IV - EL JUEGO DE LAS FUERZAS INTERNAS // 1 - Los problemas de la vida

La Ignorancia

Todos sabemos lo que es la ignorancia y lo que es la luz. La ignorancia u oscuridad viene y se planta ante nosotros en forma de tentación; pero la luz no hace eso. La luz viene y se para ante nosotros en forma de unidad absoluta. La luz dice: «Tú y yo somos uno», mientras que la oscuridad dice: «No, tú y yo somos dos».

La oscuridad nos tienta diciendo: «Lo que tengo es muy dulce, muy bonito y sumamente fascinante. He venido a ofrecértelo». Entonces pedimos probarlo, y lo vemos, lo sentimos y lo degustamos. Y así somos atrapados y condenados.

Cuando la luz se para ante nosotros, nos dice: «Somos uno. Tú y yo somos uno. Lo que yo tengo en mi interior, también lo tienes tú». La luz dice que tiene paz, dicha, deleite y poder, y nos dice que si miramos en nuestro interior, también encontraremos la misma paz, dicha, deleite y poder.

Pero nuestra mente, que vive en la conciencia limitada, preferiría poseer algo que se encuentre fuera de sí misma. Ella siente: «¿De qué sirve tener algo que ya poseo?». Por tanto, cuando la oscuridad le ofrece algo externo a ella, en forma de tentación, la mente intenta agarrarlo. Da igual si es bueno o malo. Simplemente porque no lo tiene, la mente lo quiere. Esta es la razón por la cual siempre apreciamos la ignorancia.

¿Por qué valoramos la ignorancia? En primer lugar, porque sentimos que es algo que otros tienen; por esa razón, la queremos. Cuando vemos que alguien es muy rico, inmediatamente queremos ser ricos también. Cuando alguien es feliz, inmediatamente queremos ser felices. Siempre estamos mirando a nuestro alrededor y observando lo que los demás están haciendo, y luego tratando de imitarlos. Sentimos que somos tontos si no tenemos lo que los otros tienen. Todo el mundo tiene ignorancia. Nosotros también tenemos ignorancia, pero pensamos que si no tenemos una cantidad lo bastante grande de ignorancia, somos inferiores.

Un niño tiene un globo. Siente que su globo es lo mejor que hay en la tierra. No quiere pensar que el globo tiene una vida muy corta y pronto estallará. Solo le preocupa saber que es su posesión, y que no quiere desprenderse de ella. La ignorancia es como un globo. Sentimos que estaremos totalmente perdidos y no tendremos nada, si este pequeño juguete nos es arrebatado. Pero cuando entramos conscientemente en la vida espiritual, sentimos que la ignorancia está constantemente tentándonos, y nunca satisfaciéndonos. Sentimos que cuanto más jugamos con ese globo, más nos frustramos y destruímos. Tenemos que saber qué queremos: la tentación o la plenitud. Si nuestra elección es la plenitud, la tentación ha de ser rechazada.

En nuestra vida cotidiana ordinaria, la ignorancia es como un camello: cuando un camello está comiendo las espinas de los cactus, su boca sangra, pero él continúa comiendo las espinas porque se ha formado el hábito de hacerlo así. Cuando el alma entra en el cuerpo, ella predomina durante uno, dos, tres, cuatro cinco o seis años; puesto que la mente no es todavía poderosa, el alma tiene la capacidad de permanecer por encima. Pero, gradualmente, el niño comienza a aprender muchas cosas erróneas de sus padres, vecinos, amigos, y del mundo en general. Cuando el niño está creciendo, ve numerosas imperfecciones en sus padres, pero no sabe que son imperfecciones. Piensa que son cosas que necesita para vivir en la tierra. Así, comienza a albergar en su mente, vital o físico esas ideas que provienen del mundo externo a través de los sentidos físicos. Cuando comienza a usar sus sentidos físicos sin estar inspirado por el corazón, la oscuridad penetra en sus ojos y los ciega, y la falsedad penetra en sus oídos y los envenena. Todas las cualidades no-divinas del mundo que le rodea entran en él, y el niño las alimenta consciente o inconscientemente.

¿Cómo podemos vencer la ignorancia? En este mundo conocemos solo dos cosas: «quiero» o «no quiero». Aceptamos o bien rechazamos. En el Juego cósmico de Dios solo hay dos cosas: la ignorancia y la sabiduría. Todo pensamiento está compuesto de ignorancia o de sabiduría, de oscuridad o de luz. No hay nada entremedias. O es la oscuridad quien está llenando el recipiente, o es la luz. Esta es la razón por la cual tenemos que incitar a la luz a entrar en el recipiente.

Así como no hay límite para la oscuridad, tampoco hay límite para la luz. La elección depende de nosotros. Podemos vivir en la oscuridad y en la ignorancia, o podemos vivir en la luz. Hoy día es difícil para un ser humano vivir en la luz. Le parece más fácil vivir en la oscuridad porque se ha acostumbrado a ella. Pero le resultará extremadamente difícil vivir en la ignorancia y la oscuridad una vez que haya comenzado a aspirar sinceramente a vivir en la luz.