Dios me dio pero yo lo he perdido

Dios me dio Alegría. Pero yo la he perdido. La he perdido porque entablé amistad consciente y cordial con el sufrimiento, sin Su aprobación.

Dios me dio Paz. Pero yo la he perdido. La he perdido porque he dado la bienvenida al inquieto caballo del vital para que me lleve a los mundos más allá. Esto también lo he hecho sin el permiso de Dios.

Dios me dio Amor, Su Amor lleno de alma. Pero yo lo he perdido. Lo he perdido porque, en mi completa estupidez, he descubierto y abrazado al amor humano para que sea el objetivo de mi vida. Este gran descubrimiento ha sido hecho por mí, solo por mí. Dios no ha sido invocado para participar en mi gran descubrimiento.

Dios me dio la Verdad, Su Verdad más elevada. Pero yo la he perdido. Se la he dado sin reservas, la Verdad de Dios, a la falsedad. ¡Ay de mí! Después de aceptar avarciosamente de mí la Verdad de Dios, la falsedad odia despiadadamente mi estupidez, mi desvalida ignorancia. Ahora estoy totalmente solo. Mi existencia no está ni en Dios ni en la falsedad, sino profundamente dentro de mi estrepitosa auto-aniquilación.