La belleza y el deber del alma de la India3

Esta belleza no es tentadora.
Esta belleza es iluminadora.

Este deber no es autoimpuesto.
Este deber es ordenado por Dios.

AUM

Los Upanishads nos ofrecen autoconocimiento, conocimiento del mundo, conocimiento de Dios. Autoconocimiento es autodescubrimiento. Después del autodescubrimiento debemos sentir que el conocimiento del mundo está dentro de nosotros, y tenemos que crecer en el conocimiento del mundo. Entonces llega un momento en que conocemos al Poseedor del conocimiento del mundo, y entonces tenemos Conocimiento de Dios. Debemos entrar en el Conocimiento de Dios, que es el poseedor del universo.

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Neti, neti –‘Esto no, esto no’, o ‘Esto no, aquello no’– es el mensaje de los Upanishads. Todos aquí somos buscadores de la Verdad infinita. Un buscador verdadero no está y no puede estar satisfecho con su vida individual, sus logros individuales, sus posesiones mundanas. No. Sólo puede estar satisfecho cuando ha logrado lo Absoluto. Ahora bien, ¿qué es lo Absoluto? Brahman es lo Absoluto.

Los videntes del pasado remoto ofrecieron este conocimiento sublime: “Brahman no puede ser limitado por ninguna cosa. Brahman no puede ser albergado por ninguna cosa. Brahman no puede ser definido por ninguna cosa”. Ésta fue su afirmación. Pero sentimos que éste es el modo negativo de ver a Brahman. Existe un modo positivo, y este modo positivo es el siguiente: “Brahman es Eterno, Brahman es Infinito, Brahman es Inmortal. Brahman está más allá y más allá”. Éste es el modo positivo. Nosotros, los buscadores de la Verdad infinita, seguiremos el modo positivo. Si seguimos el modo positivo en nuestra vida de aspiración, podremos correr del modo más rápido y alcanzar antes la Meta última.

Tenemos que ver a Brahman en lo finito así como deseamos ver a Brahman en lo Infinito. Pero durante nuestra meditación, si podemos tener la visión de Brahman como el Ser Infinito, entonces nos resulta más fácil entrar en el mundo de la relatividad donde vemos todo como finito.

Vemos el mundo dentro de nosotros; vemos el mundo fuera de nosotros. En el mundo interno hay un ser, y en el mundo externo hay también un ser. Estos dos seres se llaman ‘no-ser’ y ‘ser’. Del no-ser, el ser comenzó a existir. Esta idea misma desconcierta nuestras mentes. ¿Cómo puede el no-ser crear al ser? El no-ser es la nada. ¿Cómo puede algo comenzar a existir desde la nada? Pero debemos saber que es la mente la que nos dice que el ser no puede comenzar a existir desde el no-ser . Debemos saber que esta ‘nada’ es de hecho algo que está más allá de la concepción de la mente. La ‘nada’ es la vida del perpetuo Más Allá. La ‘nada’ es algo que siempre queda más allá de nuestra concepción mental. Trasciende nuestra conciencia limitada. Así que cuando pensamos que el mundo o el ser proceden del no-ser, debemos sentir que esta Verdad únicamente puede ser conocida y realizada en virtud de nuestra aspiración interna, donde la mente no opera en absoluto. Es la intuición la que nos concede este don de saber que la ‘nada’ es el canto del Más Allá siempre-trascendente, y que la ‘nada’ es la experiencia de la existencia siempre-colmadora, siempre-trascendente y siempre-manifestante.

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Los Upanishads y la esencia de prana son inseparables. Prana es una palabra sánscrita. Puede ser traducida al castellano de diferentes maneras. Puede ser llamada ‘aliento’ o ‘energía’, o incluso ‘éter’. Pero prana es energía de vida. Esta energía de vida no es material, no es física, sino algo que mantiene y sostiene al cuerpo físico. La Fuente de prana es el Supremo. En el campo de la manifestación, prana es indispensable. Prana es el alma del universo.

En la India, el término prana tiene un significado especial propio. Prana no sólo es aliento. Diariamente, inhalamos y exhalamos miles de veces sin siquiera prestar atención. Pero cuando usamos el término prana, pensamos en la energía de vida que fluye por dentro y por fuera en nuestro aliento.

Prana se divide en cinco partes: prana, apana, samana, vyana y udana. A la energía de vida, la fuerza-vida que se encuentra dentro de los ojos físicos, la nariz, los oídos, la llamamos prana. Cuando vemos la energía de vida en nuestros órganos de excreción y procreación, es apana. Samana es la energía de vida que gobierna nuestra digestión y asimilación. En el loto del corazón, donde está situado el Ser, donde vemos ciento un nervios espirituales sutiles, y de cada nervio cien ramificaciones nerviosas, y de cada ramificación nerviosa otras setenta y dos mil ramificaciones nerviosas, el prana que allí se mueve se llama vyana. Por el centro de la espina dorsal, fluye la energía de vida. Cuando asciende, alcanza lo más elevado, y cuando desciende, alcanza lo más bajo. Cuando un buscador de la Verdad infinita abandona su cuerpo, su prana asciende hacia lo Más Elevado, y cuando una persona pecaminosa abandona su cuerpo, su prana desciende. Este prana que fluye a través del centro de la espina dorsal se llama udana.

Cuando estamos en posición de entrar en el Cosmos con la ayuda de nuestra fuerza de vida, sentimos que el Más Allá no está en nuestra imaginación. No es una bruma quimérica; es una realidad que está creciendo dentro de nosotros y para nosotros. Dios era Uno. Él quiso ser múltiple. ¿Por qué? Él sintió la necesidad de disfrutarse, divina y supremamente, en infinitas formas. Ekam aiksata bahusham, ‘Uno deseando ser muchos’, éste era su sentimiento interno. Cuando el Supremo proyectó Su Energía de Vida, vio inmediatamente dos criaturas. Una era masculina, la otra femenina. Prana, la fuerza de vida, es masculina, y rayi es femenina. Prana es el sol. Rayi es la luna. Todos llegamos a la existencia a partir de parana y rayi. Además, prana es espíritu y rayi es materia. Espíritu y materia deben ir juntos. El espíritu necesita a la materia para su automanifestación, y la materia necesita al espíritu para su autorrealización.

Muy a menudo, los videntes Védicos y Upanishádicos utilizaban dos palabras: nama y rupa. Nama es nombre; rupa es forma. En nuestro mundo externo, manejamos el nombre y la forma. En el mundo interno manejamos lo sin-nombre y lo sin-forma. El nombre y lo sin-nombre no son rivales. La forma y lo sin-forma no son rivales. El nombre encarna la capacidad del cuerpo interno. Lo sin-nombre revela la inmortalidad del alma. En la forma, la Conciencia cósmica se manifiesta a sí misma al autocircunscribirse. En lo sin-forma, la Conciencia cósmica se trasciende a sí misma al autoexpandirse y agrandarse.

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En la vida espiritual, el término ‘sacrificio’ es usado a menudo. Los Videntes Védicos hablaron acerca del sacrificio de manera elaborada. Según ellos, el sacrificio del caballo, el sacrificio asvamedha, era sumamente importante. El Brhadaranyaka Upanishad comienza con el caballo del sacrificio:

Usa va asvasya medhyasya sirah…

"AUM. La cabeza del caballo expiatorio es verdaderamente el amanecer, el ojo del caballo expiatorio es el sol, la fuerza vital el aire, la boca abierta el fuego llamado vaisvanara, el tronco el año, el lomo el Cielo, el vientre el firmamento, la pezuña la tierra, los costados los cuatro puntos cardinales, las costillas las direcciones intermedias, las extremidades las estaciones, las articulaciones los meses y las quincenas, las patas los días y las noches, los huesos las estrellas, la carne las nubes, la comida medio digerida (en el estómago) la arena, las arterias y las venas los ríos, el hígado y el bazo las montañas, los pelos las hierbas y los árboles, la parte delantera el sol naciente, la parte trasera el sol poniente. Su bostezo es el rayo, su cuerpo agitándose es el trueno, sus aguas son la lluvia, su relinchar es ciertamente el habla."

¿Por qué los videntes Upanishádicos, los videntes Védicos, hablaron del caballo y no de algún otro animal como el símbolo del sacrificio? Ellos comprendieron la velocidad del caballo, el dinamismo del caballo, las cualidades fieles y devotas del caballo. La velocidad es necesaria, el dinamismo es necesario, la fidelidad y la devoción son necesarias para realizar y revelar la Verdad Absoluta. Es por ello que eligieron el caballo para los ritos religiosos, y como ayuda en su despertar interno.

Por el simple hecho de sacrificar un caballo no podemos ganar ningún mérito divino. Ni mucho menos. Debemos meditar en el caballo, en las cualidades del caballo, e invocar estas cualidades divinas para que entren en nosotros desde lo alto. Los Videntes Védicos y Upanishádicos lo hicieron. Ellos consiguieron obtener las cualidades divinas del caballo, y el resultado fue su ingreso en Brahmaloka, el Cielo más elevado.

Pero incluso en el Cielo más elevado, el Deleite que obtenemos no es perdurable. Para encontrar el Deleite perdurable, debemos entrar en el Brahman en virtud de nuestro clamor interno. Cuando tenemos el clamor interno, podemos finalmente entrar en el Brahman y allí obtener Deleite perdurable.

Volviendo al caballo, uno no tiene que sacrificar un caballo en estos tiempos. Pero uno debe ver las cualidades del caballo e internamente meditar en las cualidades divinamente colmadoras del caballo. Es de la propia concentración y meditación que uno obtendrá las cualidades que el caballo ofrece o representa. Muy a menudo, la gente entiende mal la idea del sacrificio, especialmente los occidentales. No pueden entender cómo es posible obtener cualquier mérito divino con sólo matar un caballo. Piensan que es absurdo. Pero el sacrificio no es meramente matar. El sacrificio está en hacerse uno con la conciencia del caballo. Solamente cuando hacemos esto podemos obtener la riqueza divina de lo alto. No necesitamos, no debemos matar al caballo en absoluto.

Con seguridad, no puede haber ningún sacrificio sin aspiración. La aspiración es necesaria en cada momento. Pero esta aspiración debe ser genuina y debe venir desde lo más hondo del corazón. No puede otorgarnos la realización si no es genuina. La aspiración no sabe cómo tirar ni empujar. La inquietud y la aspiración nunca pueden ir juntas. Muy a menudo, los principiantes creen que si aspiran, deben ser muy dinámicos. Esto es verdad. Pero no vemos dinamismo en su aspiración. Lo que vemos es inquietud. Ellos desean realizar a Dios de la noche a la mañana. Si tomamos esta inquietud como determinación o dinamismo, estamos completamente equivocados.

¿Puedo repetir una historia a menudo citada? Un buscador acudió a un Maestro espiritual. Fue iniciado adecuadamente, y al cabo de algunos días el buscador le dijo al Maestro, “Maestro, ahora que me has iniciado, por favor concédeme la realización de Dios”. El Maestro dijo, “Debes practicar la meditación durante mucho tiempo”. Al cabo de unos días el discípulo dijo nuevamente, “Maestro, Maestro, concédeme la realización, por favor concédeme la realización”. Molestó al Maestro mucho tiempo. Un día, el Maestro le pidió que lo siguiera. El Maestro se dirigió al Ganges para darse un baño, e invitó al discípulo a entrar al agua también. Cuando el discípulo estaba sumergido hasta el cuello, el Maestro le empujó la cabeza bajo el agua y la aguanto así. Cuando el Maestro soltó finalmente al discípulo que se pugnaba por salir, le preguntó, “¿Qué sentiste mientras estabas bajo el agua?” El discípulo respondió, “O, Maestro, sentí que me iba a morir si no conseguía un respiro de aire”. El Maestro dijo, “Realizarás a Dios el día en que sientas que te morirás si Él no viene y te da vida. Si sientes sinceramente que sin Dios te morirás, si puedes clamar por Él de esa manera, entonces estás llamado a realizar a Dios”.

El Maestro ofreció esta verdad al discípulo. Desafortunadamente vemos que muy a menudo, cuando un Maestro ofrece la verdad, los discípulos lo entienden mal. Ellos lo entienden en función de su luz limitada, o sienten que el mensaje que el Maestro ha dado es totalmente erróneo. Ahora bien, si la verdad que es ofrecida por el Maestro no es entendida y utilizada apropiadamente, entonces en el campo de la manifestación, el discípulo, el buscador, nunca estará colmado. La Verdad más elevada permanecerá siempre como un clamor lejano para él.

En los Upanishads, Indra y Virocana acudieron a Prajapati en busca del Conocimiento más elevado. Indra representaba a los dioses, y Virocana representaba a los demonios. Cuando Prajapati les ofreció el conocimiento de Brahman, Indra regresó una y otra vez para verificar el conocimiento que había recibido, hasta que finalmente realizó el Conocimiento más elevado. Pero Virocana entendió la verdad a su propia manera, y no sintió la necesidad de regresar una y otra vez para realizar la Verdad más elevada.

Hay bastantes Maestros espirituales en la tierra que están ofreciendo su luz a los buscadores, pero los buscadores desafortunadamente no entienden el mensaje de la Verdad que ellos ofrecen. ¿Cómo pueden entender el mensaje, el significado, la relevancia de la Verdad que el Maestro ofrece? Únicamente pueden hacerlo con la fuerza de su devoción –devoción a la causa, y devoción al Maestro. Si tienen el sentimiento devoto hacia el Maestro y hacia la causa de la realización del Ser, entonces la Verdad puede ser realizada de la manera en que la Verdad tiene que ser realizada, y el mensaje que el Maestro ofrece para ahuyentar la ignorancia no sólo puede ser entendido, sino que también puede ser establecido en la atmósfera terrestre. Cuando la Verdad sea establecida permanentemente aquí en la tierra, el hombre recibirá la guirnalda de la Victoria eterna.


UPA 3. Universidad de Nueva York, Nueva York, NY, 17 noviembre 1971