Pregunta: A medida que uno evoluciona espiritualmente, ¿se vuelve más larga su meditación y cambia su enfoque o su orientación?
Sri Chinmoy: Naturalmente una persona que está muy desarrollada espiritualmente será capaz de meditar por un tiempo más largo que un relativo principiante. Pero la meditación no es una cuestión de tiempo, sino una cuestión de aspiración. Si uno tiene verdadera aspiración, profunda aspiración, será capaz de meditar por un tiempo más largo, porque la meditación le resultará más fácil. Sentirá que realizar a Dios es el único objetivo en su vida. Alguien con tan solo un poco de aspiración meditará cinco o diez minutos como una disciplina o una obligación, pero con poca alegría o inspiración.Mucha gente cree que un verdadero buscador debe meditar al menos ocho horas diarias. Yo lo hice. Incluso habiendo ya alcanzado la realización en mi encarnación previa, cuando tenía trece años en esta encarnación yo meditaba ocho, nueve, diez, trece horas al día. Pero tenía capacidad para hacerlo. No aconsejo a mis discípulos que lo hagan, porque conozco la capacidad de mis niños. Tendrían un colapso mental. Sería sencillamente imposible para ellos. No sería meditación verdadera. No estoy diciendo que no sean sinceros. ¡Ni mucho menos! Son sumamente sinceros. Pero la capacidad es como un músculo. Hay que desarrollarla gradualmente. Comienzas con cinco minutos y luego sigues hasta media hora. Los que ahora están meditando media hora, pronto serán capaces de meditar una hora o una hora y media.
Poco a poco, gradualmente, tu capacidad interna crecerá. En el momento adecuado, tu ser interno te dirá, o yo te diré, cuando puedes meditar por ocho horas. Pero ahora mismo, ni siquiera lo intentes. Sencillamente crearía un desastre en tu vida.
Cuando uno ha alcanzado la realización, no es necesario que medite como lo hace un aspirante o un buscador. Cuando uno ha alcanzado la realización, que es la unidad con el Supremo, su meditación está sucediendo continuamente —en este mundo, en aquel mundo, en todos los mundos—. Cuando uno ha realizado a Dios, no medita para lograr algo o para ir más allá de algo sino para hacer descender paz, luz y deleite en la humanidad o para despertar la conciencia de sus discípulos.