2.3 - La mente

La mente física y la mente espiritual

Hay dos tipos de mente: la mente humana o física y la mente espiritual. La mente física está enredada en la tosca conciencia física; por consiguiente, no ve ni puede ver la auténtica verdad en su propio mundo. La mente espiritual, que es la mente iluminada o iluminadora, tiene la capacidad de permanecer en el corazón aspirante; por consiguiente, ve la verdad más alta, la verdad del Más Allá continuamente trascendente, y aspira a convertirse en esa verdad.

A la mente humana no le gusta permanecer en la conciencia humana. Sin embargo, la misma mente humana teme a lo Inmenso infinito. Cuando la inmensidad quiere aparecer ante la mente física, esta se paraliza de horror. Es más, observa su propia insuficiencia, su propia capacidad limitada y dice: «¿Cómo es posible? Soy tan débil; tan impotente; tan insignificante. ¿Cómo puede la inmensidad aceptarme como suya?».

Primero tiene miedo de la inmensidad, entonces duda. Duda de la existencia misma de esta. Luego, por la Gracia infinita de Dios, el miedo y la duda abandonan la mente. Por desgracia, ahora viene la envidia. La mente mira a su alrededor y ve que hay algo de plenitud en la inmensidad, mientras que en su propia existencia no hay plenitud, no hay alegría. Y así comienza la envidia. El miedo, la duda y la envidia —estas tres fuerzas no-divinas— atacan la mente y la hacen irrelevante, impotente y desesperanzada en nuestro viaje hacia arriba. Cuando la mente es atacada por el miedo, la duda y la envidia, algo más entra de manera consciente y deliberada y alimenta la mente; ese algo es el ego. Con el ego comienza el principio de nuestro final espiritual.

La mente humana se preocupa por la belleza estética, la serenidad y el equilibrio. La mente humana está en busca de la Verdad, la Luz y la Realidad. Pero desafortunadamente quiere ver la Verdad más elevada conforme a su propia manera limitada. No quiere trascenderse a fin de alcanzar la Verdad última. Además, la mente física quiere examinar la Verdad más elevada, lo cual es absurdo.

La importancia capital de la mente humana ha sido hasta ahora innegable. La mente humana nos separó del reino animal a través del proceso de la evolución cósmica. Si no se hubiera producido un despertar de la mente humana, no se habría podido desarrollar la vida humana consciente desde el reino animal. Pero ahora, lo animal en nosotros ya ha desempeñado su papel. Lo humano en nosotros, lo humano no-aspirante en nosotros, completará pronto su papel. Lo divino en nosotros ha comenzado, o comenzará pronto, a desempeñar su papel.

La mente espiritual obtiene iluminación desde el alma con la ayuda del corazón. Y en el proceso de su propia iluminación interna quiere ir lejos, mucho más allá del ámbito de la razón, a fin de ver, sentir y crecer hasta convertirse en la Verdad última y trascendental.