Filosofía, religión, espiritualidad y yoga de los Upanishads13

La filosofía de los Upanishads.
La religión de los Upanishads.
La espiritualidad de los Upanishads.
El yoga de los Upanishads.

Cuando pensamos en los Upanishads, inmediatamente nuestras mentes entran en esto temas en particular — filosofía, religión, espiritualidad y Yoga.

La filosofía de los Upanishads es la vastedad de la mente.

La religión de los Upanishads es la unidad del corazón.

La espiritualidad de los Upanishads es la inmortalidad del alma.

El Yoga de los Upanishads es la manifestación total de Dios aquí en la tierra.

La vastedad de la mente necesita a Dios, la Conciencia infinita.

La unidad del corazón necesita a Dios, el Amado supremo y eterno.

La inmortalidad del alma necesita a Dios, el Más Allá siempre-trascendente.

La manifestación total de Dios necesita de la constante hambre interna del hombre.

Dios es Pureza en la vastedad de la mente.

Dios es Belleza en la unidad del corazón.

Dios es Vida en la Inmortalidad del alma.

AUM

La filosofía de los Upanishads me dice: “Ve la Verdad”.

La religión de los Upanishads me dice: “Siente la Verdad”.

La espiritualidad de los Upanishads me dice: “Crece en la Verdad”.

El Yoga de los Upanishads me dice: “Deviene en la Verdad”.

Dios me dice: “Tú eres la Verdad”.

Cuando veo la Verdad, conozco lo que la Compasión de Dios es.

Cuando siento la Verdad, conozco lo que el Amor de Dios es.

Cuando crezco en la Verdad, conozco lo que el Interés de Dios es.

Cuando me convierto en la Verdad, conozco lo que la Vida Desinteresada de Dios es, y lo que Su Deber incondicional es.

Cuando comprendo que yo soy la Verdad, la manifestación completa de la Luz de la Divinidad comienza.

Los Upanishads ofrecen a cada corazón aspirante innumerables mensajes. Hay bastantes mensajes que son sumamente significativos y sumamente colmadores al mismo tiempo. He aquí un estupendo mensaje acerca de la vida y la muerte. Antes de la muerte y después de la muerte, ¿qué ocurre? Éste es el mensaje de los Upanishads:

Antes de la muerte, la vida es un buscador.
Después de la muerte, la misma vida se convierte en un soñador.

Antes de la muerte, la vida lucha y se esfuerza por la Perfección.
Después de la muerte, la misma vida descansa y goza de la Dicha divina con el alma.

Antes de la muerte, la vida es la Promesa de Dios.
Después de la muerte, la vida es la Certeza interna de Dios. Notamos esta Certeza de Dios mientras colmamos a Dios en nuestra encarnación futura.

La vida para cada individuo es un acto de inspiración y revelación. La vida es una experiencia; también lo es la muerte. Nuestra vida humana es la llama sagrada de Dios ascendiendo hacia la Fuente más elevada. La muerte humana, la así llamada muerte, es un juego secreto de la Voluntad de Dios.

AUM

Cuando estudiamos los Upanishads, comenzamos con la concentración de la mente. Esta concentración de la mente es la cosa más difícil que jamás podamos pensar. Sabemos lo que es la mente, sabemos lo que es la concentración, pero cuando se trata de la concentración de la mente, es extremadamente difícil de hacer.

En cierta ocasión, unos aspirantes espirituales se dirigieron a su Maestro y le dijeron, “Maestro, hemos estado muchos años meditando –diez largos años. ¿Cómo es que no podemos controlar nuestras mentes?” El Maestro dijo, “Mis niños, la realización de Dios no es tan fácil. Si fuera fácil, a estas alturas ya habríais controlado vuestras mentes. La realización de Dios es algo extremadamente difícil –he aquí la prueba. Consideramos la mente como nuestro mejor instrumento. La consideramos como la parte más elevada, más desarrollada en nuestra vida humana. Pero mirad su impotencia”. Entonces continuó diciendo, “Todos vosotros estáis parados ante mí. Ahora bien, si alguien se pone sobre los hombros de alguno de vuestros hermanos espirituales, ¿qué ocurrirá? Inmediatamente vuestro hermano se sentirá irritado, se sentirá perturbado. Su prestigio será dañado. Él también es un ser humano. ¿Cómo puede alguien atreverse a colocarse sobre sus hombros? Lo mismo le ocurre a la mente. Cuando la mente está agitada por nuestros pensamientos –pensamientos bajos, no-divinos, inoportunos– no nos permite estar lo suficientemente calmados, quietos y serenos para meditar en Dios”.

El origen de la mente es divino; la mente misma es divina. Pero desafortunadamente, la mente que estamos usando ahora mismo es la mente física, la cual no nos puede ayudar en absoluto en nuestro viaje hacia arriba. Esta mente ha aceptado, consciente o inconscientemente, a tres amigos no-divinos: el miedo, la duda, y la envidia. Al comienzo de esta charla dije que la vastedad de la mente es la filosofía de los Upanishads. Ahora bien, cuando la vastedad quiere aparecer ante la mente física, la mente física es golpeada por el horror. Tiene miedo de la vastedad. Más aún, mira su propia insuficiencia, su propia capacidad limitada, y dice, “¿Cómo es posible? Soy tan débil; soy tan impotente; soy tan insignificante. ¿Cómo puede la vastedad aceptarme como suya?” Primero tiene miedo de la vastedad, y luego duda. Duda de la existencia misma de la vastedad. Luego, por la Gracia infinita de Dios, el miedo abandona la mente, y la duda abandona la mente. Pero, ¡ay!, ahora entra la envidia. La mente mira alrededor y ve que hay algo de satisfacción en la vastedad, mientras que en su propia existencia no hay ninguna satisfacción, no hay ninguna alegría. La envidia comienza. El miedo, la duda, la envidia –estas tres fuerzas no-divinas– atacan a la mente y la hacen fútil, indefensa y desesperanzada, en nuestro viaje hacia arriba. Cuando la mente es atacada por el miedo, la duda y la envidia, algo más entra y alimenta la mente de manera consciente y deliberada, y ese algo es nuestro ego. Con el ego se inicia el comienzo de nuestro final espiritual.

AUM

Tenemos que ir más allá del dominio de la mente física con la ayuda de la filosofía, la religión, la espiritualidad y el yoga. La mente buscadora opera en la filosofía. El corazón implorante opera en la religión. El alma iluminadora opera en la espiritualidad. La Meta colmadora opera en el yoga.

Hay dos aproximaciones a la Meta. Una aproximación es a través de la mente, y la otra es a través del corazón. La aproximación de la mente no es segura; no es confiable. Pero uno puede finalmente alcanzar la Meta. No significa que si te aproximas a Dios a través de la mente, no serás capaz de realizar a Dios. Llegarás a realizar a Dios, pero el camino es arduo. Puedes dudar de tu aspiración, puedes dudar de la Compasión de Dios por ti. En consecuencia, puedes tardar cientos, miles de años en alcanzar la Meta. Pero la aproximación a través del corazón es segura y confiable. Podemos hacer una de estas dos cosas: o bien identificarnos con el sujeto o el objeto –con el Piloto Supremo, el Amado Eterno– o bien podemos entregar en cada segundo nuestra existencia al Piloto Interno. O bien tenemos que llegar a ser completamente uno con la Voluntad del Piloto Interno, o tenemos que entregarnos total e incondicionalmente al Piloto Interno. Cuando nos aproximamos a Dios de cualquiera de estas dos maneras, sentimos de inmediato Su Infinitud, Eternidad, Divinidad e Inmortalidad como propiamente nuestras.

Si seguimos los mensajes de los Upanishads paso a paso, si comenzamos primero con la filosofía, luego con la religión, luego con la espiritualidad, y finalmente con el yoga, entonces la realización de Dios no debe ni puede continuar siendo un clamor lejano. El descubrimiento de Dios es nuestro derecho de nacimiento. Si verdaderamente queremos descubrir a Dios, podemos entonces comenzar justo desde el principio: la filosofía, la religión, la espiritualidad y el yoga. Cuando satisfacemos las demandas de la filosofía, la religión, la espiritualidad y el yoga, Dios colma todas nuestras demandas. Sus demandas son muy simples: aspiración y autocontrol. Nuestras demandas son los dones de Dios: la Paz, la Luz, la Dicha y el Poder.

¿Nos interesamos verdaderamente por los dones de Dios? Si nos realmente interesamos por los dones de Dios, entonces Dios nos ofrecerá la capacidad de recibir Su riqueza infinita. En nuestra vida ordinaria, cuando queremos algo de otra persona, esa otra persona no nos va a dar la capacidad para recibirlo. La persona exigirá nuestra propia capacidad. Si tenemos la capacidad, si trabajamos un día, entonces el jefe nos dará el salario. Pero en la vida espiritual, Dios quiere saber si realmente queremos el salario –la Paz, la Luz y la Dicha. Si las queremos, entonces Él Mismo nos energizará y será nuestra aspiración y nuestro autocontrol. Él trabajará en nosotros y a través de nosotros. Él trabajará como el buscador dentro de nosotros, y al mismo tiempo trabajará como el Piloto para nosotros. Él mismo será el Empleador y el empleado. Si queremos realmente a Dios, Dios desempeñará ambos papeles al mismo tiempo. Él será el Donador y el receptor. Él será el buscador y el Colmador.


UPA 34. Universidad de Massachusetts, Amherst, MA, 1 marzo 1972