Espiritualidad: la fuente de paz mundial
La espiritualidad es aspiración. La espiritualidad es Yoga. Cuando hayamos aprendido lo que podemos esperar de la aspiración y lo que podemos esperar del Yoga, la paz mundial dejará de ser un clamor lejano. La aspiración es el consciente anhelo del aspirante por una realidad más profunda. El Yoga es la unidad consciente de un buscador con Dios.La aspiración conduce al hombre a la Conciencia de Dios. El Yoga ofrece la Conciencia de Dios al hombre. La aspiración lleva al hombre de vuelta al Origen. El Yoga inunda la conciencia del hombre con la Luz, la Paz, la Dicha y el Poder del Más Allá.
¿Por qué aspiramos? Aspiramos porque amamos a Dios y queremos que Dios nos ame. ¿Por qué practicamos Yoga? Practicamos Yoga a fin de sentir conscientemente que Dios es verdaderamente nuestro. Practicamos Yoga porque sentimos que nuestra plenitud en la tierra puede suceder únicamente cuando hemos revelado y manifestado la Divinidad y la Realidad de Dios aquí en la tierra.
Cuando aspiramos, vamos más allá del dominio de la mente física y nos sentamos a los Pies de Dios-la-Luz. Cuando practicamos Yoga, nos sumergimos profundo en nuestro interior, y allí vemos a Dios y conversamos con Él cara a cara.
Quien no tiene aspiración, jamás puede librarse de la obstinada ignorancia, y quien no practica Yoga no puede recibir ni alcanzar la Luz ilimitada.
Aquí en la tierra tenemos dos instrumentos primordiales: uno es la mente y el otro el corazón. Con frecuencia, la mente que utilizamos es la mente dubitativa y el corazón que utilizamos es el corazón temeroso. Por desgracia, la mente dubitativa nunca puede aspirar, y el corazón temeroso nunca puede practicar Yoga.
La verdadera aspiración y las abundantes limitaciones humanas nunca pueden ir juntas. El verdadero Yoga y la vida del placer sin luz no pueden ir juntos. La aspiración constante y la divinidad todo colmadora pueden y deben ir juntas. El tipo más elevado de Yoga —que es la entrega consciente a la Voluntad de Dios—, va siempre junto con la Vida de Dios.
La aspiración le dice al hombre que él será capaz de ver la verdad del Más Allá. El Yoga va un paso más lejos. El Yoga le dice al hombre que la verdad del Más Allá está dentro de él. Finalmente, Dios viene a decirle al hombre: «Hijo mío, tú eres la verdad del Más Allá. Tú eres Mi Más Allá».
La espiritualidad es la fuente de la paz mundial. La espiritualidad es el cumplimiento de todas las responsabilidades. Esto es así porque la Divinidad es el derecho innato de la espiritualidad. Cuando alguien toca los pies de un árbol, su conciencia entra en el árbol: en las ramas, en las hojas, en los frutos y en las flores. En el sentido espiritual, Dios es el árbol, y las hojas, frutos, ramas y flores son los seres humanos. Cuando tocas los Pies de Dios, tu conciencia misma entra en Su Conciencia universal y en los infinitos seres de Su manifestación.
Cada individuo tiene su propia manera de definir la paz. Un niño encuentra paz en el ruido y la actividad. Esa es su plenitud y en su plenitud está su paz. Un adulto encuentra su paz en otro lado; encuentra su paz cuando siente que puede dominar al mundo. Un anciano, en el ocaso de su vida, piensa que conseguirá la paz si el mundo reconoce su grandeza o si la Madre Tierra le ofrece su gratitud. Siente que ha hecho mucho por la humanidad y por la Madre Tierra, y espera algo a cambio; únicamente tendrá paz si su expectativa se cumple.
Pero la paz nunca puede amanecer en un individuo si no es adecuadamente buscada. El niño no puede obtener paz verdadera corriendo por la calle; pronto encontrará frustración en su llamada plenitud. Llegará el día en que rezará a Dios por una vida calmada y tranquila. Entonces tendrá paz.
Si un adulto quiere tener paz, verdadera paz, debe comprender que no puede conseguirla poseyendo o gobernando el mundo. Solo ofreciendo al mundo en general lo que tiene y lo que es, conscientemente y sin reservas, obtendrá la paz.
El anciano que pronto atravesará la cortina de la Eternidad solamente puede tener paz si alberga la idea de que él no es un mendigo, sino un rey. Él fue un rey y todavía es un rey. Ha ofrecido su riqueza interna y externa al género humano y a la Madre Tierra. Si, en el ocaso de su vida, no espera nada del mundo, su conciencia interna y su ser externo estarán inundados de paz.
La paz mundial comenzará cuando la llamada expectativa humana termine. La paz mundial únicamente puede amanecer cuando cada individuo realice esta suprema Verdad:
  la Vida es la manifestación del amor."
La espiritualidad es el cumplimiento de toda responsabilidad. Amar al mundo es nuestra responsabilidad. Complacer al mundo es nuestra responsabilidad. Conocemos nuestras propias abundantes responsabilidades; pero cuando pensamos en el mundo, desafortunadamente, no lo hacemos de un manera divina o apropiada. El mundo en seguida nos malinterpreta y nos resulta imposible tener una conexión interna con él. Es como una madre y su hijo. A pesar de sus mejores intenciones, a la madre le cuesta complacer al hijo. Ella piensa en él a su propia manera, y el hijo entiende a la madre a su propia manera. Debido a esta falta de comunicación, la madre y el hijo no obtienen alegría al cumplir con sus responsabilidades mutuas.
Amamos al mundo; tenemos que amar al mundo; es nuestra responsabilidad. ¿Qué ocurre cuando queremos amar al mundo o cuando intentamos cumplir con nuestra responsabilidad hacia el mundo? Tratamos de poseerlo y atarlo, y mientras lo hacemos, vemos que ya hemos sido atados y poseídos por el mundo. Teníamos una sublime oportunidad de cumplir con nuestra responsabilidad hacia el mundo, pero la hemos malgastado seriamente.
Queremos complacer al mundo, pero ¿cómo podemos complacer al mundo si nosotros mismos no estamos complacidos con nuestras propias vidas? Es puramente absurdo tratar de complacer a los demás si no estamos complacidos con nuestra existencia interna y externa. Dios nos ha dado una gran boca, y tratamos de complacer a los demás con esta boca, pero dentro de nuestro corazón hay un árido desierto. Si no tenemos aspiración, ¿cómo podemos ofrecer paz, alegría y amor al mundo? ¿Cómo podemos ofrecer algo divino cuando no practicamos lo que predicamos? Si no seguimos el sendero de la espiritualidad, estaremos tan solo predicando; será un juego unilateral. Pero si realmente practicamos el Yoga, también viviremos la verdad; nuestra prédica únicamente dará frutos cuando la practiquemos.
¿Cómo podemos cumplir con todas nuestras responsabilidades? Lo hemos intentado de manera humana, pero hemos fracasado. Pensamos en el mundo con buenos pensamientos e ideas, pero el mundo sigue siendo exactamente igual que ayer. Amamos al mundo, pero el mundo sigue todavía lleno de crueldad y odio. Tratamos de complacer al mundo, pero el mundo no quiere ser complacido; es como si el mundo hubiera hecho el voto de no dejarse complacer. ¿Y por qué ocurre todo esto? Ocurre porque no hemos complacido a nuestro Piloto Interno, Aquel a quién debemos complacer en primer lugar. Si no tenemos la aspiración para complacer a nuestro Piloto Interno, ¿cómo podemos ofrecer paz, alegría y amor al mundo? A menos y hasta que no hayamos complacido al Piloto Interno, el mundo continuará siendo siempre un campo de batalla donde los soldados del miedo, la duda, la ansiedad, la preocupación, la imperfección, la limitación y el cautiverio lucharán; y nosotros, consciente o inconscientemente, jugaremos con esos soldados no-divinos. El miedo, la duda, la ansiedad, la preocupación y las inclinaciones animales jamás pueden ofrecernos la paz mundial.
Por otra parte, en lo profundo de nosotros está la divinidad, clamando por aflorar. Allí, los soldados divinos son nuestra sencillez, sinceridad, pureza, humildad y sentimiento de unidad. Estos soldados están más que preparados y dispuestos para luchar contra el temor, la duda, la ansiedad y la preocupación. Por desgracia, no nos estamos identificando conscientemente con los soldados divinos; estamos consciente o inconscientemente identificándonos con los soldados no-divinos. Por eso, la paz mundial se halla todavía a una gran distancia. La paz mundial puede ser lograda, revelada, ofrecida y manifestada sobre la tierra, solo cuando el divino poder del amor sustituya al no-divino amor por el poder.