El hombre y su Meta5
Estimados amigos, son ustedes afortunados, son especiales. Una significativa rama de la Universidad Estatal les ayuda a especializarse aquí en horticultura y agricultura. Pronto van a sentirse como en casa en la ciencia de la vida vegetal y el cultivo de la tierra. En un sentido más amplio y más puro, están haciendo la promesa solemne al mundo en general de que desean ser verdaderos hijos de la Naturaleza y la Madre Tierra.Estoy seguro de que todos saben que fue un científico indio, Sir J. C. Bose, quién descubrió la vida en las plantas. Él nació en Bengala. Tengo el orgullo de haber nacido en la misma provincia.
El genuino amor que le tienen a la naturaleza les capacita y les cualifica para recibir amor, atención, favor y bendiciones especiales del Universo, la Vida Universal y la Madre Universal.
Un hombre le dijo al universo, «¡Señor, Yo existo!»
«Sin embargo,» replicó el universo, «ese hecho no ha creado en mí un sentido de obligación.»
Aunque pueda ser cierto para otros, esta llamativa declaración de Stephen Crane no se aplica a ustedes en lo más mínimo. Quisiera decirles que el Universo, la Vida Universal y la Madre Universal bendecirán orgullosamente sus cabezas devotas y sus corazones dedicados, porque ustedes aman la Naturaleza, ustedes adoran la Naturaleza. ¿Qué es la Naturaleza? La Naturaleza es Dios la Madre. En Su aspecto masculino, Dios es Transcendental. En Su aspecto femenino, Dios es Universal. Invoquemos la presencia de Dios la Madre Universal antes de entrar en el tema «El hombre y su Meta.»
La falsa meta del hombre es el amor humano. El amor humano fracasa tristemente. La falsa meta del hombre es la belleza física. La belleza física es sólo superficial. La falsa meta del hombre es el dinero y la riqueza material. «Más fácil entra un camello por el ojo de una aguja que un hombre rico en el Reino de los Cielos.»
La verdadera meta del hombre es la Verdad. La Verdad lo despierta de su sueño de ignorancia. La verdadera meta del hombre es la paz. La paz lo alimenta en su vida interna y externa. La verdadera meta del hombre es la dicha. La dicha lo inmortaliza a él, a su hálito de vida.
Autorrealización: esto es lo que el hombre necesita de Dios. Amor: esto es lo que Dios necesita del hombre. Fe: esto es lo que Dios siempre tiene en el hombre. Pero, ¡ay!, el hombre todavía tiene que desarrollar la fe en sí mismo y la fe en Dios.
El hombre dice sin titubear: «Si tuviera tiempo, amaría a Dios. Si tuviera tiempo, adoraría a Dios. Si tuviera tiempo, incluso lloraría por Dios.»
Pero el pobre Dios tiene tiempo. Tiene tiempo para perdonar la estupidez interminable del hombre. Tiene tiempo para bendecir la desvergonzada mente del hombre y otorgarle todas sus verdaderas necesidades. Tiene tiempo incluso para clamar por la sinceridad aún no nacida del hombre.
El hombre y Dios. Traten de realizar a Dios. Tanto Dios como el hombre les dirán: «¡Magnífico, adelante!» Traten de explicar a Dios. El hombre inmediatamente les dirá: «¡Alto! ¡No menosprecien a Dios, no torturen a Dios!» Dios dirá: «¡Alto! ¡Al menos por mi causa, no engañen a los hombres, no engañen a Mis hijos!»
No intentemos explicar a Dios. Si lo hacemos, nuestra ignorancia quedará expuesta. Esforcémonos todos por realizar a Dios. Lo que necesitamos para eso es la meditación. Meditemos, meditemos en Dios.
El hombre tiene que caminar lejos, muy lejos. Tiene que alcanzar las costas del Dorado Más Allá. Tiene que caminar lenta, firme e inequívocamente. Pero debe caminar hacia delante, no hacia atrás. Lincoln invita al hombre, su camarada viajero, a cantar con él:
Todos queremos nadar en el mar del conocimiento. Pero, lástima, el conocimiento no es suficiente. Hay otro mar. Es el mar de la Luz, la Paz, el Deleite y el Poder divinos. Este mar les da la realización y la liberación. Tendrán la realización de su unidad consciente e indivisible con Dios. Se liberarán de las ataduras de milenios. Este mar les da plenitud infinita. Algo más: este mar les hace sentir de una manera perfectamente convincente que ustedes son verdadera e indudablemente el Dios de mañana.
¿Quién dice que el hombre está durmiendo? No es cierto. El hombre despertó con sus abundantes deseos, pero era vergonzosamente temprano. Descubrió que Dios no estaba dispuesto y nunca estaría dispuesto a recibirle.
El hombre despertó con su ardiente aspiración, pero llegaba imperdonablemente tarde. Aún así, Dios estaba entusiasmado de recibirlo, abrazarlo y, finalmente, colocarlo en Su propio Trono trascendental.
EL 5. Universidad Estatal de Nueva York en Farmingdale, 11 de diciembre de 1968↩