Mío y yo

Tengo infinitas ocasiones para acudir Dios. Tengo impensables posibilidades de acudir al Rey de la Ignorancia.

Cuando vivo en las realidades materiales, soy un ser humano natural. Cuando vivo en la realidad espiritual, soy un ser divino sobrenatural.

Poseo y soy poseído por un mundo en rápido movimiento. Aunque yo mismo soy un problema colosal, puedo resolver en medida considerable los incontables problemas del mundo. ¿Cómo? Sencillamente volviéndome un siervo fiel de la Voluntad de Dios y sometiendo mis expectativas a la guía y la seguridad de Dios.

Mi temor a Dios es un obstáculo en el camino para la paz de mi vida. Mi amor por Dios es un goce anticipado de la alegría de la creación cósmica de Dios.

Lograr mi Meta era difícil. Lo he hecho. Mantener mi Meta era más difícil. Lo estoy haciendo. Convertirme en mi Meta es lo más difícil. Lo haré, y lo haré con el llanto ascendente de mi corazón, con la luz indagadora de mi alma, con el silencio sublime de mi mente, con el dinamismo vigoroso de mi vital y, por último, con la entrega absoluta de mi cuerpo.

Le rezo a Dios para que transforme mi vida en un largo esfuerzo, exento de miedo y de ego, de manera que pueda derivar los más colmadores logros de las menos prometedoras situaciones.

Cada segundo es una puerta abierta a oportunidades inigualables. Déjame ser extenso en rendimiento celestial y breve en conversación terrenal.

No solo tengo un alma. Soy el alma. No soy el ego. Tampoco lo necesito. Quién no está conmigo en los esfuerzos de mi alma, está contra mí. Pero debo saber que mi Dios es también el suyo. Ningún compromiso, ninguna avenencia con la noche amenazadora y el día no-aspirante del mundo.