Pregunta: ¿Cuál es el propósito de la reencarnación?

Sri Chinmoy: En una sola vida en la tierra no podemos hacerlo todo. Si permanecemos en el mundo del deseo, nunca podremos completarnos. Cuando somos niños tenemos millones de deseos, y aun cuando alcanzamos los setenta años, vemos que un deseo en especial no ha sido satisfecho y nos sentimos desgraciados. Cuantos más deseos cumplimos, más deseos tenemos. Queremos una casa, luego dos casas; un automóvil, luego dos automóviles, y así sucesivamente. No hay límite para esto. Cuando nuestros deseos se cumplen, descubrimos que todavía seguimos insatisfechos, y nos volvemos víctimas de otros deseos o de deseos mayores.

Sucede que nuestro ser más querido es Dios. ¿Crees que Dios va a dejar que permanezcamos insatisfechos? ¡No! El propósito mismo de Dios es colmar a cada individuo y colmarse a Sí mismo a través de nosotros. Él nos hará regresar una y otra vez para que cumplamos nuestros deseos. Si alguien tiene el anhelo de ser un millonario en esta encarnación, y al final de su travesía ve que no lo ha conseguido, entonces, si su deseo es realmente intenso, tendrá que seguir regresando hasta llegar realmente a ser millonario. Y al convertirse en un millonario verá que todavía sigue siendo un mendigo en cierto sentido, puesto que no tendrá paz mental. Pero si entra en el mundo de la aspiración, tal vez no tenga dinero, pero tendrá paz mental, y esta es la riqueza verdadera.

Si vamos a través del deseo, vemos que hay una interminable procesión de deseos; pero si vamos a través de la aspiración, vemos la totalidad y finalmente devenimos en la totalidad. Sabemos que, si podemos realizar a Dios, dentro de Él lo encontraremos todo, puesto que todo existe dentro de Dios. Así, finalmente, abandonamos el mundo del deseo y entramos en el mundo de la aspiración. Allí disminuimos nuestros deseos y pensamos más en la Paz, la Dicha y el Amor divino. Para conseguir un poco de Paz, una gota de néctar, podemos tardar años y años; pero una persona espiritual está dispuesta a esperar la Hora de Dios indefinidamente para colmar su aspiración. Y su aspiración de lograr esta Paz, Luz y Dicha no será en vano.

Ahora bien, si nuestro objetivo es entrar en lo Más Alto, en lo Infinito, lo Eterno, lo Inmortal, naturalmente un breve lapso de vida no es suficiente. Pero, por otra parte, Dios no nos permitirá quedar insatisfechos. En nuestra próxima encarnación continuaremos nuestra travesía. Somos viajeros eternos. Tenemos que seguir y seguir hasta alcanzar nuestra Meta. La Perfección es el objetivo de cada aspirante; estamos tratando de perfeccionarnos en un mundo imperfecto, y esta perfección perfecta nunca la podemos lograr en una sola vida.

A través de la aspiración y la evolución es como el alma desarrolla la plena posibilidad de realizar lo Más Alto y colmar lo Divino. Primero el físico, lo humano en nosotros, tiene que aspirar a llegar a ser uno con lo Divino en nosotros: el alma. Ahora mismo, el cuerpo no presta atención a los dictados del alma; es decir, la mente física se rebela; los funcionamientos de la mente física cubren el propósito divino del alma y el alma no puede emerger. En el presente estadio de evolución, la mayoría de las personas son inconscientes, y no saben lo que el alma quiere o necesita. Tienen deseos, ansia de éxito, intensidad y excitación. Todo esto surge del vital o el ego, mientras que cualquier cosa hecha con la conciencia del alma está siempre llena de alegría. Puede suceder que a veces oigamos los dictados del alma o el mensaje de nuestra conciencia, pero aún así no hagamos o digamos lo correcto. No, la mente física es débil; somos débiles. Sin embargo, si comenzamos a aspirar con la mente, y luego vamos más allá de ella, hasta el alma, podemos fácilmente oír y obedecer también los dictados del alma.

Llegará un día en que el alma se hallará en condición de ejercer sus cualidades divinas y hacer que el cuerpo, la mente y el corazón sientan su necesidad de autodescubrimiento. El físico y el vital querrán conscientemente escuchar al alma y ser instruidos y guiados por ella. Entonces, aquí en el físico, tendremos una naturaleza inmortalizada, una vida inmortal, puesto que nuestra alma habrá devenido total e inseparablemente una con lo Divino en la tierra. En ese momento, tendremos que ofrecer nuestra riqueza interna al mundo en general y manifestar las potencialidades de nuestra alma. Ocurre con frecuencia que la realización se produce en una encarnación, pero para la manifestación el alma tiene que descender una y otra vez a la tierra. Mientras no hemos revelado y manifestado la más elevada Divinidad que se encuentra en nosotros, nuestro juego no ha terminado. No hemos terminado nuestro papel en el Drama cósmico, por tanto, tenemos que regresar una y otra vez al mundo. Pero, en el curso de la evolución, en una de sus encarnaciones, el alma realizará plenamente y manifestará plenamente lo Divino en el físico y a través del físico.