2.2 - El vital

Mi vital

Oh vital mío, mi primera elección recae sobre ti. Sin tu dinámico y estupendo impulso interno, nada puede ser encarnado, nada puede ser revelado aquí en la tierra.

Oh vital mío, cuando caes profundamente dormido, la imperecedera frustración de mi mente se apodera de mi existencia externa. La entrega impotente de mi cuerpo al Príncipe de las Tinieblas envenena mi existencia interna.

La imaginación más poderosa del hombre no consigue sondear tu profundidad. La sabiduría más remota y brillante del hombre no consigue determinar tu extensión. Tuyo es el coraje indomable que mana de la fuente de la emoción sin límites. No aniquiles tu emoción, ¡nunca! Si la emoción es aniquilada en el interior, la plenitud es debilitada en el exterior. Si la emoción es alimentada divinamente en el interior, Dios el Eterno Deleite es revelado en el exterior.

Oh vital mío, tú no conoces mañana alguno. Quieres nacer, quieres crecer y colmarte en la inmediatez del hoy. Con las Bendiciones infinitas del Supremo, avanzas por la senda del florecer de la Infinitud, el resplandor de la Eternidad y el lustre de la Inmortalidad.

Tu vida es verde, el verde siempre-aspirante y siempre-creciente. Tu aliento es azul, el azul siempre-envolvente y siempre-transformador.

Oh vital mío, en ti está la esperanza radiante de la humanidad. Contigo está el reverberante clarín de la Divinidad.

El vital encarna bien el dinamismo divino o bien la agresión hostil. Cuando el aspirante hace emerger la luz de su alma, la agresión hostil se vuelve dinamismo divino, y el dinamismo divino es transformado en la todo-colmadora Realidad suprema.