Escena tercera
(Gautami regresa a Buda).GAUTAMI: Oh Maestro, he estado en muchos lugares. Cada familia ha perdido a alguien. Me parece que no hay ninguna familia que no haya sufrido por la muerte.
BUDA: Gautami, estás en lo cierto. Ninguna familia en la tierra puede decir que no la ha visitado la muerte. Tú estás sufriendo, y como tú muchos, muchos otros están sufriendo. Muchos han sufrido y muchos sufrirán. No tan solo muchos, Gautami, todos. Cada cual ha de sufrir con la muerte. Vinimos de la Luz y regresaremos a la Luz.
GAUTAMI: Pero, Padre, era mi único hijo. ¿Cómo puedo consolarme? ¿Quién me dará consuelo?
BUDA: ¿Quién te dará consuelo, Gautami? Yo te daré consuelo.
GAUTAMI: Por favor, dame consuelo, Padre. Tú eres el único que puede hacerlo.
BUDA: Gautami, mientras haya vida, habrá también muerte. El nacimiento está destinado a que la muerte le siga, y la muerte está destinada a que le siga el nacimiento. Ahora bien, Gautami, te diré la causa de la aflicción. Tú has perdido a tu único hijo. Tu vida está abrumada por la pena. Pero la causa de tu pena no es la muerte. La causa de tu pena es el deseo. El día en que conquistes el deseo, conquistarás también la pena. Reza y medita. Conquistarás el deseo y, en ese momento, verás que la Luz y el Deleite habrán llegado a ser tus amigos constantes.
GAUTAMI: Oh Sabio, eres mi Maestro. Hoy te conozco. No tengo a nadie en la tierra, a nadie. No tengo esposo, no tengo hijo —a nadie excepto a ti—. Eres mi todo. Me has consolado. Ahora lo que necesito de ti es iluminación interna. Dedicaré mi vida entera a ti incondicionalmente, con todo mi corazón. Por medio de mi servicio dedicado a ti, Maestro, alcanzaré mi iluminación.
BUDA: Gautami, estás en lo cierto, absolutamente en lo cierto. Hija mía, tu vida está destinada a entrar en el reino de la Dicha eterna. Medita en Dios. Medita en la Verdad. Alcanzarás la Paz, la Alegría y la Dicha.