ser a través del corazón y no a través de la mente. Si puedes hacer esto, entonces no habrá aridez. Constantemente, en cada momento, serás alimentado por el Supremo. Lo que llamas aridez, en términos espirituales yo lo llamo inanición. Pasamos hambre espiritualmente simplemente porque no permitimos que el alma salga al frente y cuide de nosotros. Hacemos justo lo contrario. Le decimos al alma que no solo podemos cuidar de nosotros mismos, sino que además estamos listos para cuidar de ella también. Este es nuestro error. Dejemos que el alma se ocupe de nuestra existencia exterior. Entonces veremos que nuestra hambre interior será alimentada por la Gracia infinita de Dios.