Revelación

Ya nunca más sollozará ni sufrirá mi corazón.
Mis días y mis noches se disuelven en la propia Luz de Dios.
    Por encima del duro quehacer de la vida, mi alma
es un Pájaro de Fuego, volando en lo Infinito.

    He conocido al Uno y Su secreto Juego
y traspasado el mar del Sueño de Ignorancia.
    En armonía con Él, retozo y canto;
poseo el Ojo dorado del Supremo.

    Profundamente embriagado de Inmortalidad,
soy la raíz y ramas de una plena vastedad.
    Mi Forma he conocido y realizado.
El Supremo y yo somos uno —a todo perduramos—.